La causa que investiga el brutal asesinato del comandante mayor de Gendarmería, Guillermo Alfredo López (55), ocurrido el jueves 7 de noviembre pasado en El Palomar, avanzó con la identificación de los posibles autores, según confirmó Javier Alonso, ministro de seguridad de Buenos Aires.
“Estamos trabajando en encontrarlos y encerrarlos”, aseguró en declaraciones radiales. Y destacó: “A las 24 horas sabíamos quiénes eran. A las 48 horas teníamos el pedido de detención avalado por el fiscal y el juez”.
Si bien en el ataque actuaron cinco delincuentes, solo cuatro de ellos aparecen en las cámaras de seguridad que registraron el crimen y otro robo ocurrido en la zona pocos minutos antes. De acuerdo a los voceros, se trataría de una banda juvenil con antecedentes penales.
Una de las pistas que siguen apunta a Fuerte Apache, cerca del lugar donde los autores prendieron fuego el Toyota Etios en el que se movilizaban para cometer los robos.
López fue asesinado el jueves a las 18.20. Al menos tres cámaras de seguridad registraron el crimen. En una de ellas se ve cómo cuatro sujetos armados descienden del coche en la esquina de las calles Villegas y Atahualpa.
La víctima estaba sacando una mochila de la parte trasera de un Fiat Cronos, que manejaba su chofer, el sargento primero Leonardo Jesús Lopardo. “Levantá las manos”, le grita uno de los sujetos al conductor y enseguida comienzan a escucharse los primeros disparos.
López retrocede unos metros y cae desplomado al piso, mientras siguen las detonaciones. Los delincuentes también corren, pero hacia el coche. Según el informe de autopsia, el jefe policial recibió siete impactos de bala.
Cuarenta y cinco minutos antes del crimen, los mismos delincuentes intentaron robar otro auto. Y también fueron filmados. En este caso corrieron hacia un Ford Fiesta blanco que estaba estacionado en la vereda con el baúl del vehículo y la puerta izquierda abierta. Amenazaron con armas a dos hombres: uno que estaba parado en la parte trasera y el otro sentado en el asiento del conductor.
Como no pudieron llevarse el Fiesta salieron a buscar otro coche. Se supone que el próximo blanco fue el Fiat Cronos de los gendarmes, que tampoco pudieron robar.
“El Tigre”, como se lo conocía al gendarme asesinado, trabajaba en el edificio Centinela del barrio porteño de Retiro como jefe del Departamento de Seguridad e Higiene.
En sus años de servicio pasó por varias reparticiones del interior del país. Vivió en Puerto Iguazú (Misiones), San Carlos de Bariloche (Río Negro) y San Juan, entre otras ciudades, pero hace un tiempo residía en el partido bonaerense de Merlo. Su deseo era mudarse a la localidad de El Palomar, en Morón.n