Un paso esperanzador: Israel y Hamas decretaron un alto fuego e implementaron un cambio de prisioneros entre ambas partes
“Esperamos que este conflicto se detenga permanentemente para que la gente pueda reconstruir sus vidas y recuperar su dignidad”, resaltó Gisela Silva González, psicóloga de Médicos Sin Fronteras, que se encuentra ejerciendo su actividad en la Franja de Gaza.
Israel y Hamas llevaron a cabo el primer intercambio de prisioneros tras meses de enfrentamiento. Este acuerdo que llamó la atención a nivel global resultó en la liberación de 13 mujeres israelíes y 90 palestinos detenidos en Israel. Desde la Franja de Gaza, Gisela Silva González, psicóloga de Médicos Sin Fronteras, habló sobre su experiencia y las implicaciones humanitarias del conflicto.
Gisela Silva González describió una mezcla de esperanza y ansiedad entre los habitantes de la Franja de Gaza. “La población estaba muy ansiosa, esperando este momento. Ahora vemos que algunos intentan regresar a sus hogares para evaluar los daños”, señaló. Este intercambio llega tras 15 meses de devastación “prácticamente apocalíptica”, marcada por bloqueos a la ayuda humanitaria, combustible, alimentos y medicinas, lo que agravó una ya precaria situación.
Las repercusiones del alto al fuego entre Israel y Hamas
El alto al fuego es visto como un primer paso esperanzador, pero González enfatiza que debe ser el inicio de un esfuerzo continuo. “Esperamos que este conflicto se detenga permanentemente para que la gente pueda reconstruir sus vidas y recuperar su dignidad”.
La situación nutricional no ha mejorado más allá del cese del combate
Aunque el intercambio ha permitido un leve alivio, las restricciones a alimentos y medicamentos siguen siendo una realidad. La entrevistada explicó que la dieta monótona, basada mayormente en vegetales y frutas, ha llevado a problemas de malnutrición y aumentado la ansiedad entre las familias. “La población enfrenta el dilema diario de cómo alimentar a sus familias y lidiar con una dieta sin variedad ni proteínas”, comentó.
En este contexto, Médicos Sin Fronteras adapta sus operaciones para cubrir las necesidades más urgentes. La psicóloga subrayó: “Nos movemos donde la población se acumula y donde otras organizaciones o el Ministerio de Salud no pueden llegar”. Actualmente, la ayuda se concentra en consultas psicológicas, recreación para niños y educación grupal para hombres y mujeres.
La crisis humanitaria ha dejado profundas cicatrices psicológicas. González destaca que muchos niños han perdido a sus padres y carecen de referentes de seguridad. “La sociedad está rota en identidad, emocionalmente y mentalmente. Reconstruir sus vidas desde cero será extremadamente difícil”, afirmó.
Gisela González subrayó que Médicos Sin Fronteras es una organización neutral e independiente, esto les permite trabajar en contacto con ambas partes del conflicto, enfocándose exclusivamente en aliviar el sufrimiento de la población. “Estamos donde los gobiernos nos permiten estar, manteniendo la comunicación con todas las partes para garantizar el acceso a la salud que la gente merece”, explicó.
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