“Vamos a dar apelación y combate”, resume sus próximos pasos Mariano Campero, uno de los tres radicales que esta última semana fueron separados de las filas del partido por una resolución del Tribunal de Ética del Comité Nacional.
El tucumano fue separado junto a Luis Picat y Mariano Arjol, los tres legisladores que respaldaron el veto presidencial tanto a la movilidad previsional como al financiamiento universitario. El rionegrino Pablo Cervi quedó afuera de la sanción porque en la segunda votación optó por abstenerse y no avalar la estrategia libertaria.
Están enojados pero en la práctica, la sanción es más simbólica que operativa porque seguirán estando en el bloque de la UCR, con el aval de Rodrigo de Loredo, cuestionado por una conducción que no logró mantener la débil unidad que los radicales habían acordado sostener con el recambio del Gobierno.
No es la primera vez que sucede una situación similar en el radicalismo, recuerdan. En 2007, Julio Cobos fue expulsado “de por vida” por el mismo tribunal tras convertirse en vicepresidente en la fórmula encabezada por Cristina Kirchner. Trece años más tarde, se revisó aquella decisión y hoy precisamente forma parte del bloque de los “orgánicos”.
Tras conocerse la novedad, el ala dura del partido salió a cuestionar la movida por considerar que reduce las fronteras partidarias en vez de ampliarlas de cara a las elecciones legislativas de 2025, la misma discusión que viene manteniendo la UCR desde al menos dos décadas. Uno de ellos fue el gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo (también exreferente del grupo de los radicales K), quien consideró que se demuestra que “la conducción partidaria que promovió esta idea piensa en un partido chico alejado de la histórica tolerancia democrática de la UCR”. Lo bancaron también su coterránea Pamela Verasay y Karina Banfi. Más allá de las firmas del Tribunal de Ética, las críticas van directo al senador y presidente del partido Martín Lousteau, quien se mantuvo en silencio tras conocerse la medida.
Uno de los reproches que se le hacen es que tiene una “doble vara” para determinar qué es lo que está bien y lo que está mal a nivel partidario, ya que en muchas ocasiones tomó decisiones inconsultas y a contramano incluso de sus compañeros de bancada en el Senado.
En esa línea se quejó De Loredo, quien sostuvo que “con un bloque escindido en Diputados y con senadores y diputados que en reiteradas ocasiones tomaron posturas distintas a sus bloques, selectivamente se busca castigar sólo a unos”.
Pero las miradas también apuntan contra el propio De Loredo, a quien también le cuestionan haber privilegiado el vínculo con el Gobierno y haber perdido, por esa postura, a una docena de legisladores que se fueron a formar el bloque Democracia para Siempre.
Con menor nivel de crítica, el santafesino Mario Barletta también abandonó el bloque oficial y construyó una bancada propia.
En el último mes De Loredo logró ubicar a uno de los propios como funcionario en el Ministerio de Desregulación de Federico Sturzenegger. El exsecretario parlamentario del bloque Alejandro Cacace ahora tiene un cargo de subsecretario en el ministerio pero, según aclaró, su designación fue autorizada por el partido. “Acá todos saben que soy radical”, dice el puntano, que ya transita la Casa Rosada.
El Tribunal de Ética del partido también tiene en carpeta otro pedido de expulsión que, por lo visto, nadie tiene intenciones de tratar y es el del ministro de Defensa, Luis Petri.
El requerimiento surgió a poco de conocerse su designación en el gabinete de Javier Milei en el marco de la estrategia electoral que compartieron con Patricia Bullrich en 2023 que les hizo luego un lugar en el equipo presidencial.