El aeropuerto de Heathrow recuperó su funcionamiento normal tras el caótico cierre del pasado viernes, cuando un incendio en la subestación eléctrica de North Hyde, cerca de sus pistas, dejó al principal aeropuerto de Europa sin el suministro necesario de energía. Sin embargo, el problema no fue solo técnico: el modo en que las autoridades del aeropuerto gestionaron la crisis se transformó en un escándalo que hoy sigue escalando.
El incendio en la subestación ocurrió por la noche y dejó sin energía a parte de las operaciones del aeropuerto. En ese momento, el jefe ejecutivo de Heathrow, Thomas Woldbye, optó por irse a dormir para estar “fresco” al día siguiente, dejando al director de operaciones español, Javier Echave, al frente de la toma de decisiones. Fue Echave quien decidió cerrar completamente el aeropuerto, medida que generó un colapso logístico internacional.
El diario The Sunday Times reconstruyó cómo los ejecutivos de Heathrow se dividieron en “dos comandos oro”, uno de los cuales fue liderado por Echave, que permaneció en el lugar, mientras que Woldbye se retiró a su domicilio. La orden de cerrar se emitió a las 23:30, cuando el incendio seguía fuera de control.
Caos para los pasajeros y costos millonarios
La cancelación de más de 1.000 vuelos afectó a cientos de miles de pasajeros. Los hoteles en Londres triplicaron sus precios, los sitios de las aerolíneas colapsaron y miles de viajeros quedaron varados tanto en Reino Unido como en aeropuertos de todo el mundo. Heathrow tuvo que reprogramar operaciones durante el fin de semana, y aunque el servicio se restableció el sábado, el impacto logístico y reputacional ya estaba hecho.
La secretaria de Transporte, Heidi Alexander, se negó a respaldar la actuación de Woldbye. “Probablemente me habría costado dormir en su lugar”, dijo. Además, aseguró que el Gobierno no justifica ni avala las decisiones que tomó la dirección del aeropuerto, aunque reconoció que se esperaba una jornada complicada de decisiones técnicas al día siguiente. Al ser consultada si confiaba en la cúpula de Heathrow, respondió: “Eso no me incumbe. Es la junta directiva la que debe evaluar esa confianza”.
National Grid contradijo a Heathrow
Desde la empresa energética National Grid se indicó que “había energía disponible” para mantener en funcionamiento Heathrow. Según John Pettigrew, director ejecutivo de la compañía, dos subestaciones permanecieron operativas durante todo el evento, y cada una por sí sola podría haber sostenido el suministro eléctrico necesario.
“No debería haberse cerrado el aeropuerto”, dijeron desde la empresa, y agregaron que el corte total se debió a una decisión local de Heathrow, no a la imposibilidad técnica de seguir funcionando.

La investigaciones en curso
El secretario de Energía, Ed Miliband, ordenó una investigación oficial a través del Operador Nacional del Sistema Energético (NESO) para determinar cómo un incendio en una única subestación provocó un apagón de tales dimensiones. Además, el presidente del aeropuerto, Lord Paul Deighton, encomendó una revisión interna a la exsecretaria de Transporte, Ruth Kelly, que analizará los planes de contingencia de Heathrow y su ejecución durante la emergencia.
Javier Echave, que desde 2024 ocupa el cargo de Chief Operating Officer de Heathrow, fue el responsable directo de la decisión de cerrar el aeropuerto. Con experiencia previa como CFO del aeropuerto y habiendo gestionado la crisis financiera durante la pandemia de COVID-19, Echave deberá responder ante la Cámara de los Comunes sobre las medidas adoptadas.
El incendio no fue un atentado
En un principio, la Policía Metropolitana de Londres abordó el incidente como potencialmente terrorista, pero más tarde se descartó esa hipótesis. El Cuerpo de Bomberos de Londres lidera ahora la investigación técnica sobre las causas del incendio, centrándose en los equipos de distribución eléctrica.
Pese al caos, más de 250.000 pasajeros pasaron por el aeropuerto el fin de semana siguiente. Aunque se normalizó la actividad, varios vuelos siguieron con retrasos menores, y el escándalo sigue generando tensiones políticas, críticas públicas y cuestionamientos a la gestión interna del aeropuerto más transitado de Europa.