Los presidentes del Mercosur no dejaron pasar de largo la ausencia del argentino Javier Milei. Sin mencionarlo, lo criticaron en sus discursos. De modo que, en vez de producir una crisis en el bloque regional, el jefe de la Casa Rosada consiguió con su faltazo unificar los discursos en la defensa incondicional del mercado común sureño.
Así lo dejó claro el presidente de Paraguay Santiago Peña, un joven que preside su país desde el año pasado y que pertenece a un partido de derecha, el Colorado. Su mensaje fue contundente: “Reafirmamos con fervor nuestro compromiso con los valores fundamentales de nuestro bloque: la democracia, el Estado de Derecho, las libertades fundamentales, una integración dinámica y la apertura al mundo”. Y más aún sintetizó: “Nuestros pueblos anhelan líderes con metas y propósitos claros”.
Camboriú y Asunción; una medalla para Milei y un presidente ausente
Luego de mencionar las distintas corrientes musicales que caracterizan a Sudamérica, Peña celebró la independencia regional: “El Mercosur es una promesa de dignidad para nuestros países que nos permite bailar al ritmo de nuestras melodías, de nuestras tradiciones y, lo que es más importante, de nuestros sueños”.
Su pertenencia a los “colorados” paraguayos, un partido claramente definido como derecha, no fue ningún obstáculo para que el joven Peña sostenga su compromiso con integración: “Seguimos firmemente comprometidos con la causa de la integración regional. Y esto no es por capricho o por ir detrás de una utopía, inalcanzable, sino por un genuino interés en el bienestar de nuestros pueblos. Cuando inicié mis gestiones como presidente de la República del Paraguay, lo hice bajo el convencimiento de que la integración es el único mecanismo para fortalecer el desarrollo de nuestra región”.
Luego, retomó una frase de Augusto Roa Bastos. Peña dijo: “Recordé desde el inicio las sabias palabras del mayor escritor paraguayo, cuando hace años decía que nuestro gran reto histórico es lograr la coherencia en la integración y la unidad de las naciones americanas”.
Desde el perfil político del mandatario paraguayo, no deja de sorprender que para la extrema derecha su postura señalice que es “comunista”. Por ejemplo, al señalar: “Mi deseo sincero por sobre todas las cosas es que en esta cumbre la esperanza derrote al pesimismo. Ese endémico mal que tanto daño nos causa”.
El mandatario paraguayo subrayó que “existen diferencias reales entre nuestros países, intereses muchas veces contrapuestos y también enormes deudas históricas. Hay además diferencia de visiones políticas e ideológicas. Pero ellas, en lugar de debilitarnos, tienen que fortalecernos. La diversidad y el pluralismo no son señal de debilidad, sino, por el contrario, son la base de una visión política más completa, más integral, más humana”.
El gobierno brasileño no descarta retirar el embajador en Buenos Aires si se acentúa el conflicto
Para Lula da Silva, a quien por orden alfabético le tocó hablar a continuación, “volver a la ciudad donde se lanzó el Mercosur siempre nos motiva a reflexionar sobre el estado de la integración”. Vale recordar que el Tratado de Asunción firmado en 1992 fue el punto de partida del bloque regional.
Ahora, en su tercer mandato, Lula no consigue olvidar que fue víctima, el 8 de enero de 2023, de un intento golpista del bolsonarismo. Fue por eso que rememoró: “Hace menos de 15 días, un miembro de nuestro bloque sufrió un intento de golpe de Estado. Pero la democracia prevaleció gracias a la firmeza del gobierno boliviano de Luis Arce, por la movilización de su gente y el rechazo de la comunidad internacional. El Mercosur se mantuvo una vez más unido en defensa de la vigencia plena del Estado de Derecho, consagrado en el Protocolo de Ushuaia. La reacción unánime al 23 de junio en Bolivia, y la del 8 de enero en Brasil, muestra que no hay atajos para la democracia en nuestra región, pero hay que permanecer vigilantes. Falsos demócratas intentan socavar las instituciones y ponerlas al servicio de intereses reaccionarios”. Desde luego, omitió dar nombres de tales “falsos demócratas”, pero el destinatario de esa calificación pareció ser, sin dudas, el jefe de Estado ausente.
Tal vez por su edad (79 años) y por su larga experiencia política, el tono del líder brasileño distó de ser optimista: “Mientras nuestra región siga figurando entre las más desiguales del mundo, la estabilidad política estará amenazada” diagnosticó. Para él “los buenos economistas saben que el libre mercado no es una panacea de la humanidad. Los que conocen la historia de América Latina saben del valor del Estado como planificador e inductor del desarrollo. En un mundo globalizado, no hay ningún sentido en recurrir a nacionalismos arcaicos y aislacionistas. Pero tampoco se justifica revivir los experimentos intra liberales que solo profundizan las desigualdades en nuestra región. Esta es la 19ª cumbre en la que participo como Jefe de Estado y nunca antes nos habíamos enfrentado a tantos desafíos, sea a nivel regional o mundial”.
Para él, en los últimos años hemos permitido que conflictos y disputas, a menudos ajenos a nuestra región, primaran sobre nuestra vocación de paz y cooperación. En este contexto geopolítico mundial confirmó: “Mi compromiso con el Mercosur como plataforma de integración internacional permanece inquebrantable. Nuestro bloque es un proyecto ambicioso que ha dado muchos frutos desde su lanzamiento”.
