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La trama policial que involucra a un príncipe fugitivo, un magnate israelí y 145 millones de euros

Malta liberó a un miembro de la familia real de Rumania buscado por su país de origen. Fue acusado de un complot corrupto para apropiarse de las tierras de sus antepasados. Escapó a Francia, a Malta y ahora, en paradero desconocido, denuncia persecución política y lucha por no ser extraditado.

Paul Philip de Rumania
Paul Philip de Rumania | CEDOC

Un tribunal de Malta ordenó hace diez días la liberación de un miembro controvertido de la familia real de Rumania, que usa el título de príncipe y que había sido detenido después de huir de una condena de tres años en su país natal por una trama internacional que incluye a un magnate de diamantes y a decenas de funcionarios y políticos.

Paul Philip de Rumania, descendiente de los últimos reyes del país balcánico, escapó de Rumania después de que las autoridades lo condenaran a él y a otras veinte personas por participar en un plan de restitución ilegal y tráfico de influencias que involucraba bienes inmuebles que antes pertenecían a la familia real.

El ahora príncipe fugitivo —también conocido como Paul Philip de Hohenzollernestaba de paso por la isla mediterránea de Malta cuando fue detenido en abril de este año en virtud de una orden de detención europea de 2020 emitida por Rumania. 

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La justicia de Rumania lo condenó en 2020 a tres años y cuatro meses de prisión por su presunta participación en el plan de una banda de estafadores para recuperar propiedades que él cree que son suyas por ser nieto del penúltimo rey rumano, Carol II, en un escándalo que se cree que le costó al estado rumano 145 millones de euros. 

Paul Philip escapó de la policía y buscó refugio en Francia, donde fue detenido en una calle de París en junio de 2022. En su lucha por no ser extraditado a Bucarest, declaró ante el Tribunal de Apelaciones parisino: “No hice nada ilegal ni malo. Confío en que Francia me saque de esta pesadilla”.

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La justicia francesa rechazó en noviembre de 2023 una solicitud de extradición rumana. El prófugo afirmó tras el fallo que había recibido “lo que se me negó en Rumania: un juicio justo basado en pruebas y una aplicación imparcial de la ley”.

Su abogado defensor francés alegó que “los actos que llevaron a que (Paul Philip) fuera condenado están directamente relacionados con el estatus de heredero real que él reclama”.

Aunque el hombre denunció una persecución “política”, las autoridades rumanas cuestionaron la negativa de Francia a entregarlo, lo que le permitió al aristócrata viajar a Malta pese a que todavía pesaba en su contra una orden de detención de la UE. Allí fue nuevamente detenido en abril de este año.

“No me escucharon, simplemente me llevaron al auto para arrestarme”, dijo Paul Philip, que se refugiaba en un resort de cinco estrellas cuyas habitaciones cuestan unos 5.000 euros por noche. “Le había advertido que no fuera”, dijo su abogado, Edward Griffith.

El abogado cree que algunos “enemigos” de Paul Philip (entre ellos la familia real) “avisaron a la policía maltesa para que lo arrestaran”.

Aunque quedó bajo custodia de la policía maltesa durante dos meses, el 12 de agosto las autoridades también se negaron a extraditarlo a Rumania pese a que el país defendió su solicitud ante el Tribunal de Justicia de la UE en Luxemburgo, que se espera que emita un dictamen dentro de varios meses.

El tribunal de apelación maltés negó la extradición porque encontró que las condiciones en las cárceles rumanas eran inadecuadas.

El abogado del príncipe describió la “cacería” rumana contra Paul Philip como una “obsesión antagónica por atraparlo a toda costa”. “La ministra de Justicia lo quiere como trofeo para reforzar su campaña para las elecciones presidenciales de diciembre. Esto es todo”.
 

Nieto del impopular rey Carol II, el “príncipe de Rumania” Paul Philip pasó parte de su vida en el exilio

Paul Philip de Rumania
Paul Philip es el nieto del rey Carol II, que reinó entre 1930 y 1940. Un tribunal rumano lo declaró culpable de trabajar con una banda de estafadores para recuperar propiedades que cree que son suyas como heredero del monarca, en un asunto que se cree que le costó al estado rumano 145 millones de euros. 

Aunque se le conoce como “Príncipe Paul Philip de Rumania”, no se le reconoce como miembro de la Casa de Hohenzollern-Sigmaringen ni de la Casa Real de Rumania. Algunos de sus seguidores lo apodaron “Rey Paul” por ser, efectivamente, el primogénito de la familia.

Su padre, Carol Mircea Grigore de Hohenzollern (1920-2006), era hijo del rey Carol II (1893-1953), quien gobernó desde 1930 hasta que abdicó en 1940 en favor de su hijo menor, Miguel I. 

Mircea Carol, hijo de una plebeya, nació después de que Carol renunciara a sus derechos al trono y huyera al extranjero, causando una gran indignación en Rumania. Mircea fue reconocido como hijo del rey en Portugal y Francia en 1955 y 1963, pero el vínculo sólo fue reconocido por Rumania en 2012.

La decisión también fue reconocida por el Reino Unido en 1964, dando derecho a Carol Lambrino a un pasaporte británico bajo el nombre de “Príncipe de Hohenzollern, Príncipe de Rumania”, títulos que ahora su hijo Paul Philip reclama para sí mismo del mismo modo que reclama propiedades, tierras y obras de arte clásicas. 

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La familia real rumana fue expulsada del país en 1947 por los comunistas y todas sus propiedades confiscadas. El rey Miguel y su familia pasaron más de 40 años en el exilio, dispersa por toda Europa, hasta que el gobierno les permitió regresar al país tras la caída de la URSS y la ejecución del dictador Nicolae Ceausescu.

Aunque la monarquía nunca fue restaurada en Rumania, el gobierno de la república le a la rama principal de la familia real (encabezada por el rey Miguel I y hoy por su hija, la princesa Margarita) un papel ceremonial oficial, permitiéndoles utilizar el Palacio Elisabeta en Bucarest como residencia oficial.

Desde entonces, los monárquicos reavivaron los llamamientos para restablecer el Reino de Rumania, una institución que había perdurado casi desde su independencia de los otomanos en 1878 hasta el final de la Segunda Guerra Mundial.

La rama familiar a la que pertenece Paul Philip, descendiente del impopular rey Carol II, sin embargo no es popular en Rumania. El príncipe está distanciado con sus primos y, a pesar de que su padre fue reconocido legalmente como hijo de Carol II, su reclamo a un título real nunca fue aceptado.


Una trama corrupta que causó daños por 145 millones de euros al estado rumano

Paul Philip de Rumania
Paul Philip de Rumania, descendiente de los últimos reyes del país, pasaba por la isla mediterránea de Malta cuando fue arrestado en abril en virtud de una orden de detención europea de 2020 emitida por Rumania. 

Sin abandonar nunca su pretensión de recuperar una parte de las propiedades de la familia real, Paul Philip se estableció en Rumania hace dos décadas, se presentó como candidato a presidente (sólo consiguió un 0,5% de votos) y reunió en torno a sí mismo una especie de “corte en la sombra” compuesta por políticos, embajadores y algunas celebridades rumanas.

Fue por ese entonces cuando Remus Truica, ex jefe de gabinete del ex primer ministro Adrian Nastase, se acercó a Paul Philip con una oferta para ayudarlo a “recuperar” propiedades muy caras fuera de Bucarest, entre ellas partes de la Granja Real Baneasa (28,6 hectáreas) y el Bosque Snagov (47 hectáreas), que pertenecieron a la familia real rumana antes de la Segunda Guerra Mundial.

Según Truica, su empresa podría ayudarlo a recuperar las disputadas tierras familiares y pagarle un anticipo de 4 millones de euros, si cedía entre el 50 y el 80 por ciento de las propiedades a cambio. Paul Philip, que dijo que no sospechaba que el acuerdo violaría ninguna ley, aceptó el acuerdo y recibió el millonario anticipo prometido.

Pronto, Paul Philip descubrió que el verdadero inversor de la operación era el multimillonario israelí Benyamin Steinmetz, un magnate minero que había hecho una fortuna con el tráfico de diamantes africanos y era el propietario en casi un 90 por ciento de la empresa de Truica.

Las propiedades reales fueron compradas por la empresa de Truica mediante cuantiosos sobornos a funcionarios públicos. Paul Philip recibió el bosque Snagov y la granja de Baneasa y entregó ambas propiedades a la empresa, según lo acordado, pero cuando fueron vendidas el príncipe no recibió la parte prometida.

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El príncipe se sintió “engañado” y denunció la operación a la policía en 2015. “No pensé que hubiera hecho nada malo. Sentí que era yo el que no había recuperado sus propiedades”, dijo. La denuncia abrió una investigación de alto nivel y cinco años después, la policía rumana recibió la orden judicial de detención contra Paul Philip.

“Aunque no formaba parte del grupo criminal organizado” que se dedicaba al trabajo sucio de sobornar a los funcionarios, Paul Philip “formaba parte del grupo de intereses que giraba en torno a él y que tenía como objetivo entrar ilegalmente en posesión de bienes pertenecientes al Estado rumano”, dijeron los documentos judiciales.

“Movido por el deseo de enriquecerse, invocando la conexión con el ex rey Carol II, y sabiendo que los bienes reclamados no podrían obtenerse legalmente, el acusado aceptó” ser parte de la trama, dijeron los fiscales al pedir su detención en 2020.

La lista de implicados en esta trama corrupta incluye a Truica, a Steinmetz y a funcionarios locales que “participaron de diversas maneras en un sofisticado plan para estafar al país y quedarse con tierras que alguna vez fueron propiedad de su rey”. En total, 19 personas fueron condenadas y sentenciadas a prisión, entre ellos el editor de un periódico.

Steinmetz y Truica fueron condenados a siete años de cárcel por su participación en el plan, que se estimó que tuvo un coste de 145.398.569 euros en daños contra el Estado.

Paul Philip, que tiene ciudadanía británica, francesa y rumana, pasó los últimos meses en una prisión en Malta, donde recibió la visita de su esposa. Mientras sus abogados luchan contra su solicitud de extradición, sus mayores temores son actualmente que las autoridades rumanas intentaran “secuestrarlo” y por esto se refugia en un lugar no revelado. 

Malta sentenció que los derechos humanos del príncipe fugitivo serían violados si cumpliera condena en Rumania debido a las condiciones de hacinamiento de sus cárceles, y citó también su “edad avanzada” y su “posición única con respecto a la historia monárquica de Rumania”.

“Me alegro de que Malta se haya dado cuenta de lo que Rumania estaba intentando hacer… Es evidente que es una injusticia”, dice el fugitivo. 

Con una condena en Rumania y una orden de detención europea aún pendiente, el hijo del penúltimo rey defiende su inocencia y quiere seguir libre, pero está cercado: todavía puede enfrentarse a la detención en 25 países miembros de la UE. “No me han vencido. Tengo muchas ganas de luchar”, dice.

ds