Jack Patrick Dorsey cofundó en 2006 Twitter, la plataforma líder en lo que se dio en llamar microblogging. De alguna manera, Dorsey, sus socios y sus desarrolladores de software lograron canalizar algo que hoy es una realidad: el flujo de información instantáneo y la conexión entre usuarios. Rápidamente, la modalidad de los ciento cuarenta caracteres permitió la circulación de información: desde catástrofes hasta movilizaciones políticas, de repente todo podía ser comunicado vía Twitter.
Cuando la red social fue vendida a Elon Musk, y pasó a llamarse X –un hecho rebranding de los considerados no exitosos–, hubo una pequeña semilla en la red que no pasó desapercibida en algunos sectores de la sociedad: Bluesky, una plataforma descentralizada que pretendía volver a los inicios de internet: sin publicidad ni algoritmos manipulados, y con una presentación visual similar a X.
Mente brillante. Bluesky fue una iniciativa del mencionado Dorsey y se financió mediante un subsidio de Twitter, que Musk cortó apenas asumió como dueño y le puso X. Pero Bluesky no solo siguió funcionando, sino que se convirtió en un competidor concreto de ante un X, donde la volatilidad emocional de Musk comulga con su mirada ciega a publicaciones falsas y agresivas.
La designada para reemplazar a Dorsey cuando este decidió irse de Bluesky fue Jay Garber, una empresaria de 34 años con un perfil bastante en sintonía con los arquetipos del éxito contemporáneo: fue minera de bitcoins, lanzó su propia moneda y entiende a la perfección el lenguaje corporativo de las redes sociales, al punto de lograr enfrentarse al gigante del microblogging, X. En esa posición, de alguna manera Graber encarna una alternativa para muchos usuarios que no se sienten representados por los manejos de Musk.
Las últimas elecciones en los Estados Unidos, un período en el que el caudal de información (y de falsas noticias) rebasó, Bluesky pasó de nueve millones de usuarios a veintiséis millones. Un crecimiento interesante que coincidió con los ciento dieciséis mil usuarios que cerraron sus cuentas el día después del triunfo de Donald Trump como presidente, lo que constituyó el mayor número de fuga de usuarios en un solo día durante la gestión de Musk en X. Podría decirse que la popularidad de Bluesky está bastante ligada a las crisis de X en septiembre de 2024, cuando la prohibición temporal de esa red en Brasil: tres millones de usuarios abrieron cuentas en Bluesky cuando Musk se negó a acatar la orden judicial de suspender algunas cuentas de X.
Bluesky, la red social "anti Elon Musk" que suma "arrepentidos" de X y quiere darle pelea
Casualidad. “El estado actual de la mayoría de las plataformas sociales es que los usuarios están encerrados y los desarrolladores no”, ilustró Jay Graber en una entrevista reciente. “Queremos construir algo que garantice a los usuarios la libertad de moverse y a los desarrolladores la libertad de construir (...) Fundamentalmente, hicimos esto porque queremos construir un ecosistema en el que los desarrolladores puedan confiar, y si alguien tiene una idea para mejorar el estado de las redes sociales, no tiene que presionarnos para cambiar las cosas, pueden hacerlo ellos mismos”. En la historia de este desafío entre X y Bluesky, hay lugar para un poco de poesía. Jay en realidad se llama Lantian, que en chino significa “cielo azul”. Sí: el sintagma que da nombre a la red social, surgida antes de su llegada.
Hija de una acupunturista china, Graber estudió informática, ciencia y tecnología en la Universidad de Pensilvania. Cuando promediaba el último año, fundó Penn Time Bank, un banco de tiempo que les permitía a los estudiantes dividir su tiempo en bloques de una hora que podían e intercambiar con sus pares. Luego incursionó en la tecnología ligada a la blockchain, fue fichada por una empresa llamada Zooko Wilcox, para lanzar Zcash, una criptomoneda. En 2019 fundó Happening, una plataforma para conectar a las personas que se conocían en eventos. Y ahí Dorsey la convocó para Bluesky, donde hoy es la CEO.