Cuando hablamos de estrés, rápidamente nos referimos a causas y consecuencias vinculadas a la salud mental, pero no hay que dejar de lado las repercusiones físicas que podría acarrear.
Los expertos en Cardiología advierten que esta patología podría afectar a nuestro sistema cardiovascular.
Mientras que el cerebro maneja nuestras emociones y pasiones, el corazón juega un rol clave porque es el resonador de los sentimientos. Es decir que tiene una capacidad única y es la de captar las emociones y se activa con los impactos, sean positivos o negativos. En definitiva, el cerebro y el corazón no funcionan de manera aislada.
Una emoción negativa no resuelta podría desencadenar un evento cardiovascular. La hipertensión, los infartos y el síndrome cardio-metabólico son algunas de las enfermedades cardiovasculares vinculadas a los estados emocionales negativos.
Por eso es fundamental realizar ejercicio con frecuencia, llevar adelante una nutrición consciente, estar en el peso adecuado, gobernar nuestras emociones, practicar mindfulness y respiraciones y plantearse objetivos que le den sentido a nuestro día a día para trabajar en pos de alcanzar esas metas.