La administración pública federal de Estados Unidos quedará paralizada desde este miércoles, luego de que fracasaran las negociaciones entre demócratas y republicanos en el Congreso para prorrogar el presupuesto. El año fiscal terminó este martes en EE.UU., por lo que el presidente Donald Trump necesitaba que el parlamento le aprobara una extensión del presupuesto para garantizar los pagos en la administración pública. Sin embargo, no pudo acordar con la oposición, que reclamaba a cambio la continuidad del seguro de salud conocido como Obamacare y la reversión de otros recortes en programas sanitarios.
De manera que, a partir de este miércoles, Trump enfrentará un “shutdown”, es decir, un cierre de la administración federal que apareja la suspensión de los pagos de los salarios a los empleados públicos y la posible interrupción del funcionamiento de organismos y servicios.
En este escenario, el mandatario amenazó con el despido de empleados públicos. “Bueno, pues los demócratas quieren cerrarlo. Y cuando se cierra, es necesario hacer despidos. Así que voy a despedir a muchas personas que van a ser muy afectadas, y los demócratas serán demócratas”, expresó el mandatario a los reporteros en la Casa Blanca.
De acuerdo con la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO) norteamericana, 750.000 funcionarios federales podrían encontrarse esta vez en situación de desempleo parcial, con una pérdida de ingresos equivalente a 400 millones de dólares.
El último shutdown, ocurrido en diciembre de 2018 y que se extendió hasta finales de enero de 2019, durante el primer mandato de Trump, duró 35 días. En ese momento, la CBO estimó que la parálisis administrativa produjo la reducción del Producto Bruto Interno (PBI) en 11.000 millones de dólares.
Asimismo, el cálculo de los analistas de la compañía de seguros Nationwide estima que cada semana de cierre administrativo puede reducir el crecimiento del PBI de Estados Unidos en 0,2 puntos porcentuales.
Estas parálisis por falta de presupuesto son muy impopulares en Estados Unidos, y tanto demócratas como republicanos intentan evitarlas, a veces hasta el último momento. Más aún con la perspectiva de las elecciones legislativas de mitad de mandato en noviembre de 2026, en las que se jugará la mayoría presidencial en el Congreso.
Las tensiones entre demócratas y republicanos por el presupuesto
El desacuerdo entre los dos partidos se da en torno al ajuste presupuestario que viene llevando a cabo Trump. Por un lado, los republicanos proponen una prórroga del presupuesto actual hasta fines de noviembre. Por el otro, los demócratas buscan revertir los recortes en salud y recuperar el financiamiento en el área que la gestión de Trump tiene previsto suprimir con la denominada "gran y hermosa ley" presupuestaria, que impulsó y que fue aprobada en julio.
Aunque los republicanos tienen mayoría en ambas cámaras del Congreso, el reglamento del Senado establece que un texto presupuestario debe ser aprobado por 60 votos de 100, lo que requiere al menos siete votos demócratas.

"Tenemos la voluntad y la capacidad de encontrar un acuerdo bipartidista para financiar el Estado de una manera que responda realmente a las necesidades del pueblo estadounidense en materia de salud, seguridad y prosperidad económica", afirmó el martes el líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries. "Pero (...) no apoyaremos un proyecto de ley republicano partidista que siga desmantelando el sistema sanitario estadounidense, ni ahora ni nunca", añadió ante el Congreso.
En marzo, ya se dio una situación similar que dejó a la administración pública al borde del cierre. En ese entonces, los republicanos se negaron a negociar los recortes presupuestarios masivos y los despidos a miles de empleados federales por lo que, para evitar la parálisis, diez senadores demócratas terminaron acompañando al oficialismo. La decisión de los legisladores generó un fuerte rechazo de las bases demócratas, que demandaron una oposición más férrea a la gestión de Trump.
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