El próximo miércoles Martín Menem buscará la ratificación al frente de la Presidencia de la Cámara de Diputados. Ganó experiencia, sumó rosca y se siente fortalecido en el marco del armado político en el que está trabajando junto a Karina Milei para 2025. Los números los tiene prácticamente garantizados por los propios y también por el kirchnerismo, la primera minoría que tal como lo hizo en diciembre de 2023, ya anticipó que corresponde dar el respaldo al oficialismo para ese lugar. Menem salió airoso al término de un año en el que sorprendió la abundancia de actividad parlamentaria aunque eso no se tradujo en productividad.
En el Congreso siempre hay enojos cuando se mide el trabajo por la cantidad de leyes aprobadas, aunque sirve como indicador parcial para determinar qué lugar le dio el Gobierno al Poder Legislativo y cuál fue su capacidad autónoma para marcar agenda.
En lo que va de 2024, sin contabilizar la convocatoria a posibles sesiones extraordinarias, la Cámara de Diputados se reunió 11 veces, además de ocho sesiones en minoría (tres de ellas que se realizaron durante la última semana), un informe del jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y otros tres pedidos de sesión que no se llevaron adelante. En el Senado, en tanto, hubo ocho sesiones más dos visitas del jefe de Gabinete. Con un total de 19 sesiones, el número queda cerca de las 17 sesiones del año pasado pero lejos de las 27 sesiones de 2022 (año no electoral igual que este) o las 45 sesiones de 2020, buena parte de ellas realizadas con formato virtual en medio de la pandemia.
De acuerdo al Sistema Argentino de Información Jurídica, las leyes aprobadas en 2024 fueron tan solo nueve, además de treinta tratados y otras dos vetadas, aunque con una particularidad que fue la Ley Bases, en tándem con el pacto fiscal, difícil de contabilizar como el resto de los proyectos aprobados por la multiplicidad de temas que abarcó en un mismo texto.
Para un oficialismo en minoría, se demostró que la estrategia de unificar en un solo proyecto no estuvo del todo errada ya que durante el segundo semestre al oficialismo le costó alcanzar acuerdos y terminar de cerrar, entre otros ejes, la agenda electoral o la de seguridad y justicia. Aprobó la Boleta Única de Papel, que ya está para ponerse en marcha el año próximo, pero también avanzó con la ley de movilidad previsional y el aumento del presupuesto universitario, que fue inmediatamente vetado por Javier Milei y avalado por el Congreso. Tampoco logró designar los dos lugares vacantes de la Corte Suprema ni completar la conformación de la Auditoría General de la Nación. Precisamente esta segunda parte del año es la que anticipa cómo podría plantearse el trabajo parlamentario para 2025 ya que el espacio libertario dejó de ser novedad y varios de los partidos que lo acompañaron quieren cobrarse facturas que quedaron pendientes. El PRO fue el que se animó más fuerte en las últimas horas a dejar al descubierto cuáles son sus condiciones para acompañar el año que viene (al parecer son muchas), mientras que logró acercar a algunos radicales, en simultáneo a la conformación del bloque Democracia para Siempre que alejó de manera definitiva a otros 12 que se plantaron en contra. El resto de los bloques provinciales está esperando ahora la definición sobre si finalmente habrá Presupuesto 2025, para conocer cuál será el reparto definitivo de obras y de partidas para las provincias, tras un año de acuerdos individuales y transferencias discrecionales que no tienen intenciones de repetir.