POLITICA
Balance 2005

Los desafíos del segundo tramo

El Gobierno parece asentarse más en una favorable visión retrospectiva que en una prospectiva, capaz de entusiasmar fuertemente a la sociedad.

Momentos del peronismo. Desde Menem a Néstor Kirchner, luego Cristina Kirchner y ahora Alberto Fernández.
Momentos del peronismo. Desde Menem a Néstor Kirchner, luego Cristina Kirchner y ahora Alberto Fernández. | Cedoc

Del análisis de las tendencias de opiniones y percepciones de la población a lo largo del año que termina, puede inferirse la siguiente interpretación: el Gobierno parece asentarse más en una favorable visión retrospectiva que en una prospectiva, capaz de entusiasmar fuertemente a la sociedad.

En efecto, y con la excepción del reconocimiento de los logros tanto como de las expectativas futuras respecto de la economía, es el balance de lo hasta aquí realizado por el Gobierno –aunque no de manera homogénea–, más que las expectativas respecto del futuro, lo que parece haberse consolidado durante 2005.

De allí se desprende que, amén de la respuesta a la “deuda social” de la que tanto se habla, es la recreación de expectativas a mediano y largo plazo lo que constituye la verdadera tarea pendiente del Gobierno

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Así como el discurso de los 90 –con su promesa de “ingresar al Primer Mundo”– supo interpelar las expectativas de los ciudadanos por un tiempo –y ellas, junto a la estabilidad económica, lograron la reelección de Carlos Menem–, hoy su contrapartida, en términos de expectativa social, es indudablemente la aspiración de la equidad social como meta y, al mismo tiempo.

Sin embargo, a diferencia de los 90 –donde la idea de entrar al Primer Mundo permeaba de contenidos los significados del sentido común–, no parece existir hoy un corpus que globalice el nuevo paradigma de la distribución del ingreso y la inclusión social y, menos aún, alguien capaz de sintetizarlos y volverlos políticamente viables.

Si el Gobierno ha demostrado resultados valorados por la sociedad –crecimiento, mejora del empleo–, la ciudadanía no percibe que esos logros vayan a ser completados por otros resultados que siguen exhibiendo su importancia en la vida cotidiana –pobreza, inseguridad.

Al mismo tiempo, el estilo confrontativo del presidente Kirchner es percibido como una práctica que “vive” de alimentar la crispación social y, de ese modo, amenaza más que apuntala las demandas de certidumbre que plantea hoy la sociedad. Quizás éste sea el mayor desafío que enfrenta el proyecto político del presidente Kirchner y al cual, pensando en 2007, debería prestar especial atención.