Melania Trump regresó a la Casa Blanca con un elegante atuendo que destila misterio de mujer internacional mientras su esposo Donald se convertía una vez más en presidente de los Estados Unidos.
La nueva primera dama estadounidense Melania llevaba un abrigo largo azul marino y un sombrero de ala ancha a juego (que le protegía los ojos en la mayoría de las fotos y obstaculizaba los intentos de su marido, el comandante en jefe, de darle un beso antes de su juramentación) y su ataque de ira provocó sarcasmo en las redes sociales.
El abrigo y la falda de Melania Trump eran de lana y seda de Adam Lippes, un diseñador estadounidense independiente radicado en Nueva York, un conjunto combinado con una blusa color marfil ajustada al cuello de la ex modelo nacida en Eslovenia.
"La tradición de la inauguración presidencial encarna la belleza de la democracia estadounidense y hoy tuvimos el honor de vestir a nuestra primera dama, la señora Melania Trump", dijo Lippes en un comunicado que enfatizó la manufactura estadounidense por encima de la ideología política.
"El atuendo de la señora Trump fue creado por algunos de los mejores artesanos de Estados Unidos y me enorgullece mostrar ese trabajo al mundo", agregó.
El sombrero fue obra del diseñador de sombreros neoyorquino Eric Javits. "Parecía una viuda de la mafia o un miembro de alto rango de una oscura orden religiosa, y un poco de 'My Fair Lady'", escribió Rachel Tashjian, crítica de estilo de The Washington Post.
Las primeras damas estadounidenses no tienen mucha voz, pero sus elecciones indumentarias se transmiten al mundo y se examinan en busca de subtextos y declaraciones.
La fallecida Rosalynn Carter, por ejemplo, provocó fuertes reacciones al usar un vestido que ya había usado cuando su esposo Jimmy asumió el cargo en 1977. El objetivo era mostrar empatía por las dificultades económicas de los estadounidenses, pero a veces lo que la gente realmente quiere es glamour aspiracional.
En los últimos años, las primeras damas recurrieron habitualmente a diseñadores independientes para sus eventos inaugurales: en 2021, Jill Biden lució un conjunto de abrigo y vestido azul brillante de Markarian, una pequeña marca de Nueva York.
Michelle Obama causó sensación en 2009 con un conjunto color limón diseñado por Isabel Toledo, que lució un diseño de Thom Browne en la segunda toma de posesión de su marido. Llevó vestidos de Jason Wu en las dos series de bailes inaugurales.
Melania Trump, por su parte, canalizó a Jackie Kennedy para dar inicio a su primera etapa en la Casa Blanca, vistiendo Ralph Lauren, una marca tradicional favorita en ambos partidos del espectro político, en los eventos diurnos de 2017.
Ese año, cambió su vestido de cachemira azul pálido y su chaqueta bolero asimétrica a juego con guantes de ópera por un vestido de crepé de seda de Hervé Pierre, ambos looks que indicaban una sensación de optimismo mientras comenzaba su nuevo papel como esposa de un político.
Su look sombrío y chic para 2025 marca un cambio radical al entrar en su segundo mandato.
"Para su segunda ronda como primera dama, el juego de la moda -la herramienta que utiliza con más frecuencia y con más fuerza, incluso si el público a veces tiene dificultades para adivinar sus mensajes sartoriales- probablemente será el de una armadura de acero precisa, de ropa con una confección atrevida y exigente", escribió Tashjian del Post.
"Durante el último año ha vestido un vestuario predominantemente negro, pero esto no parece tener como objetivo hacerla desaparecer en un segundo plano", agregó.
AFP / ds
