Patricia Sosa compartió alegría, hermosas canciones y mensaje de unidad en dos shows a tope en el Teatro Opera. La excusa fue sumarse a la tendencia de los conciertos sinfónicos en los que se reversionan para orquesta los clásicos de cada artista. Pero en Sinfonía Pop y Rock fue mucho más que eso: fue darle a oportunidad a los chicos de la sinfónica Aeropuertos Argentina 2000 de ser parte de un espectáculo multitudinario y de aprender de una mujer con todas las letras. También era el reencuentro con el público porteño, que pese a las noches frías llegó temprano a la sala para disfrutar de su artista favorita y devolverle el amor que Patricia entrega constantemente con su dulzura. Y fue un momento inolvidable para escuchar "una vez más" esas canciones de La Torre que nos marcaron en la juventud y las tenemos grabadas a fuego en el cuerpo.
Como dijo el querido colega Guillermo Gilabert, cómo se nota cuando un espectáculo está preparado especialmente, armado el timming, ensayado a conciencia y pensado hasta el más mínimo detalle. Fue así y eso el público lo agradece, la aplaude, lo grita, lo comparte y hace propias las consignas que parten del escenario, de esta histriónica y amada cantante, y letrista de temas inolvidables. Pero sin dudas el momento en el que esta comunión entre lo que se brindó arriba del escenario y la respuesta de platea, pullman y super pullman (lleno) fue cuando pidió que las parejas bailaran con Endúlzame los oídos y fueron muchos los que se instalaron en el pasillo para abrazarse y danzar mientras ella les cantaba. Es maravilloso lo que logra en personas que la siguen desde los '80, además de los que se fueron sumando a lo largo de la maravillosa carrera que armó, plena de esfuerzo y creatividad.
Así que no faltaron los grandes éxitos de La Torre (ni tampoco las imágenes de esa mítica banda que creó con Oscar Mediavilla) como, Estamos en acción, Tratando de cambiar el mundo o Solo quiero rock and roll (con el esperado y recordado gesto de intimidad de la ducha al decir "y cuando me baño"), cantados y bailados por todos. También estuvieron sus éxitos solistas y la interpretación de canciones de otros artistas como Sanidad de Juan Luis Guerra, El más grande amor de Eros Ramazzotti y la esperada e inconfundible Alfonsina y el mar, deliciosa en su voz, que se nota que la emociona cada vez que la hace ("nunca voy a dejar de cantarla", dijo), junto con el recuerdo del maestro Ariel Ramírez. Claro que acompañada por esta orquesta sinfónica sonó como nunca. Fue hermoso.
Hubo canciones ejecutadas solo por su banda (integrada por Mariano Mere, Gustavo Giuliano, Pablo Garrocho, César Cirera, Marta Mediavilla y Laura González) y otras con la orquesta. También se sumó Daniel Vilá, el responsable de pensar los arreglos sinfónicos de esta puesta que no termina aquí, ya que tendrá una continuación el 11 de agosto en el Luna Park (encontrá acá más info sobre las entradas). Y por supuesto la orquesta juvenil dirigida por Néstor Tedesco. y compuesta por 44 chicos adorables, que tuvieron su momento de lucimiento y a los que se les notó cómo disfrutaron la participación en este show inolvidable. Tan inolvidable como Patricia, siempre con una palabra de aliento, de fuerza, de conciliación, que terminó el show bendiciendo calladita a los espectadores. Tal es el amor que siente (y que recibe siempre de vuelta) por las personas. Una reina en todo sentido cuya voz se destaca aún más cuando la acompaña una orquesta sinfónica..