Algunas veces, en los deportes, hay un momento en que las promesas dejan de ser una proyección de la afición y el periodismo y pasan a vivir una gloria en tiempo presente. Es ese camino o ser una promesa trunca, una exjoven ilusión que no llegó a lo que se esperaba. El fútbol está en una transición dolorosa: el final de una era dorada, de huella indeleble marcada por Lionel Messi y Cristiano Ronaldo. Ambos están dando sus últimas batallas, sabiendo que carreras como las que hicieron no se ven todas las décadas. Pero, inevitablemente, la ilusión de ver a un heredero, a un astro que se lleve la posta y siga rompiendo récords y haciendo historia, es un reflejo que se repite incesantemente, como una demanda de la actualización de la excelencia. Si hace unos años esa presión cayó sobre Kylian Mbappé, ahora los focos internacionales están sobre Lamine Yamal, el delantero español que hoy, domingo, cargará con la esperanza de España, en la final de la Eurocopa contra Inglaterra, y quien ayer cumplió 17 años.
Sincronicidad. El martes 9 de julio por la tarde, en la semifinal entre la Furia (España) y Les Bleus (Francia), Yamal se convirtió en el jugador más joven en anotar un gol en la Eurocopa: 16 años y 361 días. El año que Yamal nació fue un año importante para Messi, porque se afianzó en el equipo titular de Frank Rijkaard y anotó seis goles en la Champions, que recién ganaría al año siguiente. Ese mismo martes, unas horas después del golazo de Yamal, Leo también convirtió en la Copa América, sellando el triunfo de Argentina sobre Canadá por 2 a 0, y asegurando el pase a la final, que se jugará también hoy. Veinte años separan a ambos anotadores criados en La Masía, la cantera catalana, cuna de astros formados por el Barça.
Es cierto que la especulativa ilusión de una continuidad entre Messi y Yamal tuvo un divertido impulso. En medio del vocerío en torno al joven delantero, su padre, Mounir Nasroui, compartió una foto con el encabezado “El comienzo de dos leyendas”. En la imagen, Lionel Messi sostiene a Lamine Yamal –de casi un año de edad–, en el marco de una producción organizada con fines solidarios por la Fundación FC Barcelona con el diario catalán Sport, cuyo objetivo era recaudar fondos destinados a proyectos de Unicef y la propia fundación. El periodista Gerard Romero le preguntó a Yamal en su programa de Twitch, Jijantes, si alguna vez había hablado con Messi, y el español respondió: “No, nunca he hablado con él; ojalá pudiera”. En una pequeña conferencia al aire libre, un periodista postuló que la foto podía ser “una bendición de Leo a su hijo”, y Nasroui habló con el fervor paterno: “O una bendición de Lamine hacia Messi. Para mí, mi hijo es el mejor en todo. No solo en el fútbol, sino también en el amor”.
En las redes. El fútbol, negocio multimillonario y una de las atracciones populares más globales, contiene, inevitablemente, algunos debates públicos y políticos. La simultaneidad de la Copa América y la Eurocopa permitió ver cómo ambos continentes están articulados por esas discusiones. El avance de la extrema derecha, de este lado del Atlántico encarnada por Javier Milei, en España tiene su manifestación consolidada en Vox. Y ese avance proliferó en toda Europa, con las buenas elecciones legislativas continentales de la derecha, acerca de las cuales el propio Kylian Mbappé se pronunció reiteradas veces, para que sus conciudadanos no dudaran en salir a votar. Y algún efecto se le podría reconocer al futbolista: en Francia, la derecha salió tercera en la elección anticipada que impulsó Macron.
En varios países de Europa, uno de los principales embates de la derecha tiene que ver con la inmigración. Es usual escuchar a dirigentes políticos impugnar la nacionalidad de ciudadanos, que derivan en expresiones de xenofobia y de racismo. El daño que esos discursos generan en una sociedad podría sonar más que nocivo. Las redes sociales se han vuelto un activo reducto en el que se acumulan comentarios cargados de odio. El año pasado, Mounir Nasroui –padre de Yamal– tuvo un altercado con una carpa militante de Vox y fue condenado a pagar una multa. Cuando su hijo metió el mencionado golazo contra Francia, en la semifinal de la Eurocopa, Yamal homenajeó a su barrio, una comunidad marginal en Barcelona. Un usuario de la red X observó: “Hoy, Lamine Yamal se convierte en el futbolista más joven de la historia en marcar en una Eurocopa. Lo ha celebrado haciendo el código postal (304) de su barrio obrero de Rocafonda y que la ultraderecha de Vox llama ‘estercolero multicultural’”. Y Vito Quiles, el operador mediático y generador de fake news a quien Milei promocionó en su último viaje a España, posteó una foto de Yamal y Nico (dos hijos de inmigrantes que juegan la Eurocopa) festejando el gol y escribió: “¿Pero qué selección española es esta? Parece una broma de mal gusto”. En medio de todo esto, hay una certeza: la diversidad cultural alimenta al fútbol europeo.
