Exactos treinta y cinco minutos duró la audiencia de Luigi Mangione en el juzgado de Nueva York. La misma se puede resumir en la declaración de “no culpable” que expresó este joven de 26 años que, en la madrugada del 4 de diciembre de 2024, mató a Brian Thompson, director ejecutivo de UnitedHealthcare, en Manhattan. Esta muerte desnudó el sistema que estas compañías de salud aplican en Estados Unidos en perjuicio de sus clientes. Sobre todo en redes sociales, y poco y nada en los medios peridiodísticos, se publicaron casos de desatención, de mala praxis médica o de complicaciones que firmas como UnitedHealthcare generaban a sus clientes para economizar gastos corporativos.
Por esto, cuando la policía halló a Luigi Mangione luego de varios días, surgieron de manera espontánea grupos que siguen cada citación de este a los tribunales de Manhattan; también organizan colectas para pagar los honorarios de los abogados defensores y llevan carteles pidiendo su liberación a la vez que critican a empresas como United Healthcare.
Injerencia trumpista. El asesinato de un CEO de la casta corporativa de la salud privada debe tener un veredicto ejemplificador, dice el establishment. Y el fiscal atendió ese pedido al solicitar que se aplicara a Luigi Mangione la misma condena que a “terroristas como los que derribaron las Torres Gemelas”. Hace unos días, la cuestión escaló cuando la fiscal general de Estados Unidos, Pam Bondi, solicitó a los fiscales federales la pena de muerte para Mangione.
Por esta injerencia de esta funcionaria de Donald Trump, los abogados del joven de 26 años solicitaron ante una corte de Manhattan la “intervención judicial porque la fiscal general declaró explícitamente que ordenó la pena de muerte para ‘cumplir la agenda del presidente Trump’”. Por ahora se estima que la condena sería, si se lo declara culpable, a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.