Nicolás Maduro, el presidente de Venezuela, está en todas partes, mientras se acercan las elecciones. Está omnipresente en la campaña electoral del 28 de julio.
Su acceso ilimitado a los medios estatales y a la financiación de la propaganda le permiten aparecer sin parar en televisión, radio, murales, carteles de las cabinas de peaje e incluso en ambulancias.
El ministro de Defensa, general Vladimir Padrino, rechazó que la Fuerza Armada pueda ser árbitro de los comicios tras pedidos de la oposición para que la institución se comprometa a respetar el resultado de la votación.
El presidente chileno, exigió "transparencia bajo la observación internacional".
Gabriel Boric coincidió con el expresidente argentino Alberto Fernández y con el brasileño Lula sobre los dichos de Maduro: “No se puede amenazar con baños de sangre”.
Brasil, canceló el envío de observadores.
El periodista argentino, Jorge Pizarro, fue retenido en el aeropuerto de Caracas y lo deportaron.
El comunicador de Radio Rivadavia contó que lo interrogaron 10 veces y que no cumplía con los requisitos de ingreso al país.
Los analistas dicen que el chavismo, la variante del socialismo populista introducida hace 25 años por el entonces presidente Hugo Chávez y heredada por Nicolás Maduro -que busca un tercer mandato de seis años- enfrenta su mayor desafío hasta el domingo.
Aunque la oposición está liderada por María Corina Machado, el exdiplomático, Edmundo González Urrutia, de 74 años, es su candidato oficial, con una posición muy superior en las encuestas de opinión en medio de un colapso económico que obligó a huir a unos siete millones de venezolanos.
