SOCIEDAD
cuatro generaciones de la familia al frente del local

Un siglo a puro brillo: Casa Argento, el último salón de lustrado de zapatos, cumple cien años

La tradicional casa de lustre celebrará el próximo miércoles los cien años de su existencia. Ernesto Argento y su hijo Agustín están al frente del negocio que fundó su abuelo, José. Además del servicio artesanal que brinda a sus clientes, el local se caracteriza por permanecer en el mismo lugar desde su fundación, sobre la calle 25 de Mayo al 300. La historia de un negocio que nació de las ganas de un calabrés que dejó de colocar adoquines en las calles porteñas y pasó a lustrar el calzado de los porteños que transitaban, precisamente, las calles que él había adoquinado.

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Lustre. Agustín y Ernesto, en el local fundado por José Argento. | néstor grassi

“Si veinte años no es nada, como dice el tango, imaginate cien…, más para un local de estas características, impensado”. Y el local “de las características” al que hace referencia Ernesto Argento es Casa Argento, el único y último salón de lustrar calzado de la Ciudad de Buenos Aires. Un trabajo artesanal que pasó de generación en generación en la familia y que ahora se prepara para celebrar el siglo de su creación.

Ubicado en pleno microcentro porteño, el salón festejará el próximo miércoles los cien años de su fundación. Se trata de una idea que nació de la mano de José Argento, un calabrés que luego de trabajar como colocador de empedrado en las calles porteñas, decidió poner todo su esfuerzo y ganas en este tradicional local porteño.

Otra de las características del salón es que siempre se mantuvo en la misma dirección, en 25 de Mayo 328, y tampoco cambió de dueños. Junto con Ernesto, ahora también trabaja Agustín, su hijo. “Somos cuatro generaciones de Argento que siempre estuvieron al frente del salón. Lo fundó mi abuelo, José Argento, el verdadero Pepe, afirmó divertido Ernesto, en clara alusión al personaje de Guillermo Francella. “Después siguieron mis tíos y mi padre, que se también se llamaba Ernesto. Con el tiempo, y después de aprender el oficio, me hice cargo yo, y ahora me acompaña Agustín. Es decir, cuatro generaciones de la familia estuvieron al frente del local. Otra característica inusual para un comercio de este tipo”, señaló.

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Traspasar el umbral de Casa Argento es un viaje directo y sin escalas a la Buenos Aires de la década del 20 del siglo pasado. Muebles de madera de estilo, relojes de pared, sillones de cuero elevados, apoyapiés de bronce, dominan la escena del lugar. Tal como si se tratara de una verdadera cápsula del tiempo.

La ambientación del lugar se completa con paredes empapeladas y recubiertas con madera (boiserie), cuadros, relojes tallados a mano por el artista Jorge Argento, tío de Ernesto. A tal punto llega la decoración de época, que el local fue utilizado como set de filmación (ver aparte).

Adornos de época, fotos familiares y de equipos y jugadores de fútbol de diferentes décadas, algunos de los cuales llegaron a convertirse en clientes también “adornan” el local. Entre las fotos se destacan las de San Lorenzo de Almagro, cuadro del que José era hincha. Y sobre todo una. La del equipo de 1946, cuya delantera estaba formada por Armando Farro, René Pontoni y Rinaldo Martino que está firmada y dedicada por los jugadores.

“Somos el único y último salón de lustrado en la Ciudad de Buenos Aires. Siempre estuvimos en el mismo lugar, en pleno Microcentro. Imaginate que los clientes vienen de memoria”, se ufana Argento, sin perder la amabilidad y cordialidad que lo caracterizan, según cuentan a este diario algunos de sus clientes que esperan ser atendidos. “Tenemos familias que ya van por la tercera generación de clientes. Empezaron sus abuelos y hoy vienen los nietos”, destacó el responsable del local.

En este sentido, entre los clientes habituales del salón de lustrar figuran Adrián Ventura, Alberto Muney, Guillermo Coppola, Claudio Zuchovicki, Víctor Bugge, el fotógrafo de la Casa Rosada, exfutbolistas y exárbitros de todas la épocas, como Carlos Coradina o Héctor Baldassi, Alberto Márcico, Carlos Randazzo, por citar alguno de ellos. Políticos y funcionarios gubernamentales, de todos los partidos y facciones, son clientes del Salón Argento. Dada su ubicación, frente a la Bolsa de Comercio porteña, no resulta extraño encontrar agentes de bolsa o al actual presidente de esa institución, Adelmo Gabi. “Acá nunca hubo problemas de grieta o peleas por partidos políticos. Sí alguna que otra discusión, pero nunca hubo problemas. Muchos vienen acá y lo toman como un relax de sus actividades”, aseguró Ernesto, mientras entrega una jugada de Quiniela. “Al mismo tiempo que era salón de lustrado, también se vendían los billetes de lotería y luego fuimos una agencia tradicional”, explicó.

Si bien siempre fue una “casa para caballeros”, con el paso de los años y atentos a los cambios que corren, poco a poco las mujeres fueron ganando terreno en el lugar. “Primero dejaban la bolsita con uno o dos pares de zapatos para lustrar, sobre todo los viernes. Después esas mismas mujeres, muchas de las cuales trabajan en oficinas de la zona, comenzaron a entrar y a lustrarse su calzado”.

 

Técnica de lustrado. Ernesto recuerda que las primeras enseñanzas de este oficio artesanal se las dio su padre cuando comenzó a ganar presencia en el salón.

“Mi viejo siempre decía que pasar el cepillo de lustre es como tocar el violín. Vas y venís de manera constante, sin perder el ritmo”. En este sentido, Argento explica que lo primero que se hace es aplicar tinta, tanto en el taco como en la bira (borde de la suela del zapato) después una capa de pomada y se le da “la primera mano del cepillo”, y luego, la segunda. “El brillo final se lo doy con un retazo de jean, no uso franela. Es una técnica que se usó siempre acá. Y después se pasa el cepillo que, como decía mi viejo, es como tocar el violín. Ida y vuelta varias veces, que pase la cerda por todo el zapato”, reveló, casi como un secreto, y por último, Argento, quien si bien no vende zapatos como el personaje de Francella, sí los lustra y los deja como nuevos.

 

Ficción y realidad

A tal punto llega el estilo de la decoración interior del local de Casa Argento, que el lugar fue utilizado como set de filmación para la película La señal (2007), dirigida por Ricardo Darín y Martín Hodara, protagonizada por el propio Darín, Diego Peretti y Julieta Díaz. En un momento del policial, Darín y Peretti aparecen sentados sobre los sillones del salón conversando. “Estuvieron cuatro días filmando para unos breves minutos de la película”, recordó Ernesto Argento durante su charla con PERFIL.

Otro de los temas que resaltó Argento fue el que tiene que ver con la reconversión del Microcentro, sobre todo durante y después de la pandemia.

“El Microcentro no es lo que era antes. Hasta que dejaron de pasar las líneas de colectivos por la puerta del local, estábamos abiertos hasta las 21, ahora a las 17 ya no queda nadie. Hubo épocas en las que el local estaba abierto los sábados hasta las 16. Eran otros tiempos, otra forma de vivir, muy distinta a la actual”, reseñó.

Respecto de los tiempos de la pandemia, Argento contó que fue la única vez que tuvo que cerrar sus puertas. “En cien años vivimos golpes de Estado, cambios de rumbo económico, manifestaciones y festejos, pero nunca tuvimos que cerrar como en esos años”, concluyó el dueño de la casa más antigua de lustre de zapatos de la ciudad.