PROTAGONISTAS
la discreta aliada del primer ministro británico

Victoria Starmer es abogada, madre de dos hijos, y trabaja en la salud pública británica

“¿Quién car...se cree que es?”, dijo Victoria Alexander a su entonces colega Keir Starmer. Así, el hoy primer ministro británico, conoció a quien años más tarde, sería su esposa. Ella tiene 51 años, y en la campaña, su bajo perfil motivó las críticas de medios periodísticos, afines al sector conservador que durante catorce años ocupó el máximo estamento político de Reino Unido. Victoria Starmer estuvo ajena a esos comentarios y a la campaña electoral. Participó de algunas reuniones del Partido Laborista con su marido o de alguna cena oficial, y se ocupó de preservar el bajo perfil de sus dos hijos.

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Momento. Keir y Victoria Starmer el 4 de julio cuando él ganó las elecciones. | afp

Finalmente Victoria Starmer le dio a la prensa, imágenes para poder aumentar el escaso archivo que sobre ella tienen los medios británicos. Al menos eso parece, por las críticas que recibió por mantener un bajo perfil que incluyó no exponer a sus dos hijos como accesorio marquetinero de campaña, y por no acceder a “entrevistas en la cocina hogareña” –como detallaron algunos medios–, para relatar la intimidad de quien se consagró primer ministro del Reino Unido. De Victoria Alexander –tal su nombre de soltera– sólo hay fotos de alguna conferencia del Partido Laborista, algún que otro banquete de Estado, y en un concierto de Taylor Swift.

“Así como se puede criticar a la esposa de un político por mostrarse en exceso, resulta que a Victoria Starmer se la puede criticar por lo que se supone es lo opuesto”, escribió en el medio británico The Observer, la periodista Catherine Bennett. “Pareciera que es peor que la esposa de un político no se muestre en público como su aliada tiempo completo, como si –como en este caso– pudiera faltar a su trabajo cuando quiere”. Y  Bennett avanza en ese concepto al recordar que a los esposos de Margareth Tatcher, Theresa May, y Liz Truss –tres ex primeras ministras–,nunca siquiera se les insinúo la posibilidad de reportaje alguno para contar intimidades familiares o señalar que no se sumaban a las campañas. 

Acuerdo. El hoy primer ministro británico Keir Starmer también fue consultado en campaña por el bajo perfil de su esposa. Y por si alguno de los que seguían esa entrevista en la TV inglesa, no contemplara que la mujer de un candidato pudiera ser empleada en relación de dependencia, Starmer explicó que Victoria tenía un trabajo de tiempo completo en un hospital del NHS (Servicio Nacional de Salud), y que además, estaba atenta a unos exámenes del secundario que el hijo mayor de ellos –de 16 años– debía completar. 

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“(Con Victoria) decidimos que mientras yo estaba de viaje, queríamos crear un entorno en el que él pudiera estudiar tranquilamente, como si la campaña electoral no existiera”, detalló.

Profesional. Victoria Starmer tiene 51 años y creció en el norte de Londres, cerca de donde vivirá con su marido hasta que se muden a 10 Downing Street (la casa del primer ministro en Londres). 

Terminado el secundario, estudió derecho y sociología en la Universidad de Cardiff, donde en 1994 fue presidenta del Centro de Estudiantes. En el presente –como se mencionó anteriormente– trabaja en terapia ocupacional para el NHS (la Salud Pública británica). 

En campaña. Keir Starmer  dijo que su esposa “seguirá trabajando para la NHS, porque ella quiere hacerlo y le encanta”. Por un lado, es interesante como ejemplo, y para tener una mirada “en casa” sobre, quizá, el servicio estatal más preciado del Reino Unido que, pospandemia, atraviesa una de sus peores crisis. Por el otro, puede resultar un espacio estresante para la mujer de quien, en un punto, es responsable de hacer que el NHS recupere su normal funcionamiento. Y a eso se suma, la lógica cuestión de la seguridad de la mujer de un primer ministro.

Una llamada. Victoria Alexander y Keir Starmer se conocieron a comienzos de 2000. Él hacía tiempo que era abogado –ella también–; él fue el primer universitario  de su familia. Ambos trabajaban en un mismo caso y por una consulta sustancial sobre unos documentos, Keir se topa con ella –por teléfono– con preguntas muy incisivas. Y antes de colgar, él la escucha decir. “¿Quién car... se cree que es?”. Tiempo después, tuvieron una primera cita en un pub en Camden, al norte de Londres, y fue meses más tarde que, de vacaciones en Grecia, él le propuso matrimonio.

La respuesta de Victoria fue: “¿Hace falta que me des un anillo?”.

De la llamada de colegas  del año 2000 hasta el casamiento pasaron siete años. La boda se hizo en Essex, y el ingreso fue con el segundo movimiento del Concierto para piano N° 5, de Beethoven, pieza favorita del político. Este presente tiene un escenario donde una batalla se da por perdida: mantener en secreto el nombre de sus hijos.