SOCIEDAD
Contra el "carewashing"

"Jefe, basta de mimos para los empleados en la oficina, nos está alienando"

Hasta hace pocos años, las empresas que ofrecían refrigerios gratis, mesas de ping pong, metegoles o clases de yoga eran vistas como la panacea del ambiente laboral, escenarios tan impactantes que hasta eran objetos de admiración o mofa en series y películas. La pandemia arrasó con ese concepto, y hoy es más importante trabajar desde casa o poder irse de la oficina después de cumplir el horario de trabajo.

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Un día en la oficina (con beneficios) | Cedoc Perfil

El flexible idioma inglés se caracteriza por expandir continuamente el sentido de sus palabras y generar interesantes neologismos. En las últimas décadas surgieron, por ejemplo, muchos que terminan con la palabra "washing" (lavar), que se refieren a tendencias que se aprovechan de alguna causa noble para fomentar los intereses propios. Uno de los más famosos es pinkwashing, la práctica de reconocer y promover la lucha por las libertades de la comunidad LGBTQ pero superficialmente, "como una estratagema para desviar la atención de lealtades y actividades que de hecho son hostiles a dichas libertades", según explica Dictionary.com. 

En otro terreno, pinkwashing se aplica también al aprovechamiento, a menudo inescrupuloso, de la lucha contra el cáncer de mama para vender remeras o lo que sea. Según el popular sitio de lenguaje urbano estadounidense y slang Urban Dictionary, este tipo de washing rosa ocurre cuando se utiliza "el cáncer de mama para hacer sentir culpables a los consumidores y obligarlos a comprar un producto" que, si no hubiera sido por esa conexión con la lucha contra esa enfermedad, "no habrían comprado".

También existen greenwashing (el marketing "verde" al que realmente no le importa un pepino el medio ambiente, una estrategia que en español se conoce también como "ecoimpostura"), momwashing (cuando un gobierno dice que toma o tomará medidas para favorecer a las madres pero en realidad no hace nada) y purplewashing, como se denomina a la práctica de empresas que declaman su apoyo a la igualdad de género en actos y publicidades pero se quedan en eso.

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Últimamente apareció otra versión del washing, que apunta a un tema más acotado. Al ser más puntual es en general también más complicado: se trata del carewashing, que se registra cuando las grandes empresas parecen "mimar" a sus empleados con lecciones de yoga, masajes gratis y cafeterías cuando, en realidad, lo que están haciendo es alienar a sus trabajadores y hundirlos en su ideología de trabajar duro y ponerse la camiseta de la compañía (hasta que se dan cuenta de que los sueldos no aumentan tanto y que deben trabajar cada vez más horas). 

El Harvard Business Review, la famosa publicación de la Escuela de Negocios Harvard (parte del grupo de la no menos famosa universidad de Cambridge, en Massachusetts), le dedicó en estos días un sesudo análisis al fenómeno del carewashing, donde apuntó que, en especial en estos tiempos de post-pandemia, "demasiadas" empresas "con culturas insostenibles de 'trabajar duro, jugar duro' creen que cumplir con algunas reglas de bienestar" para los empleados, "ofreciendo capacitación en mindfulness o clases de yoga las califica como empresas con una cultura positiva y segura" cuando, en realidad, simplemente están cometiendo carewashing.

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Un poco de ping-pong entre reunión y reunión

Al igual que el término más conocido greenwashing, carewashing deriva de whitewashing: "encubrir o dar un giro engañoso al incumplimiento de algún compromiso, afirmación declarada o norma", recuerda el artículo de Maren Gube, Cynthia Mathieu y Debra Sabatini Hennelly. "En una época en la que el bienestar de los empleados ha estado inequívocamente ligado al desempeño organizacional y, sin embargo, los trabajadores históricamente están descontentos, los líderes deben hacer todo lo que esté a su alcance para brindar lugares de trabajo saludables y motivadores", pero -al parecer- ese no es siempre el caso.
Las autoras describen el carewashing como "una desalineación" entre lo que los altos ejecutivos "describen como culturas de cuidado (de sus empleados), "a menudo haciendo referencia a los valores declarados de la organización, y las experiencias diarias reales de los empleados en el trabajo".

Cuándo no, los Simpson

El hecho de que los "mimos" para los empleados pueden ser también síntomas de empresas disfuncionales ya fue señalado, cuando no, por los guionistas de Los Simpson. En "Baby You Can't Drive My Car" (de la temporada treinta de la serie, emitido en noviembre de 2018), Homero es absurdamente contratado por la startup CarGo para probar sus coches autónomos en las calles de Springfield. El papá de Lisa y Bart se pasa horas sentado en el auto recorriendo la ciudad sin tener que manejar, tomando café y comiendo buñuelos. Luego, también Marge es contratada por CarGo, pero para "levantar la moral" de los empleados, que se la pasan trabajando sin parar.

¿El método? Una catarata de "mimos" como paredes para escalar, otros jueguitos y un montón de comida gratis. 
Los "perks" (beneficios laborales, en este caso los más modernos y cool) ya habían sido tomados en solfa en la película The Internship, de 2013, protagonizada por Vince Vaughn y Owen Wilson, quienes interpretan a un par de desempleados maduritos seducidos por los coloridos beneficios de trabajar en Google, uno de los más grandes símbolos del supuesto "aprecio" por sus trabajadores. 

Las cosas dejaron de ser divertidas después de la pandemia, apuntaron las autoras de la nota en el Review. Pasado el COVID 19, "los empleados han experimentado niveles récord de estrés y agotamiento y se sienten cada vez más atraídos por organizaciones con culturas que apoyan el bienestar en el trabajo", recordaron. Pero luego citaron una encuesta de Gallup de 2024 según la cual el porcentaje de empleados que está totalmente de acuerdo en que su organización se preocupa por su bienestar general se redujo del 49% en 2020 al 21% en 2024. 

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Marge y Homero en la sala de juegos de CarGo

En un momento en que el bienestar de los empleados está "inequívocamente ligado al desempeño organizacional y, sin embargo, los trabajadores históricamente están descontentos, particularmente a raíz del trauma compartido de una pandemia", señalan, los directivos de las empresas deberían "hacer todo lo que esté a su alcance para brindar lugares de trabajo saludables y motivadores", más allá de clases gratuitas de yoga, cafeterías subsidiadas y pelotas de pilates

¿El home office es el verdadero wellness?

Gran parte de los trabajadores "ya no valoran tanto como antes" esos elementos provistos por las empresas, le dice a PERFIL el especialista en recursos humanos Diego Quindimil. "Hoy los empleados valoran poder elegir, la flexibilidad, el propósito de la tarea y la empresa", añade, Por ejemplo, apunta, "en algunas oficinas de Google alrededor del mundo los empleados tienen la comida gratis, de lujo, masajes, cursos de lo que quieras, pero igualmente mucho de esos trabajadores están quemados, pensando que les gustaría poder dejar la organización, pero no pueden porque los salarios y las acciones que reciben son muy importantes". 

En sintonía con las expertas de Harvard, el psicólogo Quindimil describe que "es lo que se conoce como la jaula de oro: esos empleados están rodeados de oro pero atrapados, y eso es alienante". Peor todavía en "aquellas empresas que obligan a las personas a volver a la presencialidad: ahí todo el wellness se va al tacho, porque hoy la práctica del home ofice y la flexibilidad es el verdadero wellness", asegura.

- ¿Recuerda cómo fue desembarcando esta tendencia en Argentina?

- Lo primero que empecé a ver es lo que en la cultura organizacional se conoce como los "artefactos", es decir aquellos aspectos mas visibles en relación al wellness. Allá por los finales del año 2000 aparecen los metegoles, las mesas de ping-pong y los primeros "guitar hero" en las empresas. El problema es que se usaban tímidamente por temor al "cómo me van a mirar". Más tarde llegaron las salas con puffs y algún aro de basquet para ser más creativos. Después aparecieron las pausas activas (espacios para hacer elongación y movimientos físicos) y prácticas más recientes como el yoga y el mindfulness

Todo esto siempre a nivel de lo visible, porque la verdad es que en términos generales no tenía mucho impacto real, más allá de algunos adeptos a esos "artefactos" y prácticas. 

Recién después de la pandemia se empieza a generalizar el concepto de bienestar en el trabajo y ahí podemos decir que hay una preocupación real en algunas empresas, no todas, sobre la comodidad para las personas. Entendiendo, claro, que el bienestar organizacional y el bienestar personal se vinculan de manera determinante y ambos impactan en el compromiso de los empleados con la organización.

- ¿Cuáles son los elementos más comunes del "care" o del "wellness" en las oficinas y lugares de trabajo corporativo en Argentina? ¿Existen también en las pymes?

- Hace algunos cuantos años trabajé con un cliente que tenía en su empresa un gimnasio muy profesional, mesa de ping-pong, un espacio para correr indoor y outdoor, cancha de fútbol, salón con parrilla. Y se usaba muy poco. Cuando le pregunté a los empleados por qué no aprovechan ese espacio, lo que me decían es "yo quiero terminar de hacer mi trabajo en mis ocho horas y me quiero ir rápido a hacer mis cosas fuera de acá". 

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Para Quindimil, la flexibilidad laboral es ahora más importante que los metegoles en la oficina

Lo que a las personas les interesa hoy, más que los "artefactos", son los valores que promueve la organización. Es decir si esto del "care" o el "wellness" es un valor de la empresa o si es el ya famoso "carewashing".  Hoy, después de la pandemia, lo que más valoran las personas es el equilibrio entre su vida laboral y su vida personal. 

Por su parte. el wellness hoy esta dado por el estilo de liderazgo, el clima laboral y la cultura organizacional mas que los "artefactos". En la pandemia, los líderes me decían: "estoy haciendo mas de psicólogo que de manager", y eso es algo que llego para quedarse. 

En ese sentido, hay algunas corporaciones que lo entendieron rápidamente y otras no. Lo mismo ocurre con las pymes.  Si bien los beneficios tales como la comida, el refrigerio, la cuota del gimnasio o una buena prepaga son valorados, hoy son parte de lo que se conoce como factores higiénicos. Es decir no generan mayor motivación y no mueven demasiado la aguja del bienestar. Obviamente no es lo mismo tener una oficina linda que una fea. Pero se valora mas la cercanía del hogar que otras cosas que suceden dentro de la empresa.