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Streaming argentino

Iván Schargrodsky se suma al streaming, con contenido político

Tiene Cenital, donde su newsletter político es de lo más leído. Es columnista de Tomás Rebord –en Blender–, y lanzó 'C+', su canal de YouTube.

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Iván Schargrodsky, titular de Cenital. | CEDOC PERFIL

Hace cinco años, Cenital irrumpió como un sitio de noticias diferente, y con la intención de profundizar en temas que requieren, en muchos casos, una exposición dilatada. En su newsletter Off the record, Iván Schargrodsky identifica los que considera principales núcleos narrativos y escribe un análisis de oraciones largas, preguntas abiertas y algunas conclusiones parciales. “No soy muy de sintetizar”, dice a PERFIL. Este 2024, Schargrodsky estrenó C+, que se emite por Youtube.

El streaming argentino como fenómeno 2024.

 —¿Por qué decidiste dar este salto?

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—Tiene que ver con un diagnóstico múltiple que hicimos a fin del año pasado sobre dos cuestiones. La interna, que tiene que ver con que nuestra comunidad nos estaba pidiendo que sumemos a la oferta de contenido que teníamos la parte audiovisual. Y la externa, porque entendíamos que todo lo que había prometido el presidente Milei que nos parecía que era genuino en su prédica lo iba a cumplir por lo menos el primer año y entonces eso iba a hacer que los medios, en general, sufrieran mucho deterioro. Si en ese contexto nosotros lográbamos presentar una nueva y atractiva oferta de contenido, podíamos ganar algún tipo de porción de mercado.

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El equipo de C+: Jairo Straccia, María O'Donnell, Iván Schargrodsky, y Ernesto Tenembaum.


—¿Cómo definirías a C+?

—Como un canal de YouTube; no sé si es un canal de streaming, entendiendo que estos últimos tienen una programación diaria que nosotros hoy por una cuestión de costo y estructura no podríamos afrontar. C+ respeta la lógica de Cenital, es decir, no es diario y no correr contra el breaking, y prioriza el tiempo para la reflexión a la hora de presentar el producto.

—¿Por qué elegiste a María O’Donnell, Ernesto Tenembaum o Jairo Straccia para formar parte del proyecto?

—Eran nuestro plan A. Entendemos que son periodistas que respetan el espíritu de Cenital, que le aportan, en términos de oferta de producto, la diversidad que estamos buscando. Es decir, yo hago un programa de entrevistas, Ernesto (Tenembaum) y María (O’Donnell) hacen un ciclo donde, si bien hay reportajes, también hay mucha reflexión editorial de ellos. Y Jairo, un programa temático de economía, de los actores del sector que ahora va a tener también otros enfoques. Era un equilibrio que para nosotros estaba muy bien y evidentemente para nuestra comunidad y la gente que consume el canal también, ya que estamos con números que son de un canal que está establecido hace tiempo y todavía no cumplimos dos meses.

—¿A qué creés que se debe tanto interés por la discusión política?

—Probablemente por el tenor de las discusiones; cuando son tan tan fuertes, el interés crece. Supongo que si hubiera habido canales de YouTube en Argentina funcionando a pleno en el conflicto por la 125, hubiera habido un enorme interés, como lo hay ahora. Además creo que el 78% de nuestro público es gente que tiene menos de 40 años y el 80% es gente que tiene menos de 35. Entonces, no sé si es que a la gente no le interesa leer o no le interesa la política; capaz que nosotros tenemos que hacer un esfuerzo por mejorar el contenido que ofrecemos y ahí sí interesará.

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'La hora africana', el segmento de Schargrodsky en el programa de Tomás Rebord, en Blender.


—Hoy el streaming es un fenómeno o una transición, pero la televisión tiene recursos que le permiten seguir siendo fuente. ¿Qué creés que pasará con la televisión?

—No tengo la capacidad de predecir qué pasará con los formatos. Decían que los diarios no iban a funcionar más y siguen funcionando; lo mismo decían de las radios. Probablemente se han reconvertido y la televisión tenga que hacer lo mismo, pero no me atrevo a dar un pronóstico. Sí creo que mientras la noticia, el breaking news, vaya interesando cada vez menos –excepto cuando hay una situación de altísima tensión– y sobre todo la gente más joven vaya acostumbrándose a consumir contenidos en demanda, es probable que la tele necesite una reconversión. Pero hoy, por lo menos la agenda política y la conversación pública la sigue marcando la televisión o los diarios. Uno podría mencionar las redes, pero hasta que sus temas no llegan a la tele, no se transforman en discusión nacional. Con lo cual creo que tiene tiempo, margen y recursos para adaptarse.

—La época también es compleja en términos de polarización. ¿Qué desafíos encontrás a la hora de sintetizar la información, las ideas que circulan?

—Para eso, a mí me sirve escribir. Y hubo un momento que dije, bueno, si hay una discusión sobre el programa económico, hay una discusión sobre las internas entre funcionarios, hay una discusión sobre un tema social convulso y otra sobre algún tema internacional… a lo mejor hay que jerarquizar y elegir. Y si bien yo, en el newsletter, he tratado de abordar todo lo posible, también es cierto que hay que jerarquizar. Mi newsletter es una pieza gráfica muy larga. Cuando hago la “La hora africana”, con Tomás Rebord (en Blender), dedico una hora a hablar de los temas que están dando vueltas. En On The Record hago entrevistas de más de dos horas. Yo no sé si tengo una enorme capacidad de síntesis y a la vez creo que eso es una búsqueda en sí misma. Cuando hay un proceso de sintetizar todo, a mí me interesa volver a que tengamos tiempo para conversar y desarrollar una idea. Me parece importante dar tiempo para pensar, para preguntar, para responder, para conversar en líneas generales.

—¿Qué importancia das al humor en tu comunicación?

—Creo que el humor es fundamental. A mí el humor negro me funcionó muy bien en la conversación después de que perdí a mis viejos. Y desde ahí es un registro que uso mucho. Nunca se sabe si es espontáneo, si es un mecanismo de defensa, pero me es funcional; trato de que sea algo que corte. Ya sea con alguna dosis de ironía en el newsletter, o con algo un poco menos sofisticado en lo que son las apariciones audiovisuales.