“Soy adoptado. Lo sé desde hace pocos meses. Tenía cincuenta y cinco años cuando me enteré”. Así inicia el libro 56 del recientemente fallecido Jorge Lanata, publicado en 2017. En una autobiografía donde reflexionó sobre su fructífera carrera periodística, Lanata eligió comenzar con una ventana hacia su vida privada, la familiar.
El propio Lanata admitió que "no es normal comenzar una antología periodística con una confesión personal", pero dijo que “no podría escribirla de otro modo". En su mente no había “verdad para otra cosa", que para "evitar ese dato echaría sombra sobre todos los demás". Entonces se definió como un hombre "nacido nuevo de preguntas".
Respecto al cómo de la revelación, Lanata contó en 56 que fue una confesión que no le llegó de forma directa, sino a su exesposa, Sara Stewart Brown. “Liliana llamó a Sara y se encontraron en un bar. Eso solo era extraño: Liliana, mi prima de Mendoza, viene poco a Buenos Aires y cuando lo hace nos vemos en mi casa. Sara y yo llevábamos unos meses de haber realizado un trasplante cruzado; quizá el sobrevuelo de la muerte había llevado a Liliana a romper el secreto”, recordó.
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“Al día siguiente nos vimos los tres en casa, y Liliana repitió la historia: ella era chica y había escuchado, de casualidad, a su padre Emilio hablando con un tercero. Hablaban de mi adopción. No sabía más, y lo había callado durante toda su vida. La única que podía saber, la única Lanata que quedaba viva, en verdad, era mi tía Negra. Carmen Billy Lanata, le habían puesto Billy por 'Billy the Kid'. Perdió un hijo de veinte años hace mil y vive en un viejo edificio de la calle Montes de Oca”, continuó.
“La Negra se resistió a dar los pocos detalles que dio: mamá había tenido un parto fallido de mellizos y, por amigos de Mar del Plata, tomaron contacto con una partera: mi madre era una chica rica del interior de la provincia, madre soltera. La Negra no recordaba el apellido, cree que mi fecha de nacimiento era la verdadera. Mamá venía fingiendo un embarazo y pasó una temporada en Mar del Plata hasta que volvió conmigo. Me hizo jurar que nunca iba a contarlo. Y después me dijo que todos lo sabían", remató.
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La dura historia de la madre adoptiva de Lanata
Hasta donde se sabe, Jorge Ernesto Lanata nació en Mar del Plata el 12 de septiembre de 1960. Sus padres fueron María Angélica Álvarez y Ernesto Lanata, quienes lo educaron en un hogar de clase trabajadora, en Sarandí.
Cuando Jorge tenía siete años, su madre quedó postrada tras sufrir un tumor cerebral que le paralizó el lado derecho del cuerpo y el centro del habla. “Ella te entendía, pero no podía formar palabras. Te decía sí o no, pero no podía hablar. Yo casi no la conocí estando bien; tengo muy poquitos recuerdos de ella bien, apenas un par de escenas”, relató en 2014.
Sin embargo, su madre vivió hasta los 70 años, por lo que hubo muchos años en la vida de Jorge Lanata atravesados por la parálisis que sufrió María Angélica. “Marcó mi vida”, admitió en entrevista con Gabriel Rolón. “Creo que yo heredé de ella el sentido del humor. Era una mina que se reía y que estaba bien, a pesar de todo”, completó.
El padre de Lanata, según él, era “un cabrón, un tipo que estaba mal de la cabeza” y de “carácter violento”. Sin embargo, le respetaba “que bancara la situación de mi vieja. Fue muy difícil, pero ellos tenían una unión muy fuerte”. Por este contexto, fue criado por su tía Nélida y su abuela. “Iba a lo de mis viejos medio como de visita; al comienzo dos veces por día, después una, después cada tanto”, recordó.
A los 12 años, Lanata intentó suicidarse. De grande se definió como "el chico más triste y solo del mundo". En la mencionada nota con Rolón, publicada en la revista Viva, dijo que se entendía como “una especie de sobreviviente” de su historia. Pero a esa misma edad encontró su pasión, lo que lo mantuvo ocupado y motivado por el resto de su vida: la escritura y el periodismo.
ML