El barrio porteño de Flores, el lugar donde nació, vivió y se crió el Papa Francisco, llenó sus calles de tristeza y dolor.
Los fieles se congregaron en la Basílica de San José para despedirlo tras su fallecimiento con una misa.
La basílica, donde Jorge Bergoglio sintió el llamado de Dios y donde se ordenó sacerdote, se llenó de personas que expresaron su tristeza y gratitud por su legado.
Una vecina que asistió a la ceremonia de despedida, manifestó su tristeza por la partida del sumo pontífice: "Se veía que su deterioro era muy avanzado, pero era cómo que resucitaba y ayer en la plaza San Pedro estuvo bien. Fue su despedido".
En esa línea, otro joven creyente que se hizo presente en el último adiós, expresó: "Creo que para la juventud fue un símbolo de salir al encuentro del otro, de buscar una iglesia abierta para todos, como dijo él, que en la iglesia hay lugar para todos, siempre. Y eso creo que es lo más lindo que nos dejó como legado".