El país asiste a un cambio de gobierno, contexto ideal para realizar un balance. Al concluir el gobierno de Cristina Kirchner algunos manifestamos que había un debe y un haber de la gestión: para dar solo dos ejemplos: la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología había sido un gran avance, solo que todo indica que éste se financió congelando el presupuesto de Ciencia y Tecnología en las universidades, porque a partir de entonces los montos para los proyectos de investigación de las universidades quedaron congelados. El otro ejemplo es la creación de universidades, pero muchas como moneda de cambio en el Parlamento y no por una genuina necesidad académica. La actual gestión, se va tras un triste papel, basta ilustrarlo con los fríos festejos del Centenario de la Reforma Universitaria. Fue lógico y esperable ¿A quién se lo podría ocurrir festejar algo mientras asistíamos a una nueva etapa de vaciamiento y fuga de cerebros? Cuando asumió el gobierno de Cambiemos, había reformas pendientes y necesarias para realizar y las mismas no demandaban recursos económicos. Para recordar solo algunas –que aún siguen pendientes– revitalizar los procesos de evaluación institucional, ya que se han burocratizado, reformular los plazos curriculares de las carreras, implementar el sistema de crédito, integrarnos con las región, transparencia en la gestión, limitar los mandatos y reelecciones indefinidas, articular el sistema de grado con el posgrado, la docencia con la investigación, la extensión con los otros niveles de enseñanza, racionalizar la distribución de personal, etc. La Secretaria de Políticas Universitarias de Cambiemos, no tocó un solo punto de estos y el Consejo Interuniversitario Nacional de Rectores no manifestaron incomodidad con el Gobierno.
Ejemplos. Resulta complejo encontrar soluciones porque funcionamos como anarquías, en donde algunos parecen encontrar, en este estado de caos y fragmentación, condiciones para perpetuarse. Hay que mirar nuestra historia, nuestro presente y futuro, desde el concepto de comunidad como una llave.
La Universidad de Buenos Aires (UBA) fue creada por el gobernador Martín Rodríguez y su ministro de gobierno Rivadavia en 1821. La Universidad Tecnológica Nacional (UTN) más de cien años después, por el presidente Perón el 19 de agosto de 1948 como universidad obrera, luego en 1959 el presidente Frondizi, le cambia el nombre, reemplazando el nombre de obrera por tecnológica.
Los orígenes de las instituciones son importantes, cuando los motivos y propósitos fundacionales son honrados, como así también si son olvidados.
La UBA nace para la elite porteña, la UTN para los trabajadores del país y aquí una de las claves de la comparación, que sostiene: una, la UTN se caracteriza por su sentido de comunidad ¿Cuál es la importancia de ella? El hecho que su efecto es aunar a las personas, brindándole sentido de identidad y pertenencia a cada uno de sus miembros, y dicha cohesión se constituye como soporte para desplegar actividades autónomas, las cuales encuentran articulación, no desde un proyecto racional de gobierno, sino desde su sentimiento de base.
La UBA (como en la mayoría de las Universidades Nacionales) la comunidad, –según lo expresado por Marcela Mollis en Refundar la UBA. Le Monde Diplomatic. Septiembre 2007 Nº 099– es uno de sus mitos porque lo real es un fuerte sentimiento de individualismo que se evidencia en lo organizativo, académico y político.
La UTN recientemente i-nauguró la puesta en valor de su edificio fundacional en Medrano y Córdoba. Las tareas contaron, entre otras, con la reconstrucción de una escalera cuyos mármoles se encontraban abovedados de tanto tránsito por sus escalones. Ruth Páez Martínez. Educación, Cultura y Simbolismo (https://revistas.udistrital.(edu.co/index.php/enunc/article/view/7481) nos recuerda que los griegos solían practicar un ritual cuando estos querían homenajear a huéspedes en sus casas, hacerlos sentir como parientes era el propósito, y para ello al concluir la estadía los huéspedes llevaban la mitad de los huesos de un animal, quedando la otra mitad con los dueños de casa. En torno a este símbolo, cada vez que se volvían a encontrar llevaba cada uno su parte, para dar cuenta de esa unidad.
Las autoridades de la UTN cortaron la escalera en pequeños pedazos y se entregaron a los miembros más destacados de la casa. Esos pequeños pedazos de mármoles, que tienen las huellas de millones de pasos, emociona a los elegidos para ser sus depositarios ¿Pero es suficiente esto para señalar que hay sentido de comunidad?
Prácticas. Quizás aún no, señalamos dos prácticas que la evidencian: las disputas políticas, por ejemplo, pueden ser muy tensas, pero siempre se preserva el interés del conjunto, los reclamos salariales no se expresan con paros, sí realizando las marchas junto con los alumnos. Son estos solo dos ejemplos que evidencian que hay algo, sentido de comunidad, que subyace a las manifestaciones puntuales.
¿Cómo lograr que se geste este sentimiento? Un primer paso es tener claro qué lo fortalece: la presencia de los momentos históricos profundos de la institución es una de sus claves, ya que estos no son datos del pasado, constituyen los elementos que nos dicen porqué fuimos creados y hacia dónde debemos ir.
Otro signo es el que cada sector, realice su tarea con esfuerzo y dignidad, pero nunca arrasando a otro sector como estrategia para beneficio propio. Cumplir con la tarea, no es solo deber, es cumplir con lo que nos da sentido. Hacer docencia, investigación y extensión, lo más y mejor que se pueda, constituye una fuente de sentido, no individual, sino colectivo. Es así que cuando se enseña, se siente que no solo se lo hace porque es un derecho del alumno, sino que se está participando de una tarea colectiva con otros docentes con los cuales me identifico y realizo mi aporte. El sentido de comunidad opera como un articulador espontáneo, no planificado y por lo tanto, no depende de la gestión de turno. En un contexto de profunda fragmentación o individualismo, vivir la vida universitaria como una comunidad parece una utopía, pero si algunos lo logran, ¿por qué no todos?.
Efecto articulador
Los problemas que las universidades tienen no se han resuelto en varias décadas. Creemos que tampoco van a resolverse en los próximos años. En el trabajo planteamos un punto de partida que sostiene que se puede y debe partir, para resolver los problemas, del sentido de comunidad. Este genera como consecuencia un efecto articulador, lo que constituye la clave para las soluciones. La UBA y la UTN son las instituciones más grandes del país y constituyen dos modelos diferentes en pugna que ilustran el lugar de centralidad o periferia que ocupa el sentido de comunidad.
*Dr. en Educación Docente Universidad Nacional de San Luis (UNSL) y de la Universidad Nacional de Villa Mercedes, San Luis. (Unvime).