Cuando Donald Trump subió al escenario del Centro de Convenciones de Palm Beach, Florida, para declarar su victoria en las elecciones de Estados Unidos, Melania Trump estuvo a su lado. La ex primera dama, de 54 años, acompañó al presidente electo, de 78 años, mientras él la elogiaba públicamente en su discurso de victoria, destacando a su "hermosa esposa" por su compromiso y "trabajo arduo para ayudar a la gente".
El regreso de Melania a la Casa Blanca en Washington estará acompañado por lo que Donald Trump calificó como una nueva “era dorada de Estados Unidos”.
Este regreso se da después de un periodo de cuatro años en los que Melania evitó el foco de atención y enfrentó los múltiples escándalos que rodearon a su marido.
Durante la agitada campaña electoral, Melania optó por mantener un perfil bajo, limitando sus apariciones públicas a eventos puntuales como la Convención Nacional Republicana en julio y un acto en el Madison Square Garden el mes pasado.
Melania Trump, silencio y sonrisas "forzadas" en la celebración de triunfo de Donald
Sin embargo, la eslovena-estadounidense, conocida por su carácter reservado, ahora se prepara para un nuevo periodo de cuatro años en la Casa Blanca, un lugar que una vez comparó con “una prisión venezolana”.
Aunque durante los festejos compartió un beso con Trump y sonrió con valentía en el escenario, los observadores notaron una cierta “incomodidad familiar” en la forma en que interactuaban, especialmente mientras el presidente electo comenzaba su discurso.
La experta en lenguaje corporal Judi James analizó el comportamiento de Melania en el evento y comentó que la ex modelo era una “estrella por derecho propio”, brillando de manera independiente, aunque la relación con Trump reflejaba una dinámica compleja.
“La primera vez (en el discurso de victoria de 2016) Melania estaba de nuevo en el coro, esta vez fue promovida como una estrella por derecho propio y la gesticulación de Trump y los rituales de contacto con ella dieron la impresión de que busca apoyo y fortaleza en ella en lugar de lo contrario”, explicó James.
La interacción más significativa se dio cuando Trump se giró hacia Melania para abrazarla. “Incluso se dio la vuelta y extendió los brazos para felicitarla con un abrazo. Melania respondió con ambas manos extendidas con las palmas hacia arriba y hubo un momento incómodo antes de que la pareja atracara”, detalló la experta.
Este gesto, junto con la observación de James sobre cómo Melania colocó su mano en la espalda de Trump para guiarlo al atril, podría reflejar un cambio en la relación. “Una señal reveladora del poder y la confianza de Melania se produjo cuando estiró un brazo para colocar su mano sobre la espalda de Trump para guiarlo (o empujarlo suavemente) de regreso al atril”, agregó.
La nostalgia venció al progresismo: cómo Trump regresó a la Casa Blanca
El momento culminó con un gesto inesperado de Trump hacia su esposa, que James describió como el de “un niño pequeño que busca la tranquilidad de su madre”. Este comportamiento sugiere una relación más equilibrada y una posible dependencia emocional entre ambos.
La vida de Melania Trump antes de volver "obligada" a la Casa Blanca
Desde su salida de la Casa Blanca, Melania vivió en la Trump Tower en Nueva York, junto a su hijo Barron, de 18 años, quien actualmente estudia en la Universidad de Nueva York. Aunque mantuvo un bajo perfil y se dedicó a su carrera como empresaria, diversas fuentes aseguran que Melania no planea mudarse permanentemente a Washington.
“Definitivamente no regresará a vivir a Washington”, reveló una fuente a People, subrayando que la ex Primera Dama podría preferir dividir su tiempo entre Florida y Nueva York.
“Se quedará entre Florida y Nueva York. No es para eso que se había comprometido”, concluyó la fuente, dejando claro que Melania prioriza mantener su propia vida y autonomía, incluso en el contexto de una segunda presidencia de su esposo.
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