POLITICA
EL SUPUESTO ENLACE CON LA PRESIDENTA

Hace un año Nisman ya apuntaba a Larroque

El fiscal sabía su fecha de regreso una semana antes. Armó la investigación con un grupo reducido de colaboradores. El sábado, temía un escrache de Quebracho. Galería de fotos

Hace un año Nisman ya apuntaba a Larroque
| CeDoc

La reconstrucción de las últimas semanas de Alberto Nisman antes de presentar la denuncia de encubrimiento contra Cristina Kirchner lleva a que no volvió “de urgencia” de Europa como busca instalar el Gobierno y que una parte de su equipo estaba al tanto de la investigación. Además, en sus últimas horas su temor se reducía a un eventual escrache que le podía armar el grupo Quebracho, de Fernando Esteche.

Por otra parte, en círculos judiciales y políticos ya se sabía hace más de un año que el fiscal general de la Unidad AMIA tenía algo entre manos. El propio Nisman llegó a confesar que tenía “una pista” que lo llevaba al secretario general de La Cámpora, Andrés Larroque. “Si compruebo mi pista vas a entender por qué Larroque te dijo eso el día del memorándum en Diputados”, le contó, intrigante, a la diputada del PRO Laura Alonso un año atrás. Se refieren al cruce que tuvieron en el plenario de comisiones del 26 de febrero de 2013, cuando ante una interrupción de la macrista el camporista le gritó “callate atorranta”.

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En las 289 fojas que conforman la presentación judicial, Nisman presenta a Larroque como el enlace entre Cristina y los encargados de la supuesta diplomacia paralela con Irán. No aparece nunca como protagonista, sino siempre por menciones de terceros. El 17 de noviembre de 2012, Jorge Alejandro “Yusuf” Khalil cuenta por teléfono que tuvo una reunión con Luis D’Elía y Larroque, donde el dirigente de La Cámpora le envió un mensaje para que le transmita al encargado de negocios iraní. “Larroque ha transmitido mensajes emanados de las autoridades del Gobierno nacional”, dice Nisman en el escrito. También con Alonso se comunicó Nisman el martes 6 de enero vía Whatsapp. Le anticipó que volvía la semana siguiente y coordinaron para juntarse a tomar un café. “Está caldeado el ambiente”, fue lo único que le anticipó. Con otra fuente consultada por PERFIL se comunicó el jueves 8, también anunciando que la semana siguiente estaba en Buenos Aires.

El apuro por presentar la denuncia a mediados de enero se debió, según explicó el propio Nisman, a dos factores. Por un lado, le dijeron que Alejandra Gils Carbó se disponía a dejarlo fuera de la Unidad Fiscal AMIA, algo que en la Procuración desmienten. Pero también le contó a varios interlocutores que con los cambios en la Secretaría de Inteligencia (SI) le habían anticipado que las pruebas que allí existían corrían riesgo de desaparecer. De todas formas, él tenía copias de las escuchas a resguardo.

La investigación para denunciar a la Presidenta la había iniciado hacía dos años y la compartió con un grupo reducido de miembros de su equipo. Todo empezó cuando un empleado de la unidad que desgrababa escuchas le dijo: “Doctor, lo están mencionando a usted”. Y ahí empezó a atar cabos. Hasta que el martes 13, un día después de volver de Europa y uno antes de presentarse ante la Justicia, se juntó con cinco empleados a realizar un último análisis de la denuncia. Hicieron una especie de “ping-pong”, para quedarse tranquilos de que no quedaban cabos sueltos.  

El sábado, un día antes de morir, Nisman tenía miedo a un escrache. “¿Pueden venir a agredirme, me van a pegar?”, esa fue la última preocupación que Patricia Bullrich le escuchó al propio Nisman cuando conversaron telefónicamente esa tarde. Había leído en internet que la agrupación Quebracho quería presentarse en su declaración ante el Congreso.

 

Un llamado y las pruebas

Durante su última semana de vida, el fiscal Alberto Nisman recibió llamados de colegas con los que no se comunicaba desde hacía años. No era un hombre apreciado en el fuero federal, pero su denuncia contra la Presidenta lo puso en un lugar difícil de obviar. Uno de los llamados fue realizado por el fiscal federal Carlos Stornelli. “Soy plenamente consciente del daño y de las repercusiones” de la denuncia, le aseguró Nisman. “¿Necesitás algo? Lo que te puedo ofrecer es la logística para resguardar una copia de las pruebas”, le sugirió Stornelli, quien imputó a CFK por la causa Hotesur. “Me interesa”, contestó Nisman. Quedaron en volver a hablar, pero la agenda lo impidió. Stornelli nunca supo si esas pruebas eran las mismas que estudia hoy la Justicia o si había más, como Nisman había contado a varios.