SOCIEDAD
Turquía, sorpresa interreligiosa

La verdadera Epifanía católica fue la de San Pablo derrotando a la virgen Artemisa

El escondite de María, la prédica de Juan, el Concilio del 431 y, sobre todo, la llegada de Pablo de Tarso como gran orfebre de la organización eclesiástica hicieron de Efeso el epicentro del triunfo mundial del cristianismo. Por qué no fue Nerón sino la diosa griega de la fertilidad el verdadero contrincante de Pablo, el santo turco.

Artemisa, la diosa griega
Artemisa en el Olimpo griego y Diana, para los romanos; la diosa de las vírgenes y la fertilidad, según la imaginación de François Boucher. | Cedoc Perfil

“El mármol es resbaladizo, pisen el menos brillante, porque en ese se sentirán más firmes”, recomienda Mehmet Tunali, el turco fornido que nos guía bajo el sol abrasador del Egeo, en Efeso, Turquía.

Allí, en este país musulmán, se encuentra una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo que aún quedan en pie: el Templo de Artemisa. Decir  “en pie” es una aproximación.

Efeso todavía arranca en los turistas los suspiros que despertaba cuando era una metrópoli portuaria del Mediterráneo, punto comercial intermedio rumbo al Mar Negro, entre el lujo asiático y el poder del imperio romano. En Efeso, el colosal Templo de Artemisa que había ordenado construir Creso, el último rey de Lidia (-546) antes de que su vasto territorio en la actual Anatolia cayera bajo las armas persas, había requerido 120 años para levantarse. 

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Tal era su magnificencia que el griego Antípatro de Sidón escribió, al conocerlo, que su prestancia superaba a los Jardines Colgantes de Babilonia, el Coloso de Rodas y el Mausoleo de Halicarnaso, las otras Maravillas del Mundo Antiguo. “Su inmensidad se perdía entre las nubes y competía con el brillo del Sol”, escribió.

Templo de Artemisa, en Efeso, Turquía
Templo de Artemisa, en Efeso, tal como fue reconstruido en una maqueta.

Un incendio intencional lo destruyó en el año 356 a. C. y, por tanto, ninguno de los protagonistas de esta historia que escucharán, lo conoció en su esplendor. Sin embargo, en el primer siglo de nuestra era, cuando sólo habían pasado unas décadas del nacimiento de Jesucristo y su crucifixión salvaje era una herida abierta en el mundo, Efeso todavía lucía la corona que había heredado de la fenicia Tiro.

Era una metrópoli asiática próspera y Roma le disputaba protagosnismo, sebada por todos los bienes y servicios que le llegaban desde Alejandría, también gloriosa antes de que borraran del mapa a Cleopatra. Arsínoe, la hermana de la última faraona, fue asesinada aquí por los romanos y también enterrada en este territorio turco.

 

Artemisa, virgen en Efeso

Aunque Efeso y el Templo de Artemisa hoy sean sólo ruinas, hay brillos que nunca se apagan del todo, ni siquiera cuando sólo vencen la fugacidad de la vida con un conjunto de columnas magníficas, aristocráticos frontones griegos y descomunales mármoles turcos candentes, reverberando aun sus viejas glorias bajo el sol.

Para constatar la jerarquía de Efeso en el mundo del arte y la fe, la aerolínea Turkish Airlines llevó a PERFIL hasta Turquía y luego a Efeso, la ciudad de Medio Oriente que, en la Biblia, está mencionada como una de las 12 que conformaban Jonia. 

La Epifanía, la Adoración de los Reyes Magos... no eran reyes ni tampoco magos, sino personajes del satu quo de Oriente que habían seguido la estrella de Belén para expresar su aceptación al nuevo orden mundial"

Turquía tiene las ruinas griegas y romanas mejor conservadas del mundo”, se ufana Mehmet y no le preocupa que su orgullo llegue antes que sus palabras. 

Éfeso tenía 230.000 pobladores cuando la Virgen María, San Juan y San Pablo eligieron la actual Turquía como nuevo horizonte. 

 Ruinas de Efeso en Turquía 20250103
Efeso conserva el anfiteatro a cielo abierto, con impronta griega, impecable.

Unas tres horas de caminata bajo el sol implacable de los turcos permiten recorrer 2 kilómetros de los restos de una ciudad entera, con calles color terracota (“la lluvia ácida amarrona el mármol”, explica Mehmet), los Pilares de Hércules, acueductos intactos que bajaban de las montañas y alimentaban baños públicos (mujeres a un lado y hombres, del otro), la escultura de Nike, infinidad de columnas enteras, muchas más en trozos listos para armar como Mis Ladrillos, y millones de fragmentos de un rompecabezas de milenarias piedras sabias a izquierda y derecha. 

Ese Rodeo Drive romano, Patrimonio de la Humanidad desde 2015, conduce inexorablemente a dos obras magníficas: un anfiteatro bajo el cielo limpio, con gradas casi intactas que supieron albergar a 25.000 almas en sus tiempos de gloria; y la impresionante Biblioteca de Celsus. 

Respecto al anfiteatro, maravilla comprobar cómo la arquitectura romana replicó la griega, reproduciendo la estructura teatral de gradas ascendentes, la orquesta en primer plano, y el escenario (skene) detrás del sitio dedicado a los músicos.

 

Efeso, Artemisa y la biblioteca turca

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Efeso. Demoró 8 años reconstruir la Biblioteca de Celso, una joyita que albergó 12.000 rollos y fue la tercera del mundo.

El dueño de la Biblioteca, Tiberius Iulius Celsus Polemaeanus (Tiberio Julio Celso Polemeano), fue el primer griego (nativo de Sardes, actual Turquía) que llegó a senador en Roma en el año 92 y luego fue ascendido a Procónsul de Asia, una provincia cuya capital se encontraba en Efeso. 

Celso (Celsus) fue rico, poderoso y construyó en vida una Biblioteca mirando al Este para tener más horas de luz natural hasta envejecer leyendo los 12.000 rollos (libros) propios que guardaban sus estanterías. 

En su época, su biblioteca fue la tercera del mundo antiguo detrás de las de Alejandría y Pérgamo, hecho que demuestra que, además de sembrar de leyes y guerras el planeta, los romanos también construyeron centros del saber. 

Además, adelantándose a Jorge Luis Borges, Celsus  planeó que lo enterraran en su Biblioteca –donde todavía yacen sus restos, bajo los mármoles del tiempo. 

Aunque su aspecto hace pensar que así como estaba todo quedó, el complejo de dos niveles sostenidos por columnas corintias fue reconstruido durante 8 años y se reinauguró en 1978

Al lugar se accede por una fachada de cuatro ingresos, flanqueados por cuatro estatuas que son réplicas idénticas de las originales, que no se sabe porqué hoy están en el Museo de Éfeso, en Viena. En cada una de las 4 entradas, un nicho cobija las esculturas de Sofía (diosa de la sabiduría), Episteme (diosa del conocimiento), Ennoia (diosa de la inteligencia) y Areté (diosa de la virtud).


La virgen Artemisa 

Hablemos de Artemisa, la diosa que en los albores del cristianismo fue la mayor enemiga de San Pablo de Tarso, mucho más que Nerón, quien el fin de cuentas sólo sería el responsable de haber tomado la decisión que nadie tomaba: decapitarlo en Roma por fomentar el culto herético del advenedizo Jesucristo, el dios hecho hombre que cambiaría el calendario y la historia para siempre.

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San Pablo, nacido en Tarso, Turquía, con el prenombre judío Saulo. Era ciudadano romano.

Efectivamente, nacido en el año 10 con el nombre de Saulo, en la próspera ciudad de Tarso, capital de la provincia de Cilicia (romana desde el 64 a.C), San Pablo era turco. Y además era judío. Fue además contemporáneo de Jesús, aunque no llegó a conocerlo. 

La conjunción de cuatro hechos hizo que su paso por la historia de la iglesia apostólica romana fuera una bisagra para la consagración del cristianismo como el nuevo orden mundial.

Pablo tenía ondas raíces judías (él mismo cazaba judíos traidores en las sinagogas); era culto y hablaba griego; su posición de ciudadano romano fue una muy útil carta de presentación para fundar varios de los primeros centros cristianos que tuvo Asia Menor; y, por último, la conversión lo alcanzó cuando “vio” a Jesús, camino a Damasco. Un breve diálogo de 15 palabras que cambió a la humanidad:

-Saulo, ¿por qué me persigues? 

-Quién eres tú?

-Yo soy Jesús, a quién tu persigues.

Desde entonces, Saulo dejó Tarso para ser un predicador peripatético al servicio de Dios. Su ingreso a la cristiandad no fue un cambio de nombres sino una elección. Como ciudadano romano, tenía un prenombre familiar –judío en su caso-, Saulo, que significaba “llamado”; Paulus era su nombre romano (“pequeño). Siendo libre, Saulo aceptó la invocación divina y con ello, ser esclavo del Mesías. Un nuevo y único Dios absorbente, que demandaba entrega total y difusión en una geografía política completamente adversa. 

Como todo cristiano fervoroso de la primera hora Pablo sabía que Cristo pedía evangelizar, es decir: viajar

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En Efeso, San Pablo vivió experiencias terribles durante su trvesía por Asia Menor. Artemisa se la hizo muy difícil.

Pablo fue un viajero incansable. Basándose en fuentes, sus historiadores estructuraron sus misiones en torno a tres viajes: el primero, desde Chipre a Derbe, significó una caminata de 1.000 kilómetros; el segundo, desde Tarso, lo hizo deambular por varias regiones de Galacia y Misia, un lento peregrinaje de por lo menos 2.000 kilómetros. 

Y por último, un tercer periplo que lo llevó de su Tarso natal hasta Efeso, pero con un regreso forzoso, primero por tierra y luego por barco, hasta Jerusalén, hacia donde quiso llevar las donaciones para los católicos tan perseguidos como él, pero más pobres (sí, San Pablo inventó las colectas cristianas). Una travesía efesiana de más de 1700 kilómetros que uno hoy calificaría como off road, atravesando peligros en cada esquina y una naturaleza inhóspita por desiertos, laberintos y montañas. 

El mismo Pablo lo describió así: “En peligros de muerte he estado muchas veces. Cinco veces recibí de los judíos cuarenta azotes menos uno. Tres veces fui azotado con varas; una vez fui apedreado; tres veces padecí naufragio; un día y una noche pasé en el abismo. (…) peligros de salteadores; peligros de los de mi raza; peligros de los gentiles; peligros en la ciudad; peligros en despoblado; peligros en el mar; peligros entre falsos hermanos; trabajos y fatigas; noches sin dormir muchas veces, hambre y sed, frío y desnudez. Y aparte de otras cosas, mi responsabilidad diaria: la preocupación por todas las iglesias”, contó en la Segunda carta a los Corintios.

Desde los primeros tiempos de su conversión, sus detractores pusieron precio a su cabeza. El templo Bab Kisan, por ejemplo, ya es un centro de peregrinación en Damasco porque allí protagonizó historias rocambolescas cuando sus seguidores lo salvaron de la vendetta judía sacándolo del interior escondido en un canasto de ropa sucia. 

 

San Pablo lucha contra Artemisa

Tras seis años con interrupciones en Siria, una de sus luchas más aguerridas tuvo a Efeso como escenario. Aunque la divinidad fuera inmaterial, el panteón olímpico graficaba a Artemisa, la diosa griega melliza de Apolo, como una guerrera tenaz y esta suerte de Vestal terminó siendo su peor adversario.

Denominada Diana por los romanos, era la protectora de la naturaleza, los bosques, la Luna y, ante todo, una cazadora salvaje que se mostraba en sandalias, con prendas despojadas, intimidando con arco y flechas siempre a mano, dispuesta a rematar en el blanco. Artemisa era la diosa de las mujeres vírgenes, protegía a las doncellas y a las madres parturientas. Lo que defendía a flechazos era la virginidad. 

A través de sus epístolas, escritos auténticos y otros algo más sospechosos, se cree que Pablo era un férreo defensor no sólo del celibato sino también de la virginidad. Para algunos, fue soltero toda su vida; para otros, un viudo que nunca quiso volver a casarse. Lo cierto es que nadie discute la autenticidad de lo que escribió en su Primera carta a los Corintios: “Digo a los solteros y a las viudas, ‘bueno es que se queden como yo estoy’ ”. 

Entonces, Pablo y Artemisa ¿no coincidían, buscando ambos lo mismo? Sí, pero una era pagana y el otro, el mensajero de una Nueva Alianza, no confundamos.

Diosa Griega Artemisa 20250103
Artemisa, la diosa griega que los romanos rebautizaron como Diana. Era cazadora.

Se cree que Pablo estuvo en Efeso entre los años 54 y 57 de nuestra era; para otros, fue entre el 51 y el 54. Lo cierto es que durante esos tres años, Efeso fue el cuartel general de su misión y desde allí impartía órdenes y decisiones a todo el equipo de predicadores que comandaba con mano de hierro. Su presencia en la actual ciudad turca coincidió con una huelga de enorme magnitud para los orfebres y, sobre todo, para el liderazgo de Artemisa.

La estatua de Artemisa, en el templo homónimo, era la imagen más venerada de toda Grecia, Roma y Asia Menor. Entre quienes más contribuyeron a su marketing, estaban los trabajadores de la plata y otros metales, sobre todo los siete hijos exorcistas de un sacerdote judío que, liderados por un tal Demetrio, protagonizaron lo que se conoce como “la revuelta de los plateros”. 

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Sacando tajada de la popularidad de la diosa de las vírgenes, los trabajadores del metal habían encontrado una manera de hacer dinero fácil: fabricar pequeñas réplicas de la estatua de Artemisa, con santuario y todo. ¡Blasfemia! 

Este made in Efeso que hoy no nos sorprendería escandalizaba a Pablo. Tanto es así que Hechos de los Apóstoles no se privó de citar las arengas de Demetrio a los miembros de su cooperativa, porque el judío converso –Pablo- quería destronar a su diosa favorita, con “el cuento” de la pasión y muerte de su Dios hecho carne, y así llevarlos a la ruina: 

“Compañeros, vosotros sabéis que a esta industria debemos el bienestar; pero estáis viendo y oyendo decir que no solamente en Efeso, sino en casi toda el Asia, ese Pablo persuade y aparta a mucha gente, diciendo que no son dioses los que se fabrican con las manos. Y esto no solamente trae el peligro de que nuestra profesión caiga en descrédito sino también de que el templo de la gran diosa Artemisa sea tenido en nada y venga a ser despojada de su grandeza aquella a quien adora toda el Asia y toda la Tierra”, consta en Hechos de los Apóstoles 19, 25-27.

Es decir, Demetrio puso en palabras el calibre de la revolución que causaba la venida del Mesías cristiano, destinado a subvertir el orbe de creencias hasta entonces vigente. Tal fue sin dudas el significado de la Epifanía, la Adoración de los Reyes Magos, que no eran reyes ni tampoco magos, sino personajes del statu quo de Oriente que habían seguido la estrella de Belén, con rumbo Oeste, para expresar su aceptación –y subordinación- al nuevo orden. Sí, el mundo estaba cambiando.

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A ojos de sus contemporáneos, el plan paulista fue un fracaso: terminó preso en Jerusalén, luego en Roma y nunca cumplió su sueño de conquistar Hispania con el mensaje de Cristo.

En perspectiva, sin embargo, desde su centro de operaciones en Efeso, Pablo terminó de consagrar la Epifanía del mensaje simbólico del 6 de enero. Fue el orfebre de la cristiandad, el maestro de una red imperecedera trazada con pequeños pasos de sangre, conversión y sacrificios.

 

Pablo, María y Juan en Efeso

Esto no es todo lo que Turquía tiene para mostrar a los cristianos. Exactamente a 6 kilómetros de estas ruinas de Efeso, en la cima de Bülbül Dag (“La colina del Ruiseñor”), sobre las suaves laderas del monte Solmiso, una cabina de madera con tejas rojas indica “Mereyemana Evi”, en turco “la casa de Nuestra Madre María”.  Sí, precedida por el alto mástil de la contundente bandera roja de Turquía, esta es la última morada de la Virgen madre de Jesús

Casa de Virgen María en Efeso 20240805
En Efeso se encuentra la última casa donde vivió la Virgen María hasta morir y ser transportada al cielo por ángeles.

.Alrededor del 40-4 a. C, Jesús nació bajo el reinado de Herodes I el Grande. Su nieto, Herodes Agripa I rey de Palestina, mencionado simplemente Herodes en la Biblia), era el nuevo rey cuando Jesús murió y María debió huir para salvar su vida mediante un larguísimo peregrinaje. 

Casa de Virgen María en Efeso 20240731
La última casa de la Virgen María, en Efeso, Esmirna, es un centro de peregrinación mundial.

Sin embargo, hasta el mal tiene su fin: Herodes murió en el 44 d. C.. año en que se presume que María  llegó a Efeso, acompañada por Juan (en la cruz, Jesús le había pedido que la cuidara como si fuera su propia madre). Entonces, se quedaron en la ciudad turca.

Efeso honra a su tercer habitante más ilustre con la Basílica de San Juan, construida en el siglo VI por el emperador Justiniano I, en el sitio exacto en donde se cree que Juan de Éfeso fue enterrado. 

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Desterrado a la isla de Patmos por el emperador Domiciano, Juan quería morir en esta ciudad de tantos recuerdos imborrables y, cuando -se supone- tenía 100 años, logró regresar a Efeso. 

Sus restos fueron enterrados en la ladera de la Colina Ayasoluk, donde estaba la basílica original y sobre la cual Justiniano construyó la suya. Hoy sólo se ven vestigios de todas, ya que la de Justiniano también fue destruida en el siglo XV por las tropas de Tamerlán.

En tiempos de Constantino, Efeso tuvo la primera basílica de la cristiandad dedicada a la Madre de Jesús y no estaba muy lejos de Selçuk, donde hallaron su última vivienda y desde donde su cuerpo fue elevado al cielo por los ángeles. 

Esa primera iglesia dedicada a María fue la sede del Concilio Ecuménico de Éfeso (431), encuentro en que se oficializó el culto mariano.

 

Efeso, destino de la cristiandad en Turquía

Turquía es hoy entonces, un espacio riquísimo de confluencia cultural interreligiosa y la compañía Turkish Airlines, la elección más apropiada para llegar a destino empezando a sentirse como en casa desde las horas de vuelo. 

Un dato que pesa en la compra de tickets es que a los pasajeros con conexiones de más de 6 horas de demora en Estambul, se les ofrece sin costo una noche de hotel (o dos, según el caso) para conocer la bellísima ciudad turca mientras esperan. También tienen armadas visitas guiadas a los puntos más imprescindibles, pero con regreso al Aeropuerto en el día.

Nuevo Aeropuerto de Estambul 20240627

La aerolínea de bandera turca, que nació en 1933 con cinco aviones, dispone hoy de casi un centenar más de aeronaves que destinos cubiertos, y dejó atrás a varias competidoras. Con 439 unidades (de pasajeros y de carga) cubre 345 destinos diferentes en todo el mundo; 53 son turcos y todo el resto, internacionales, distribuidos en 129 países. Argentina es uno de ellos y la empresa tiene sumo interés en el mercado latinoamericano.

El lugar más estratégico para hospedarse “a la turca” se encuentra a una hora de Efeso, en Alaçati, Esmirna (Izmir), hoy la tercera ciudad más importante del país. 

Hotel The Stay Boulevard Nisantasi, Estambul, Turquía 20240705
The Stay. Hoteles boutique en Estambul y Alaçati, bien a la turca.

Allí, The Stay Warehouse Alaçati es un selecto hotel boutique (€ 450 la doble por noche, con desayuno tradicional de una docena de platitos) que, por comodidad, sustentabilidad y cercanía con las playas del Egeo y las ruinas de Efeso, es el refugio elegido por varias celebridades del showbusiness y las finanzas.

The Stay era –y sigue siendo- la vivienda del productor de espectáculos Muzaffer Yildirim, que allí dejó a su perro border collie, casi como anfitrión.

En sus 24 suites todo es lujo rústico, vintage y moderno a la vez: en cada cuarto hay tocadiscos, vinilos y discos de pasta; mini heladeras como las Siam, pero coloradas; prendas de lino y algodón orgánicos, amenities ecológicos, etc. El arte, los encuentros culturales, una barra y un piano se comparten en un inmenso living descontracturado y acogedor. 

Desde luego, el menú de The Stay es mediterráneo y sea cual fuere el plato elegido, no faltarán aceitunas, el mejor aceite de oliva, los quesos de cabra, el yogur, los frutos secos, las verduras de sabores auténticos, la masa philo rellena de miel sabrosa y los vinos que dieron su merecida fama a Baco.