Lo que Severance, la serie creada por Dan Erickson y producida por Ben Stiller, vino a plantear se inscribe en varias obsesiones contemporáneas simultáneas, como el trabajo y el desdoblamiento de la propia identidad, por mencionar dos.
En este caso, el toque fino se lo da la tónica de ciencia ficción, que permite abordar las cuestiones con un único elemento más especulativo que concreto: en el mundo propuesto por la serie, las personas tienen la posibilidad de dividir (lo más preciso en los términos de la serie sería decir “cercenar”) su conciencia. Una parte se mantendrá intacta, pero la otra será la que transcurra en el trabajo, en este caso la fábrica Lumon.
Lo que se hace en Lumon es un misterio que atraviesa la trama. La información de esta historia está dosificada. Seguimos a Mark, Helly y otros empleados, que trabajan en la sección de Refinamiento de Macrodatos. El interior de la empresa responde a una lógica absurda, de burocracia kafkiana y tensión teatral. El exterior presenta componentes de thriller contemporáneo. Es en ese péndulo, tal vez, que reside la magia de la serie, que se convirtió en uno de los éxitos del año.
Pero hay una cosa más. A las actuaciones protagónicas destacables, de Adam Scott, Britt Lower y Zach Cherry se les sumó un vínculo entrañable, atrapante y desgarrador, encarnado por John Turturro y Christopher Walken. Como si se tratara de un spin-off simultáneo, la historia de las versiones internas (“innies”, en el léxico de la serie) de Irving y Burt es poética, compleja y dramática. Es un amor que avanza a tientas y se muestra temeroso ante las dificultades amatorias de un contexto imposible para vincularse. Pero a la gélida luz de sus realidades, ambos empleados cercenados logran encontrarse.
La serie acaba de concluir su segunda temporada. Podría reconocerse al spoiler (ndr: “arruinar en inglés: término que se usa en el mundo de las series para designar que alguien adelantó una trama) como un mal de época. Las cosas se ven de inmediato, a penas salen. Confiando en que todavía hay espectadores que no terminaron la serie, lo válido sería dar un paso para atrás y destacar el anteúltimo capítulo.
En una entrevista reciente con The Hollywood Reporter, John Turturro habló de los desafíos de encarnar a su personaje, un empleado en rebeldía que se enamora de un exsicario de Lumon, cuya versión interior es casi antagónica a su versión exterior. Irving indagó demasiado y tiene que irse. Y ahí se dicen:
—Quiero recordarlo.
—Será mejor si no lo hacemos.
(El creador de la serie) ya había escrito toda esta historia para mí antes de que se hiciera, dice Turturro en la mencionada nota. Así que investigué mucho y, de hecho, le presenté a Dan a alguien con quien estaba hablando. Con lo cual conocía ciertos aspectos de la historia del personaje: por qué fue cercenado, por ejemplo, aunque no se explica. Y para mí, eso fue útil.
Turturro no había hecho series de largo aliento (recordemos que Severance va hacia una tercera temporada, confirmada este viernes). En este caso, el arco de Irving se dosifica al ritmo del resto de la información de la trama: de a poco, sin premura, y con giros sorprendentes que patean el tablero y resignifican lo visto durante las últimas horas. Esa dinámica responde también a la labor colectiva de los guionistas. La conjunción de muchas mentes propicia un entramado más impredecible, que luego se unifica, se encastra. En cuanto a esto, el actor aclara.
Estoy acostumbrado a hacer miniseries, una especie de arco argumental. En este caso, no sabés quién se va a ir, quién va a volver y si va a volver como su yo interior o exterior. ¡Todo es una distorsión mental! Tenés que descubrir qué se fusiona con qué. No estás interpretando a dos personas diferentes, estás interpretando dos estados diferentes. Dan tiene una mente realmente interesante.
La experiencia del actor le permite también ampararse de esos frenéticos y a veces caprichosos cambios. Consultado por los cambios a los que fue sometido su personaje, Turturro fue categórico.
Creo que fue el año pasado, Dan me dijo: “Ya no estoy seguro de esto ( una parte de la historia de Irving)”, y yo dije: “Bueno, ese barco ya partió”. Para mí, eso no va a cambiar, en cuanto a cómo lo interpreto. No significa que no podamos tener una gran variedad, pero necesitas tener una base sólida para el personaje que estás creando. Necesitás un perchero donde colgar tu sombrero.
El caso de Irving resulta paradigmático. Cómo una persona, reducida a una forma hiperbólica de alienación, conserva algunas sutiles modulaciones de su irreductible personalidad. Sus pasiones, su sentimiento, su ternura, su enojo, en este caso su sentido de la justicia. Dice Turturro: Yo también he tenido trabajos como el de Dan, donde pensaba: “Tengo que irme de aquí.
No puedo”. Y tenía un montón de fantasías. Eso es lo que hacía cuando estaba en ese tipo de puestos y hacía lo que tenía que hacer, pero sabiendo: “Acá no es donde me voy a quedar”.
Tercera temporada
P.F.
Apoyados en una política de expansión de Tim Cook, director de Apple, reveló la noticia de la tercera temporada a
través de un intercambio en X con el productor Ben Stiller. Ante la pregunta del actor devenido en productor, la respuesta la respuesta del ejecutivo no dejó margen para la duda: “La temporada 3 de Severance está disponible a pedido”. La declaración fue acompañada de un video de trabajadores de Lumon, proponiendo una suerte de metatextualidad divertida, en la que los propios empleados y protagonistas de la serie están, de alguna manera, trabajando para armar la continuación de su propia historia.
La noticia no debería sorprender a nadie: Severance superó a Ted Lasso y se convirtió en la serie más vista de la plataforma de streaming: un éxito contundente, que los ejecutivos eligen proseguir.
Apple no dio detalles sobre cuándo se va a estrenar la tercera temporada, pero Stiller prometió que esta vez no van a pasar tres años, que fue el desmesurado tiempo transcurrido entre la primera y la segunda temporada.