SALUD
Pandemia de coronavirus

La "gripe española" tuvo tres olas pandémicas que sacudieron al mundo

Aunque desconoce la cifra exacta de víctimas mortales (se estima en 50 millones), la pandemia más devastadora de la historia tuvo varias réplicas. Galería de fotos

gripe española 1918
GRIPE ESPAÑOLA. Aunque desconoce la cifra exacta de víctimas mortales (se estima en 50 millones), es considerada la pandemia más devastadora de la historia. | CEDOC

Muchos países empezaron a suavizar las medidas ordenadas para controlar al coronavirus, pero el temor a que esto provoque una "segunda ola" de contagios sigue presente en la mente de muchos. De hecho, esto ocurrió hace un siglo, cuando la primera ola de la pandemia de gripe española fue seguida por otras dos oleadas, aún más mortíferas. De esta forma, entre los años 1918 y 1920 la enfermedad mató a más de 50 millones de personas en todo el mundo sin discriminar fronteras ni clases sociales.

Se estima que aquella pandemia infectó a un tercio de la población mundial y se extendió a lo largo de tres olas pandémicas distintas: primavera de 1918, otoño del mismo año e invierno 1918-19. Durante la segunda ola se produjo el mayor número de casos y el 64% de la mortalidad, en comparación al 24% durante la tercera y al 10% durante la primera. Solo en Estados Unidos, se estima, murieron 675.000 personas, más víctimas que en las dos Guerras Mundiales, la guerra de Corea y la guerra de Vietnam juntas. A principios de 1919, una tercera ola trajo nuevamente una alta morbilidad, pero un menor número de fallecimientos.

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Un nombre incorrecto

Pese a su nombre, lo más probable es que la gripe española se haya originado en Estados Unidos. Enfrascadas en poner fin a la Primera Guerra Mundial, las fuerzas aliadas como las del Comando Central habían sufrido enormes pérdidas por la gripe, pero los gobiernos restringieron la difusión de noticias para no disminuir la moral de sus pueblos y para que el enemigo no aprovechara la situación.

Solo la prensa española comenzó a informar abiertamente de la situación de miles de personas muertas en todas partes, y ello comenzó después de que la prensa madrileña informara que el rey Alfonso XIII, de 33 años, había sido víctima de una “enfermedad de moda” cuya “gran mayoría de las víctimas pertenecen a familias obreras”. Después, el diario The Times de Londres citó un cable de la agencia Reuters: "Una extraña enfermedad de carácter epidémico ha aparecido en Madrid". Solo entonces hubo lugar para la cobertura, hasta entonces silenciada por los países involucrados en la Guerra.

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¿Paciente cero?

Uno de los primeros casos reconocidos ocurrió el 11 de marzo de 1918, en la base militar Fort Riley de Kansas (EEUU), donde las condiciones de hacinamiento y falta de higiene favorecieron la propagación del virus. En apenas unos días, 522 soldados enfermaron y el Ejército comenzó a detectar casos en los estados de Virginia, Carolina del Sur, Georgia, Florida, Alabama y California. A partir de entonces, buques de la Marina notificaron brotes de influenza y neumonía graves, y en mayo de 1918, cuando el brote comenzaba a ceder en EEUU, sus buques desembarcaron en Europa con sus tropas enfermas. Pronto aparecieron los primeros casos de gripe entre los soldados franceses e ingleses y la epidemia se extendió por Francia e Italia.

Desde los campos de batalla de Europa, el virus se propagó por los pueblos y ciudades hasta tomar el rango de pandemia, llegando a los países nórdicos y viajando hasta China, la India y Nueva Zelanda. En mayo de 1918, la enfermedad ya había invadido España, Portugal, Grecia y Albania y en junio alcanzó otras regiones del mundo como los países nórdicos, el Caribe, Brasil, China y algunos países del Norte de África. Para la primavera de 1918, la epidemia causó estragos en Filipinas, Hawai, Puerto Rico, México y Argentina, países a los que llegó a bordo de los barcos.

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En todo el mundo

En octubre, los muertos se contaban por millones en todos los continentes, excepto Oceanía, y, a mediados de noviembre, la pandemia ya afectaba a Alaska con una mortalidad superior al 90%. En apenas cuatro meses, el virus había dado la vuelta al mundo y regresó a los Estados Unidos para un segundo brote. Al igual que durante esta pandemia del coronavirus, muchas grandes ciudades cerraron escuelas y espacios públicos, y Nueva York fue el epicentro nacional de la gripe, con 33.000 víctimas mortales. En Chicago, la policía tenía órdenes de detener a todo aquél que estornudara o tosiera en público. En Nashville, el brote causó muchas muertes porque los médicos estaban en los campos de batalla atendiendo a los soldados.

El historiador Alfred Crosby describe en su libro America's Forgotten Pandemic: The Influenza of 1918: “En algunos casos, los muertos se dejaban en la casa durante varios días. Las funerarias privadas estaban abrumadas, y algunas se aprovechaban de la situación subiendo los precios hasta un 600%. Se presentaron quejas de que los empleados de los cementerios cobraban 15 dólares por los entierros y hacían que los familiares mismos cavaran las tumbas para sus muertos. (…) Muchas familias, en especial en los barrios pobres, no tenían ningún adulto lo suficientemente sano como para preparar las comidas y, en algunos casos, no tenían comida porque el que mantenía la casa estaba enfermo o había muerto”.

En el resto del planeta esta segunda oleada también fue la peor ya que se extendió de forma generalizada, muy eficazmente en países que no se habían visto afectados en el primer brote. Se cree que la segunda ola de la gripe en España surgió tras el regreso de los soldados que realizaban el servicio militar, o que la habían transportado los portugueses que regresaron en tren a su país a través de España tras el fin de la Primera Guerra. En algunos pueblos, donde las fiestas populares locales y las misas en iglesias católicas (en la que los fieles besan las reliquias de los santos) favorecieron un rebrote de contagios, se prohibió que las campanas tocasen a difuntos para intentar frenar el pánico.

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