PROTAGONISTAS

Mitski tuvo su debut en Buenos Aires con dos shows

La previa del Mundial de Qatar agrupó en las últimas semanas una sucesión de recitales que posicionó a Buenos Aires como la capital no solo de la Argentina, sino también de la música. Y el catálogo es por demás demócrático. Así, finalmente, llegó Mitski para debutar en el país con dos presentaciones, en el marco de la primera edición del Primavera Sound. Esta cantante japonesa de 32 años dio un recital con un teatro Vorterix a tope, y esta noche estará en uno de los escenarios montados en Costanera Sur. El line up que tiene Mitski como artista será ecléctico; tocarán allí desde Hernán Cattáneo hasta L-Gante.

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En acción. Mitski actuó en Vorterix, sorprendida por la efusividad argentina. Su respuesta: “Gracias”, al comenzar y al finalizar el show. | instagram mitski

Si por algún azar, alguien tuviera la oportunidad de viajar a la Prefectura de Mie, en Japón, se encontraría con un paisaje particular: unas rocas unidas por una gruesa soga de arroz. Con una mínima indagación, el viajero o turista podría enterarse de que se trata de los famosos farallones Meoto Iwa o “rocas casadas”, representaciones simbólicas de las entidades hombre y mujer, conocidas como Izanagi e Izanami, creadas por los dioses del panteón sintoísta.

Allí, en esa fusión de provincias de la región Kinki, sobre la Isla de Honshu nació, hace treinta y dos años, la cantante y compositora nacionalizada estadounidense Mitski Miyawaki, conocida simplemente como Mitski. La artista formó parte del line up del Primavera Sound, que tuvo su primera edición en Buenos Aires. Mitski estuvo en el teatro Vorterix, con un recital que la vio brillar, y hoy compartirá escenario con Travis Scott, uno de los alfiles de este festival.

Entre el vocerío y la algarabía de su público, Mitski empezó su show en Vorterix con Love me More, de su nuevo disco Laurel Hell, y luego recorrió algunos de los clásicos de su repertorio, como Nobody, A Pearl, Washing Machine Heart o Me and My Husband. Respondiendo al griterío con sus movimientos marciales, la artista se entregó a la performance alternando entre un estado exaltado y sobrio, casi ceremonial. Entre su aparición y su despedida, con un tímido “gracias”, dos reverencias, una de apertura y otra de clausura.

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ADN. Con influencias del pop japonés, del folk y del rock, Mitski vivió en múltiples lugares, desde Turquía hasta la República del Congo, hasta que se asentó en Nueva York. Allí se anotó en el conservatorio, y su música pareciera responder a la comunión entre sentimientos encontrados entre la nostalgia y una furibunda energía punk. Melancolía y potencia puestas al servicio del rock y del pop, como dos estéticas simultáneas o dos caras de la misma moneda.

Y el movimiento corporal no es un detalle en su obra. Tampoco lo son los orígenes de esta artista que ha sabido cautivar distintas audiencias con sus letras honestas, oscuras, por momentos desarraigadas, y con una sensibilidad que irradia novedad y frescura. También ha sabido retratar la migración y la percepción de la otredad en la sociedad norteamericana. Prueba de ello es uno de sus más grandes hits, Your Best American Girl, en cuyo video puede verse cómo, luego de un primer contacto visual potencialmente romántico con un muchacho, él termina besándose con otra chica y ella besándose la palma de la mano. 

La denuncia social, en Mitski, convive de manera muy estrecha con la ironía. De hecho, muchas letras, leídas en su totalidad, no parecen encerrar un significado unívoco. Son más bien piezas ambiguas, en donde es difícil diferenciar cuándo se asiste a una sátira y cuándo Mitski está describiendo o denunciando las barreras culturales. Tal es el caso de Strawberry Blonde, otro de sus clásicos, cuyos versos se viralizaron en Tik Tok y en otras redes sociales. 

Para algunos usuarios, esa letra no le pertenece a Mitski. Los videos aparecen, acompañados por una voz melancólica que vibra por los semitonos y resuena con una cámara que despierta una extraña forma de añoranza, y quizá dolor. Pero en esa parcela del capitalismo, la autoría no es lo más importante.