Hacer un musical sobre una figura tan amada como lo es Sandro siempre representa un riesgo. Tratándose de una personalidad que atravesó a varias generaciones, que se sigue venerando tanto desde sus discos como de las películas, que siempre está presente como referencia, había que ser cuidadoso y muy fiel al personaje. Hubo espectáculos sobre su persona pero acaba de estrenarse el que proviene directamente de su familia y de la productora que resguarda sus derechos: Sandro el gran show, un trabajo colectivo con textos, impresionante puesta en escena y dirección de Ana Sanz y Julio Panno. Un espectáculo que vale la pena disfrutar aunque nunca hayan sido fan del Gitano. Sus palabras son el hilo conductor de esta obra.
Es que es inevitable cantar desde la platea clásicos atemporales como Una muchacha y una guitarra, Dame fuego o Rosa Rosa mientras se los interpreta en vivo sobre el escenario del Teatro Coliseo (M. T. de Alvear 1125, CABA). Pero no son sólo las canciones muy bien cantadas, es toda una puesta imaginativa, colorida, lujosa, que acompaña la idea sencilla de presentar a un aspirante a cantante al que contratan para hacer los temas de Sandro. Así se muestra la evolución personal de ese intérprete, mientras convive con un pícaro personaje que ¿es Sandro?
Justamente sus participaciones componen los mejores momentos de este show: cuando Alan Madanes (el aspirante) y Nacho Pérez Cortés (Sandro) cantan y rivalizan para alcanzar una interpretación adecuada. El primero con el freno de la reverencia por el ídolo y la timidez del novato, el segundo a puro desparpajo y sensualidad. Una rivalidad amistosa en la que el único ganador es el espectador.
También hay otras intérpretes de las canciones del Gitano: Sofía Val y Malena Rossi, dos voces perfectas que aportan una mirada diferente a los clásicos, acompañadas por un vestuario impactante que refuerza sus participaciones. Y hay que mencionar al cuerpo de baile, completamente ajustado y cronometrado en sus movimientos, que entregan tanto de sí como los otros artistas que están sobre el escenario. Lo mismo ocurre con la banda en vivo completando un espectáculo que tiene cada componente en tiempo real, para no envidiarle nada a otro exponente del género.
Pero hay que destacar la inesperada composición de Sandro que hace Pérez Cortés, un consagrado del musical argentino que acá cautiva con los mohines, los gestos y el temblequeo que hicieron famoso a Sandro. Realmente resulta magnético y uno quiere más. Es como si el creador de tantos éxitos atemporales hubiera reencarnado una vez más en Nacho, con toda su picardía, seducción, voz, físico, carisma intactos. Excelente elección y excelente interpretación.
Atención que Madanes no se queda atrás. El espectador irá comprobando cómo va construyendo la autoestima de su personaje a puro esfuerzo, de mirarse en el espejo de los otros Sandro, de tener un momento de inflexión y salir airoso. Un proceso en carne viva que se ve, se percibe desde cada rincón del hermoso Coliseo. Hasta llegar al momento en que se asume como artista pleno, corporizando las canciones del Gitano y transmitiéndolas desde su voz. Nuevamente entrega un gran trabajo de composición.
Sin dudas será un espectáculo que estará mucho en cartelera y que merecerá la peregrinación de los fans así como llegará a otros por el boca en boca, pues todos salen felices y cantando de la función. Pero también hay que destacar que se complementa con una puesta en escena apoyada en videowall y un vestuario impresionante. El primero creación de escenográfico de Mariana Tirantte y el segundo de la propia Sanz. También tiene dirección coreográfica de Verónica Peccollo, el diseño de luces de Leo Muñoz y Panno; de sonido de Eugenio Mellano (impecable!); dirección musical de José Luis Pagán, y producción general de Silvina Dell´Occhio, Juan Crespo y Luciano Foppoli.
Un tributo para el ídolo que este agosto cumpliría 80 años. Las funciones del show son de jueves a sábado a las 21 y domingos a las 20. Encontrá acá más info sobre las entradas.