El fundador del internado escocés al que asistió el rey Carlos III de Gran Bretaña, creía que podía "curar" la pubertad a través de su "laboratorio educativo" y los alumnos estaban "expuestos a riesgos de abuso sexual, físico y emocional", según afirma un informe publicado este fin de semana por el periódico The Times.
Tres generaciones de la familia real británica se educaron en el internado de Gordonstoun (que apareció en la exitosa serie de Netflix "The Crown"), que fue fundado en el noreste de Escocia por el Dr. Kurt Hahn, un educador judío-alemán que huyó de los nazis, para promover la "honestidad, la integridad y el servicio".
Pero el rey Carlos III, ahora de 76 años, encontró una experiencia dura y solitaria y describió su estadía allí como "un absoluto infierno", una "sentencia de prisión" y "Colditz en faldas escocesas", comparándolo con un castillo alemán que fue un centro de torturas nazi.
El hijo de la reina Isabel II y el príncipe Felipe tenía 13 años cuando fue enviado a Gordonstoun, donde pasó cinco años (1962-1967) de soledad y angustia, según sus biógrafos oficiales. Pero en 1975 recordó que sus años allí le enseñaron a "aceptar desafíos y tomar la iniciativa".
Una investigación halló pruebas de acoso, abuso y violencia entre alumnos y el personal del internado Gordonstoun
En 2024, la presidenta de la Comisión de Investigación sobre Abuso Infantil de Escocia, Lady Smith, denunció que los alumnos del Dr. Hahn (que dirigió el internado durante los años en que el príncipe Carlos fue estudiante) eran "expuestos a riesgos de abuso sexual, físico y emocional" y que este abuso sistematizado se extendió "durante mucho tiempo".
La investigación de Lady Smith detectó casos de racismo, acoso y "violencia extrema" en la escuela. "Se permitió que se arraigara una cultura terriblemente abusiva y, en algunas casas, extremadamente violenta. El personal también cometía abusos. Los testimonios de muchos demandantes demostraban claramente que se trataba de abusos".
"Fue recién después de 1990 y del nombramiento de un director que comprendió la importancia de la atención pastoral que el abuso comenzó a abordarse y se restableció cierta confianza", detalló Lady Smith.
La investigación encontró pruebas de que los alumnos mayores sometían a sus compañeros más jóvenes a "ceremonias de iniciación, tribunales populares, torsión de pezones con alicates, meter la cabeza a los niños en el inodoro, colgar a los niños más pequeños de tuberías calientes, lanzar dardos a alumnos jóvenes y dispararles pistolas de aire comprimido".
"En los años 70 y 80 se hablaba de que en la cripta de Bruce House había una 'guarida de violaciones'. Algunos de los chicos que secuestraban allí tenían 13 o 14 años", detalló.
"Ha habido períodos en la historia de Gordonstoun en los que se permitió que el abuso se normalizara durante décadas. Sin embargo, parece claro que durante los últimos 30 años, algunos buenos líderes han tratado de recuperar la posición".
Giles Moffat, portavoz de un grupo que representa a los sobrevivientes de abusos en escuelas escocesas, dijo: "Sabemos que en Gordonstoun los abusos eran moneda corriente y que sus líderes eran los culpables en última instancia. Las escuelas, como Gordonstoun, solían presentar una imagen sana mientras ocultaban realidades impactantes".
Un nuevo informe, también publicado por el Times, reveló ahora que Kurt Hahn creía ser miembro de una "sociedad secreta" que tenía como objetivo demostrar que "la fuerza espiritual de la infancia puede preservarse, intacta y sin diluir".
El educador judío alemán tenía la extraña convicción de que sus métodos extenuantes podrían evitar la pubertad y mantener en sus alumnos la "frescura y el encanto" de la infancia.
En busca de una "cura preventiva" para la pubertad, Hahn creó un "laboratorio educativo" donde los niños tenían que correr descalzos por la nieve y hacer gárgaras con agua salada. Además, prohibió a los estudiantes andar en bicicleta cuesta arriba, dejar de beber agua con las comidas y no tomar medicamentos como la aspirina, que, según él, era perjudicial para la salud.
El director supervisaba personalmente las duchas de agua fría matutinas a las que sometía a los estudiantes o los lavaba él mismo. "Nunca olvidaré el momento en que tuve que permanecer de pie en la bañera de hojalata… mientras Hahn me vertía agua fría desde una jarra de porcelana", recordó un ex alumno.
El director del instituto también insistía en que actividades "no tóxicas" como correr, caminar y navegar podrían impedir el desarrollo de "impulsos sexuales" en sus alumnos.
"Llegó a creer que si podía arrebatarles el control de la pubertad a los niños mediante determinadas actividades, podría evitar lo que él consideraba un inicio irreparable de la homosexualidad o de las atracciones homosexuales en ellos", afirmó Franklin Vernon, de la Universidad del Norte de Arizona, que investigó la vida de Hahn.
"Hubo muchos intentos de precisar la sexualidad y las atracciones de Kurt Hahn", dijo Vernon. "Lo que está claro es que no era heterosexual, aborrecía su sexualidad y se esforzaba, con cierta dificultad, por vivir una vida de celibato, siempre creyendo que sus esfuerzos lo convertirían en asexual, lo cual tampoco era así".
"Sus interacciones —y actividades educativas— hacia y con sus estudiantes en relación con la pubertad y el desarrollo sexual (algunas de las cuales fueron continuadas por otros profesores después de su partida), como la actividad física rigurosa seguida de baños fríos bajo su atenta mirada y la de otros profesores, eran profundamente perturbadoras e inapropiadas".
La falta de supervisión y de medidas efectivas de protección infantil, un personal mal preparado y políticas de reclutamiento insuficientes contribuyeron al abuso en la escuela, dice el texto.
"Creemos que la civilización actual está enferma y socava la fuerza de los jóvenes", escribió Hahn citado por The Times. "Schloss Salem [su escuela alemana] y Gordonstoun han estado trabajando en lo que llamamos la cura preventiva. Mi experiencia me ha demostrado que la luz de la infancia no tiene por qué extinguirse".
"Una y otra vez me ha agobiado la fatalista aceptación de los padres de las influencias deformantes de la 'pubertad', que deben destruir toda promesa de la guardería. Creo que nuestros hijos no se marchitan. Cuando se van, su amor, su curiosidad, su combatividad siguen intactos, como cuando sus madres los llevaron a la escuela. El joven de 19 años todavía irradia la frescura de la infancia".
"En diez años la deformidad de la adolescencia ya no será considerada un decreto del destino, del mismo modo que todavía no creemos que la viruela sea una enfermedad inevitable", escribió Hahn en otro documento, conservado en Biblioteca Nacional de Escocia.
El internado de Gordonstoun fue comparado por Carlos III con una prisión nazi: bullying, acoso y duchas heladas
"Kurt Hahn, el fundador de la escuela, era un educador judío progresista que había huido de Alemania después de que Hitler llegara al poder. Intentó desarrollar su carácter a través de desafíos físicos, como carreras largas al amanecer seguidas de lluvias heladas", escribió la biógrafa de la realeza Sally Bedel-Smith.
"También se esforzó por crear una sociedad igualitaria donde ‘los hijos de los poderosos puedan emanciparse de la prisión del privilegio’", dice Bedel-Smith.
El príncipe Felipe fue uno de los primeros alumnos de Hahn cuando este dirigía la escuela de la Schule Schloss Salem (escuela del castillo de Salem) para niños, y luego lo siguió a Escocia, apoyó firmemente al maestro hasta su muerte: "Sin duda, Hahn hizo una inmensa contribución a la educación en su sentido más amplio", escribió en 2011.
"Inevitablemente, esto lo hace parecer un reformador celoso y dedicado, sin apenas una pizca de humanidad o humor", agregó Felipe. "De hecho, por supuesto, su corazón era aún más grande que su cerebro y siempre había un brillo en sus ojos. Sin duda, era un visionario".
Para el príncipe, la ruda y helada vida en Gordonstoun era lo más parecido a un hogar y sus valores lo influenciaron fuertemente. "Felipe es universalmente confiable, querido y respetado", escribió Hahn en un informe. "Tiene el mayor sentido de servicio de todos los chicos de la escuela", dijo.
El esposo de Isabel II se tomó en serio su papel de jefe de familia y, decidido a endurecer a su hijo mayor, lo envió a Gordonstoun cuando cumplió 13 años. "De todas las escuelas brutales en una época de brutalismo, ésta era la peor", escribió Christopher Wilson, biógrafo de Carlos III.
Felipe repetía que su paso por el internado escocés fueron los mejores años de su infancia, pero Carlos describió sus cinco años en Gordonstoun como una "sentencia de prisión". Era acosado por sus compañeros, que se burlaban de sus orejas y lo golpeaban en los deportes, pero el príncipe nunca se defendió.
"Lo perseguían", relató un ex alumno. "Se sentía amargamente solo durante la mayor parte del tiempo (...) Había alumnos mayores que acostumbraban recibir a los niños nuevos con una bienvenida que consistía en poner unas pinzas en sus brazos y retorcerlas hasta que la piel se partiera en dos. Era común que algunos niños metieran a otros en las canastas de ropa sucia y los dejaran bajo el agua fría en las duchas, a veces, durante horas".