SOCIEDAD
Parte II

El Santo Sudario enfrenta a la ciencia con la ciencia

Los estudios realizados para determinar la autenticidad del Manto Sagrado, la veracidad de las manchas de sangre y el origen de la tela que cubrió por última vez el cuerpo de Jesús, contentan a todos: tanto exégetas piadosos como aprendices de brujo tienen de dónde agarrarse.

Santo Sudario, el primer estudio científico
El primer estudio científico exhaustivo del Santo Sudario lo realizó en 1978, un equipo de estadounidenses y colegas internacionales. Analizaron el manto durante 6 días seguidos, las 24 horas. | The Shroud of Turin Research Project

La tela más longeva de la historia textil, el Santo Sudario, es un dilema sin fin. 

Martirizado por orden de Herodes Antipa, acusado de “subversión al imperio romano” por Poncio Pilatos, y crucificado con la pena máxima en el monte Gólgota, a pedido de los mismos habitantes de Judea, en donde predicó el hijo de María y José, Jesús el Nazareno nacido en Galilea murió. Uniendo pistas presentes en los Evangelios, sucedió entre los años 30 y 33 del calendario juliano, hace 1.991 años.

Su desnudez se cubrió entonces con un lienzo que hasta el día de hoy mantiene en vilo a la humanidad entera. El Manto Sagrado, esa tela amarillenta  de 4,36 metros de largo por 1,11 metros de ancho se exhibe hoy (en realidad, una réplica) en la capilla Guarini, de la Catedral San Juan Bautista de Turín, en Italia, como anticipó la Parte I de esta nota, publicada hace unos días

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La preciada pieza tiene milagrosamente estampadas sobre sí dos representaciones monocromáticas, de frente y de espalda, opuestas por la cabeza, del cuerpo de un hombre de alrededor de 1,78 metros de altura, Jesús. ¿Jesús?

Como se anunció en la nota anterior, El Santo Sudario ya es el código Da Vinci del siglo XXI. Vetusto, milenario, con quemaduras y manchas rojizas, sobrevivió a dos incendios y es increíblemente sobrecogedor. 

Nadie supo de él hasta que un francés, Geoffroy de Charny, lo devolvió a la historia en 1355, cuando dijo –sin dar suficientes explicaciones- que lo tenía él. Así, sin más, el Santo Sudario había sobrevivido a las persecuciones cristianas, el recelo romano, las Cruzadas, la Inquisición. Y luego en forma providencial se salvaría incluso de la caída de Constantinopla, la conquista cristiana del Nuevo Mundo y la peste negra. Milagro, si los hay. Considerando su incalculable valor multimillonario en euros, semejante tesoro de la cristiandad debería estar guardado bajo siete llaves en el Museo Vaticano. ¿Por qué no lo está?

Santo Sudario, ciencia y fe

La historia fue muy otra. Gracias a la presencia del Santo Sudario, el colegiado de Lirey, fundado por Charney en Champagne, se convirtió en un centro de peregrinación mundial. 

Fue de gran ayuda el interesado gesto del Papa Clemente VII (1378-1394) que, en 1390, emitió una bula declarando que la reliquia santa era auténtica, que podría hacérsele misas y, a cambio de donaciones al papado de Aviñón y peregrinaciones para venerarla en Lirey, él concedería indulgencias.

Santo Sudario de Turín
El Santo Sudario de Turín. En el siglo XX, el original sólo se exhibió seis veces.

Comprado por la casa de Saboya, el Santo Sudario llegó a Italia y los Papas Sixto IV (1471-1484) y luego el aguerrido Julio II (1503 - 1513) decretaron que “era” el Santo Sudario y ratificaron su culto. 

Para los místicos de todos los tiempos, ese lienzo es la prueba de que la Pasión dolorosa de Cristo, lejos de ser leyenda bíblica, sucedió. 

Durante 100 años más nadie se atrevió a desmentir lo que estaba delante de todos: ese rostro no era falso, había existido; ese lienzo había cubierto un cuerpo exánime"

Para los detractores, sin embargo, esa tela no es auténtica y su argumento más atendible es que el lienzo que se tiene como la última prenda que cubrió los restos mortales de Jesús fue utilizada por algún actor durante una representación autosacramental del Medioevo

Precisamente, pequeñas escenas bíblicas escenificaban con un inusitado realismo -crucifixión incluida- el tema preferido de la sociedad teocéntrica: el Hijo de Dios más que un santo había sido un mártir. Hasta que un hecho inesperado devolvió el alma al cuerpo a los piadosos e hizo cambiar de opinión a muchos.

Nuevos hallazgos apuntan a que la huella de Jesucristo en el Santo Sudario de Turín es real

En 1898 Turín celebraba los 4 siglos de la Catedral de la ciudad y los 50 años del aniversario de la constitución italiana de Statuto Albertino (1848) a favor de la Casa de Saboya, poseedores originales del lienzo en cuestión, que ya habían “donado” al rey Umberto I de Italia. 

Como parte de la celebración, se organizó en Turín una exposición de arte sacro. ¿Y qué mejor que darse corte exhibiendo el Santo Sudario? Mientras algunos pintores dibujaban réplicas de la pieza, Barón Manno, jefe de la Comisión Sábana Santa, pidió al rey autorización para tomarle una fotografía a la mortaja de Jesucristo y como no tenían nada que perder, lo autorizaron. Mientras los artistas pintaban réplicas realistas del sudario, un nombre tomó fama mundial, Secondo Pia, el responsable de una segunda epifanía.

Santo Sudario de Turin
La fotografía de Secondo Pia (1898) y las pruebas de carbono 14 (1988) fueron contundentes; pero se oponían.

Sin saberlo, con su armatoste y sus cubetas de revelado, el fotógrafo aficionado cortaba las cintas de un nuevo campo de investigación, la sindonología, el estudio formal del Manto Sagrado.

El acto de tomar fotos significó no sólo la utilización de la primera bombilla de luz eléctrica en toda Italia, sino una completa revelación. Las imágenes tomadas por Secondo Pia revelaron que el lienzo que cubrió a Jesús tenía también estampada una imagen inversa mucho más clara que los débiles trazos frontales del rostro, confusos a simple vista.

Para los místicos de todos los tiempos, ese lienzo es la prueba de que la Pasión dolorosa de Cristo, lejos de ser leyenda bíblica, sucedió"

Secondo Pia pasó a la historia, porque durante 100 años más nadie se atrevió a desmentir lo que estaba delante de todos: ese rostro no era falso, había existido; ese lienzo había cubierto un cuerpo exánime. ¿Alguien se atrevería a decir que no había sido el del sacrificio apasionado de Cristo? No, de ninguna manera. 

Hasta que el hechizo se rompió el 13 de octubre de 1988 con la técnica de carbono 14 (C14), que dató el origen textil de la pieza entre 1260 y 1390.

Parecía el fin de la épica sacra pasionaria, pero fue solo un falso final que atizó pasiones de todos los frentes y confrontó a la ciencia con la ciencia. El caso no estaba cerrado ni lo está todavía hoy, 36 años más tarde. 

Santo Sudario puso a la ciencia contra la ciencia

Contra lo que pudiera predecirse en el siglo XX, el Vaticano logró dominar su ansiedad y eligió una postura cautelosa frente al tema. Lejos de “apasionarse”, dejó que por obra y gracia de alguna fuerza divina el debate recayera en el ring científico y con parsimonia se limitó a continuar legitimando con sangre fría la adoración del ícono de la Pasión del Hijo de Dios. 

Tanto es así que en todo el siglo XX, la pieza sólo se expuso seis veces. El mayor exabrupto lo cometió tal vez Juan XXIII cuando declaró que en el Santo Sudario él veía “la mano de Dios”.

 

Santo Sudario, el primer estudio científico
Juan XXIII dijo que en el Santo Sudario veía "la mano de Dios"; los científicos de STURP descubrieron porphirina y bilirrubina en las manchas de color rojo amarronado.

Hasta que el domingo 24 de mayo de 1998, el Papa Juan Pablo II visitó la Catedral de Turín, se arrodilló ante el Santo Sudario y dijo en voz alta, varias cosas: 

“Saludo a los peregrinos que durante el período de esta ostensión vienen de todo el mundo para contemplar uno de los signos más conmovedores del amor sufriente del Redentor. (…)

“Ante la Sábana santa, imagen intensa y conmovedora de un dolor indescriptible, deseo dar gracias al Señor por este don singular, que pide al creyente atención amorosa y disponibilidad plena al seguimiento del Señor.

La Sábana santa es un reto a la inteligencia. Ante todo, exige de cada hombre, en particular del investigador, un esfuerzo para captar con humildad el mensaje profundo que transmite a su razón y a su vida. La fascinación misteriosa que ejerce la Sábana Santa impulsa a formular preguntas sobre la relación entre ese lienzo sagrado y los hechos de la historia de Jesús. 

Santo Sudario de Turín
Santo Sudario. La que se exhibe en Turín es una réplica; el auténtico sobrevivió a dos incendios.

“Dado que no se trata de una materia de fe, la Iglesia no tiene competencia específica para pronunciarse sobre esas cuestiones. Encomienda a los científicos la tarea de continuar investigando para encontrar respuestas adecuadas a los interrogantes relacionados con este lienzo que, según la tradición, envolvió el cuerpo de nuestro Redentor cuando fue depuesto de la cruz. 

“La Iglesia los exhorta a afrontar el estudio de la Sábana santa sin actitudes preconcebidas, que den por descontado resultados que no son tales; los invita a actuar con libertad interior y respeto solícito, tanto en lo que respecta a la metodología científica como a la sensibilidad de los creyentes”, concluyó el Papa que, seis años antes había estado por acá, en tiempos de la Guerra de Malvinas, había conversado a solas con Galtieri, como también lo había hecho con la Reina Elizabeth, lejos de los fastos vaticanos.

Desde entonces, el Santo Sudario sería para los creyentes “el espejo del Evangelio” y la Pasión y Resurrección de Cristo, un tema cerrado; para la ciencia, un campo de batalla empírica e intelectual.

A partir de ese momento, los católicos más ortodoxos sintieron que la ciencia le hacía mal a la fe. ¿Qué se dijo?

 

¿Sangre o pintura roja? Responde la ciencia

Este es uno de los puntos más controversiales de todos los tiempos.

El lienzo sobre el cual se imprime la huella espectral del cuerpo de Jesús es, a cualquier ojo, una tela reseca, desgastada y amarillenta; la silueta del “mártir” parece una mancha de humedad; con forma, eso sí. 

Dispuestos a poner blanco sobre negro, mentira sobre verdad, en 1974 se formó, en la ciudad de Colorado, EE.UU, STURP (The Shroud of Turin Research Project), el primer equipo científico que, dirigido por el físico John Jackson, hizo –a la fecha- el más completo y exhaustivo estudio del Santo Sudario de Turín. 

El mayor exabrupto lo cometió tal vez Juan XXIII cuando declaró que en el Santo Sudario él veía 'la mano de Dios'"

Cuando los desapasionados científicos viajaron a la ciudad italiana, en 1978, habían planificado durante más de dos años todos los análisis, mediciones, experimentos y pruebas específicas posibles que harían in situ para recabar datos. Transportaron toneladas de instrumentos y el 8 de octubre se encerraron en el palacio real, contiguo a la capilla Guarini de la Catedral San Juan Bautista, y estuvieron allí estudiando 24 horas al día el lienzo más famoso de la humanidad, hasta el 13 de octubre.
 
Las conclusiones fueron muchas; citemos algunas:

-La coloración amarillenta de las fibras de lino es superficial;
-Las manchas rojizas contienen porphirina, un pigmento que interviene en la composición de la hemoglobina.  
-Encontraron proteínas y bilirrubina, un compuesto biliar que, parece confirmar la presencia de sangre en la tela analizada. 

Catedral San Juan Bautista de Turín, en Italia
Turín. En la Catedral San Juan Bautista se guarda el Santo Sudario.

A partir de este trabajo, el Profesor francés Gérard Lucotte, que hoy tiene 83 años, creó en 2004 el Instituto de Antropología genética molecular, con el único fin de reconstruir el ADN de Jesús a través de las reliquias que se le atribuyen.  

“Imagínese usted, armar la carta genética de Cristo” Eso sería un millón de veces el Código Da Vinci”, comentó  más con sorna que con entusiasmo el colega André Marion, ingeniero del Centro Nacional de la Investigación Científica en Francia (CNRS) 

Lucotte –que también analizó la sangre de Napoleón- hizo oídos sordos y anunció que identificó el grupo sanguíneo de los restos de sangre del sudario como AB factor RH positivo, uno muy inusual que sólo tiene el 3,4% de la población mundial; y entre la población judía sólo llega al 15%, según datos relevados por catholic.net.

Asunción de la Virgen María: Turquía le disputa a Jerusalén la última casa donde vivió

En caso de que lo necesitara, el microbiologista Lorenzo Garza Valdes respaldó públicamente a Lucotte, cuando aún era miembro de la Universidad de Texas, al afirmar taxativamente que “la sangre  que se encontró en el sudario era del tipo AB, un grupo raro actualmente, pero que era frecuente entre los judíos de Babilonia y de Galilea hace dos mil años. Perteneció a un hombre de 1,80 metros de altura y 78 kilogramos de peso”.

Sin embargo, la grieta se ensanchó cuando otros científicos no coincidieron plenamente con los resultados de STURP ni con la palmada en el hombro que aportó Gérard Lucotte.

El caso más sonado fue el de Walter Cox McCrone Jr. Considerado el padre de la microscopía moderna (en 1960 fundó en Chicago un centro de investigaciones que lleva su nombre), experto en cristalografía y un as en la identificación de partículas y análisis forense de todo lo “micro”. 

Santo Sudario de Turin
Las pruebas de Carbono 14 dataron en la Edad Media la impresión del cuerpo y el rostro de la figura humana.

Luego de haber sido miembro de STURP, McCrone se fue dando un portazo. Sus conclusiones eran diametralmente opuestas a las de sus colegas. 

En 1978, él mismo analizó 32 muestras del lienzo de Turín y determinó que cierta cantidad de ellas contenía óxido de hierro, un polvo rojo oscuro casi negruzco que se utiliza en la fabricación de cosméticos y tinturas desde la prehistoria. Por lo tanto, las manchas rojas del Manto Sagrado no serían de sangre sino de una sustancia que lo parecía.


Dónde se fabricó el Santo Sudario

“El Sudario de Turín es una sarga de lino crudo, tejida en espigas de tres puntos por uno. Lo esencial es que la técnica de tejido que permite obtener esta pieza nació en el siglo V, en China”, precisó a su vez Jean-Théo Flamme, un ingeniero textil especializado en tejidos de la antigüedad.  

Anacronismos al margen, si la tela con la que se confeccionó el sudario era china, ¿cómo llegó a Europa? Los telares que tejían tramas de 3x1 estaban en Lejano Oriente en el siglo X y no se exportaron a Europa hasta el siglo XII; recién en el siglo XVII se hicieron populares en el Viejo Continente. 

Santo Sudario de Turin
Santo Sudario. La impresión de la cara de Jesús estremece por igual a ateos y creyentes.

Todo no termina acá, desde luego. Para el investigador suizo Mechtild Flury-Lemberg, experto en historia textil y a la vez uno de los convocados oportunamente para restaurar el Manto Sagrado, la pieza ofrece notables semejanzas con fragmentos de telas tejidas hace 2000 años en Medio Oriente, descubiertas en las ruinas de Masada, en el Mar Muerto.  

En consecuencia la ciencia conforma a todos con sus variados argumentos. Ni devotos ortodoxos ni aprendices de brujo podrán lamentarse por la falta de datos que respalden sendas cruzadas. 

El Sudario, ¿clonación de Jesús?

Si al menos este cúmulo de datos no cierra el camino de la puesta en escena del martirio, dejémoslo por un momento de lado, ya que a la luz de los hechos se abre una nueva brecha: la clonación de Jesús o al menos una oportuna confusión de identidades.

El hijo de María y José no fue, en tiempos del emperador Tiberio Julio César, el único predicador que desestabilizaba el statu quo romano. De hecho, por mucho que incomodora el Nazareno con sus discursos revolucionarios, Pilatos no estaba convencido de que fuera culpable de las acusaciones de subversión presentadas por los integrantes del sanedrín judío. Para Herodes, era un “loco” como tantos otros.

Jesús debió comparecer no una vez sino dos veces ante el gobernador Pilatos, hasta que a éste finalmente no le quedó alternativa y debió homologar la pena capital impuesta por el sanedrín y ordenar que se ejecutara, como indicaba el derecho romano.

Si la llegada del hombre a la Luna ya es un minúsculo pasado frente a todas las maravillas del porvenir, determinar el ADN de Jesús, el Código Da Vinci del siglo XXI, parece solamente un poco más difícil que encontrar agua en otros sistemas solares. 

 

Gi