El periodista Jorge Lanata falleció este lunes a los 64 años. Emblema del periodismo argentino, a lo largo de su trayectoria se destacó por diversas investigaciones contra el poder político, entre la que se encuentra la llamada "Ruta del dinero K". Años antes de esa investigación, destapó otro escándalo relacionado con la gestión kirchnerista, en una nota exclusiva para PERFIL: la bolsa de dinero en el baño de la entonces ministra de Economía y Producción, Felisa Miceli, que desencadenaría la primera condena por corrupción a un exfuncionario K.
El 5 de junio de 2007, durante un operativo de rutina de la policía Federal, las autoridades encontraron en el baño privado del despacho de la ministra un bolso conteniendo un fajo de 100 mil pesos y poco más de 31 mil dólares (en aquel momento, su sueldo era de ocho mil pesos).
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El hecho no trascendió hasta el 24 de junio de ese mismo año, cuando Lanata publicó en Diario PERFIL el descubrimiento del capital. Bajo el título de "Hallaron una misteriosa bolsa con U$S 241.000 en el baño privado de Miceli", la nota revelaba que los fajos eran de 140.000 dólares, 50.000 euros y 100.000 pesos. Asimismo, en el artículo denunciaba que el acta que labraron los agentes luego "desapareció" de la Brigada.
Los pesos estaban en un solo fajo sellado con una banda de papel que señalaba “Lote 38.057 Bco. 30”. "'Bco. 30' equivale, en el lenguaje bancario, al Banco Central de la República Argentina. El BCRA sólo reparte dinero a bancos y entidades financieras, nadie puede tener una cuenta personal en el Central. Cada lote se envía a un banco que, según el BCRA, puede reenviarlo —sin abrir el fajo sellado— a otra entidad", explicaría el periodista en una nota posterior del mismo medio, cuando la funcionaria había salido a desmentir las acusaciones en su contra.
A raíz de la publicación, los voceros del Palacio de Hacienda aclararon inmediatamente que el dinero pertenecía a la ministra, que "está declarado" y que estaba destinado a una operación inmobiliaria. Según la explicación oficial, Miceli esperaba hacer la operación el martes 5, pero no la pudo concretar porque se le hizo tarde debido a sus funciones. Si bien no desmintieron la existencia del sobre, aclararon que la cifra era menor a lo informado en el artítulo.
Como luego de ese día de actividad debía concurrir a otro acto oficial, la funcionaria no quiso salir con ese dinero encima, por lo que prefirió dejarlo en su despacho, continuaron. Luego, entró la policía del Ministerio y encontró esa plata en una inspección de rutina y de inmediato labró el acta correspondiente para evitar malentendidos posteriores.
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En tanto, el 7 de julio de ese año, Miceli rompió el silencio y admitió a la prensa haber cometido "una ingenuidad, una torpeza y un error" al dejar una bolsa con 60 mil dólares en el baño de su despacho. Sin embargo, negó tajantemente haber cometido un "delito", asegurando que "gran parte" del dinero se lo prestó su hermano para comprar una propiedad en el barrio porteño de Núñez, a la vez que denunció una "operación política" en su contra: "Esto está montado claramente para perjudicarme, es una operación muy brutal en contra mío. Alguien quiere capitalizar esto. Están tratando de quedarse con el Ministerio de Economía".
Diez días después de sus dichos a los medios, debió presentar su renuncia, cercada por el avance de la investigación judicial en su contra y para evitarle un mayor costo político al entonces presidente Néstor Kirchner, quien de inmediato designó a Miguel Peirano como nuevo titular del Palacio de Hacienda.
En ese sentido, la funcionaria expresó su decisión de abandonar el cargo a raíz del pedido de indagatoria que le extendió el fiscal Guillermo Marijuan al analizar la ruta del dinero encontrado en su despacho, ya que para él no estaban claros su procedencia ni su destino. De esa manera, presentó su renuncia "indeclinable" al jefe de Gabinete de turno, Alberto Fernández, por considerar que le estaba causando al Gobierno "un costo innecesario" y para preservar, ya como ciudadana común, su "honorabilidad".
"Me voy porque no le puedo hacer daño a un presidente que confió en mí", expresó la ministra a sus colaboradores más cercanos, tras redactar su renuncia al cargo. Según trascendió, el gran problema de Miceli fue que no pudo demostrar fehacientemente el origen del dinero encontrado en su despacho. Sumado a esto, el dictamen del fiscal contuvo más datos de los que conocía el presidente. Ante esto, el jefe de Estado le habría dicho a la titular de Hacienda que tenía que dar "un paso al costado", deslizaron voceros oficiales.
El proceso judicial contra Felisa Miceli
El 7 de enero de 2008 llegaría el primer revés judicial: la jueza federal María Servini de Cubría dictó su procesamiento por los delitos de "encubrimiento y destrucción de prueba", al tiempo que le trabó un embargo de 200 mil pesos sobre sus bienes. Apenas conocida la noticia, la imputada expresó públicamente que se sentía "indignada" por el fallo en su contra, al que calificó como una "gran injusticia". "Esto es una causa armada", protestó.
Asimismo, el 1° de julio de 2009, el fiscal Marijuan pidió elevar a juicio oral la causa. Paralelamente, requirió que José Rubén Miceli, hermano de la exministra, sea sobreseído, al considerar que "no ha cometido ni participado de la conducta ilícita que se le reprocha" a la exfuncionaria.
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A su vez, afirmó que los billetes del paquete de los 100 mil pesos encontrados "llegaron a su poder por afuera de una operación financiera legal, regular y debidamente registrada, que contara, además, con su correspondiente respaldo documental". Miceli "ocupaba la máxima autoridad en materia económica del país, cargo este que le implicaba una forma ética de comportamiento propia del cargo de funcionaria pública, funciones éstas que con el actuar aquí investigado han quedado muy transgredidas por la imputada", completó.
De esa manera, la investigación fue elevada a juicio oral en septiembre de 2010 y, finalmente, el proceso comenzó el 29 de octubre de 2012. Durante todo el juicio, Miceli trató de probar que ese bloque de dinero había sido prestado por su ya fallecido hermano y por una amiga que declaró para ratificar su versión. La exministra también rechazó las sospechas sobre la forma en que estaba acondicionado el fajo —tal como sale de las entidades financieras— y aclaró que ella misma lo empaquetó así con papel film y calor.
Sin embargo, la Justicia determinó que el dinero había salido del Banco Central de la República Argentina y entregado a la Caja de Crédito Cuenca Cooperativa Limitada. Por ese motivo, el Tribunal Oral Federal 2 (TOF2) —integrado por los jueces Jorge Luciano Gorini, Rodrigo Giménez Uriburu y Jorge Alberto Tassara— la condenó en diciembre de 2012 a cuatro años de prisión por los delitos de "encubrimiento, receptación de cosas" y "sustracción y ocultamiento" de documentos públicos.
Asimismo, se le impuso una inhabilitación de 8 años para ejercer cargos públicos, mientras que los delitos por los cuales se la encontró responsable se agravaron por su condición de funcionaria en ejercicio. Además, los magistrados dispusieron el decomiso de 100 mil pesos, o en su defecto que lo devuelva "actualizado", ya que de lo contrario se procedería a la ejecución de la propiedad embargada.
Después de apelar la condena, Casación confirmó por mayoría la sentencia en julio de 2014. No obstante, la Sala II ordenó que otro Tribunal, y no aquel que hizo el juicio, dicte una nueva pena e incluso anuló la actualización que se le había fijado sobre el decomiso de los 100 mil pesos. Finalmente, en abril de 2015, el TOF 1, integrado por los jueces Adrián Grunberg, Oscar Amirante y Pablo Laufer, dio a conocer la nueva condena: "tres años de prisión condicional".
Al sentenciarla, el tribunal tuvo en cuenta como atenuantes "la ausencia de antecedentes penales" de Miceli y que "no hubo perjuicio patrimonial para el Estado" en el hecho, en tanto que tomó como agravantes "su grado de participación, y que no tenía dificultad alguna para ganarse su sustento propio". El fallo quedó firme en mayo de ese mismo año, luego de que ninguna de las partes apelara. Por su parte, la exministra expresó sentirse "aliviada de no ir a la cárcel".
Antes de conocer la sentencia, y al hacer uso de la palabra, Miceli se quebró. "Sería tremenda injusticia que yo vaya presa, estoy arrepentida de haber llevado el dinero, fue un error. Nunca jamás voy a ocupar un cargo público, ya aprendí la lección. No es por miedo, es porque me da rabia, me da pena, que sea tanta injusticia", sostuvo.
Además, cuestionó el cambio de acusación. "Primero fui procesada por encubrimiento y luego definieron que era por administración fraudulenta, cuando yo dije que fue un préstamo personal. ¿De qué delito hablan? Si la financiera sigue funcionando y a sus directivos les dictaron falta de mérito", señaló.
"¿Cómo puede ser que quienes cometieron el delito [la financiera Cuenca] estén con falta de mérito, y yo voy presa por encubrimiento? ¿Yo voy presa y ellos siguen administrando esa financiera?", protestó.
La nota en la que Lanata recordó la investigación que llevó a Felisa Miceli al banquillo
Micelli, la mujer de la bolsa
"La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, ay Dios. Cuando lo manda el destino no lo cambia ni el más bravo, si naciste pa’ martillo del cielo te caen los clavos. La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, ay Dios".
De la canción Pedro Navaja, de Rubén Blades.
El pasado martes 5 de junio, poco después de las seis de la mañana, cuando la temperatura era bastante menor a los diez grados promedio de la jornada, los dos hombres de la Brigada de Explosivos del Cuerpo de Bomberos de la Policía Federal subieron por el ascensor del hall de ingreso de Hipólito Yrigoyen 250 hasta el quinto piso. Como en un aburrido paso de comedia, al abrirse la puerta los esperaba el mayordomo, dispuesto a hacer de cicerone en una recorrida que los tres conocían de memoria.
Miguel Lezcano es morocho y macizo, y lleva 33 años viendo pasar ministros de Economía en esas cumbres del poder donde todos sueñan quedarse para siempre. Cuando la rutina guía los pasos, el valor de lo extraordinario se multiplica; las personas miran sin mirar, sobrevuelan la escena hasta que, de golpe, un animal les salta encima.
Las visitas matinales de la Brigada son de rutina y se realizan todos los días desde 1978, cuando el ex ministro José Alfredo Martínez de Hoz temía que le pusieran una bomba.
Ninguno de los tres va a olvidarse jamás de la mañana del 5 de junio: aún hoy el recuerdo les aparece durante el sueño, en medio de una conversación, durante un viaje en colectivo.
El mayordomo y los policías comenzaron su recorrido desde la recepción hacia la oficina privada de Felisa Miceli, a la que se accede luego de pasar por la de Mariela Pía Santarelli Goñi, su secretaria (ver croquis adjunto). El sitio parece un juego de cajas chinas: un despacho deriva a otro, más privado aún, y decorado con gusto más atento; del despacho privado de unos cuarenta metros a una especie de living, más íntimo, con un baño al que sólo accede Felisa o, claro, personas de su íntima confianza.
Cuando los policías revisaron el lavabo con automático desdén, dieron con una bolsa de plástico que a lo lejos adivinaron pesada: estaba llena de billetes. De haber sido máquinas, éste hubiera sido el momento en el que la pantalla comenzaba a titilar. Pero eran personas, e hicieron un largo y pesado silencio.
En el baño de Felisa Miceli, por accidente, la Policía acababa de descubrir una bolsa de plástico con 250 mil dólares. Para ser exactos: con 140.000 dólares, 50.000 euros y 100.000 pesos, o sea, un total exacto de 241.000 dólares.
Doscientos treinta y nueve mil seiscientos treinta y un dólares americanos. Los subordinados del comisario Arturo Martínez sugirieron labrar un acta, como en efecto sucedió. El acta luego “desapareció” de la Brigada.
La secretaria de Felisa llamó de inmediato a otra de sus secretarias (que, como el living, es “más íntima”) y desde el teléfono Mariela ordenó casi a los gritos y con prepotencia que no debía quedar rastro alguno del hallazgo. El cono de silencio sobre el hecho pudo mantenerse con relativo éxito: el arquitecto Rubén Pierro, director técnico operativo del Ministerio, jefe del mayordomo Lezcano y responsable de una caja chica realmente bastante grande, estuvo al poco tiempo al tanto de todos los detalles, especialmente preocupado por la existencia de copias administrativas del acta policial. Los miembros de la custodia de la ministra, que ocupan una oficina dentro del edificio de Hipólito Yrigoyen, también llegaron a enterarse de los detalles del hecho, que fue confirmado a PERFIL por dos fuentes directas. La preocupación de Pierro por las copias no es menor: es la vía más rápida para la extorsión. ¿Se podrá realmente garantizar que no existieron? Cuántas fotocopiadoras dispuestas a dejar constancia hay entre el trayecto del Ministerio de Economía y la Brigada de Explosivos?
¿YO, SEÑOR? PUES ENTONCES ¿QUIEN LO TIENE?
No hay nada peor que una grieta en un secreto garantizado. Cuando el agua empieza a filtrarse la desesperación es tal que el secreto se torna evidente. El miércoles 20 al mediodía, PERFIL ubicó al ordenanza Miguel Lezcano, quien ingresó en la administración pública en tiempos de José Ber Gelbard. Llevaba uniforme azul, un handy en la cintura y un pin que dice “Ministerio de Economía”.
Pasa la mayor parte del día en la cocina del quinto piso. Pero le alcanza para enterarse de todo, y aquella mañana del 5 de junio fue testigo directo de la apertura de la bolsa.
PERFIL: Buenas tardes, quería hablar con usted en privado…
LEZCANO: No, no. Hablemos acá, dale. No hay problema.
P: Mire que es un tema delicado.
L: (sonriendo): Dale, dale.
P: Sabemos que el martes 5 a la mañana una brigada de Bomberos encontró en el despacho de la ministra una bolsa con 250.000 dólares.
La actitud de Lezcano cambió en un segundo, dio dos pasos atrás y se ubicó detrás de unos molinetes.
Extendió los brazos y alcanzó a mirar de reojo a las seis recepcionistas que atienden en el hall.
L (gritando): ¡Nooo! Vos no entendés. Yo trabajo acá hace 33 años. ¡Soy discapacitado (volvió a mirar a las recepcionistas). Soy ciego, sordo y mudo!
P: Pero, Lezcano, sólo queremos saber…
L: No, no. No entendés. Gracias, gracias, me voy. Me voy.
Y se fue. Nunca más volvió a atender los llamados de PERFIL.
Pocos minutos antes del incidente con Lezcano, PERFIL intentó comunicarse con el director operativo, arquitecto Pierro, que devolvió nuestra llamada combinando una cita en su oficina. Diez minutos después, Pierro llamó cancelando el encuentro
ARQUITECTO PIERRO: Disculpame, pero es imposible. Estoy ocupado.
PERFIL: Es sólo un momento, pocos minutos.
AP: No…además, ¿cómo llegaron hasta mí? ¿Cómo saben...?
P: Bueno, tenemos fuentes...
AP: No puedo, no puedo.
P: Tal vez mañana, en otro momento. Podemos hablar por teléfono, pero no creo que sea lo mejor…
AP: Por teléfono, no.
P: Quizá lo mejor sea que nos veamos afuera del Ministerio…
AP: Bueno, eso puede ser. Mañana lo llamo.
El llamado, obviamente, nunca se produjo y luego de varios cruces el arquitecto Pierro dijo, a través de su secretaria, que: “No conoce ninguna información al respecto”.
El sábado a las 8.30 de la mañana llamé al vocero de Miceli, Silvio Robles:
—¿Qué? –me contestó.
—Que había un bolso con 239.631 dólares.
—No…, mirá, yo no sé nada. A mí no me cuentan todo, ¿entendés? Hay cosas de las que ni me entero. Dejame llamarla… en un rato. Y te llamo.
A la hora del cierre de esta edición, el vocero Robles no se había comunicado con ninguno de mis teléfonos, con los que, por supuesto, cuenta.
Decidí irme a dormir.
MB/ML