Un avión de American Eagle, subsidiaria de American Airlines, chocó en la noche del miércoles pasado con un helicóptero del ejército, durante la maniobra de aterrizaje en el aeropuerto nacional Ronald Reagan, Estados Unidos.
Ocurrió sobre el río Potomac, cerca de Washington, y a cinco kilómetros al sur de la casa Blanca, y del Capitolio, es uno de los espacios aéreos más controlados y vigilados del mundo.
En el avión que se partió en tres viajaban sesenta y cuatro personas, mientras que en el helicóptero había tres soldados que según las autoridades, tenían gran experiencia. Esas operaciones, eran habituales.
Antes del accidente, la torre de control solicitó a los militares que estaban en operaciones de instrucción, pasar por detrás del vuelo que había despegado desde Wichita Kansas, para que pueda aterrizar en la pista más corta.
Entre los pasajeros, había un grupo de patinadores artísticos, sus entrenadores y familiares, que regresaban de un campamento, luego de un campeonato nacional de patinaje artístico.
No hay sobrevivientes. Más de 300 socorristas trabajaron sin descanso, a pesar de la baja temperatura para rescatar los cuerpos.
"Es el peor accidente aéreo en Estados Unidos, desde noviembre de 2001". Por el accidente, el presidente, Donald Trump, culpó a las políticas de diversidad de los demócratas, Barack Obama y Joe Biden, por "los bajos estándares de seguridad".
En toda tragedia, se conocen historias, como la del joven patinador, John Maravilla de 20 años, es una de las grandes promesas para el mundo atlético de México, y debía viajar en el avión accidentado, sin embargo, las autoridades no le permitieron abordar porque su mascota era demasiado grande, y tuvo que hacer el viaje en auto.
