Vivimos en un tiempo en que la política se ha convertido en un espectáculo, en una representación que necesita actores principales y de reparto, vestuario, escenario y -claro- un texto. Cristina Kirchner tiene dotes histriónicas notables, tanto que el propio guionista, director y productor estadounidense Francis Ford Coppola quedó impactado cuando la conoció: “Ella no es una presidenta, ella es una diva”, le dijo a sus acompañantes al final de una audiencia en la Casa Rosada, en 2008. Lo hemos visto, últimamente, en los videos en los que informó que su hija, Florencia, debía ser atendida en Cuba por problemas de salud, y anunció la inusual fórmula en la que ella irá como candidata a vicepresidenta.
Cristina Kirchner disfruta de esa magia, pero no le gusta que sus trucos se noten. Y menos que se escriban, aunque sea en términos que podrían entenderse como elogiosos. Por eso, en su best seller, Sinceramente, dedica un párrafo crítico a mi libro “Salvo que me muera antes”, que está basado en el momento crucial de la muerte de su marido, el ex presidente Néstor Kirchner, el 27 de octubre de 2010. No es que lo haya leído; por las fuentes que cita en su libro, Cristina no lee libros sino, más bien, diarios. Por eso, se refiere a un artículo que escribí en PERFIL, anticipando el contenido del libro.
'Sinceramente': qué es verdadero y qué es falso en el éxito editorial de Cristina
Escribe la ex presidenta que “luego de la partida de Néstor, desde los medios de comunicación, como siempre, las infamias y las mentiras estuvieron a la orden del día”. Agrega que yo afirmé que “al igual como había organizado el Bicentenario, también monté un show el día del funeral de mi marido y compañero y que incluso me había ayudado Javier Grosman con ´el espectáculo´ para ´generar una épica inolvidable´. Sí, parece increíble, pero está escrito y firmado en letras de molde. También dijo que había decidido que el féretro estuviera cerrado para ser la ´protagonista principal´ y ´tener toda la atención´”.
Pero, lo más sorprendente es el remate del párrafo: “Solamente personas profundamente enfermas en el alma pueden escribir cosas tan perversas”.
Cristina Kirchner tiene una voluntad única y realmente apela a todas las armas a su alcance para afirmar una idea o una acción, como ya nos ha demostrado tantas veces. En este caso, se viste de sacerdotisa suprema —papisa Cristina— para emitir una condena moral. Así es como ella se ve y como probablemente la vean muchos de sus seguidores. Pero, yo la veo distinta: para mí, es una política tan inteligente como inescrupulosa, que, con semejante párrafo, me obliga a preguntarme cómo estará el alma de Cristina; ¿será tan sana como ella da a entender? ¿O estará en permanente proceso de sanación, como el alma de casi todos los mortales? En fin, un dilema de creyentes.
Salió a la venta una muñeca de Cristina Kirchner con el libro en la mano
Esta crítica moral también muestra un recurso repetido en su libro: Cristina se muestra como una víctima -la víctima protagónica en la medida en que es la genuina representante de los intereses populares- de los periodistas. “Son una verdadera plaga internacional”, afirma. También dice que es víctima de los “poderes fácticos”. En ese tren, utiliza las fuentes que le convienen. Por ejemplo, luego del párrafo condenatorio, se queja de que otros periodistas dudaron de que el cuerpo de Néstor Kirchner hubiera estado en el cajón durante el velatorio público, y de las versiones que circularon sobre un supuesto asesinato del ex presidente.
Si hubiera leído mi libro y fuera una escritora honesta, Cristina Kirchner habría podido escribir que en “Salvo que me muera antes” yo rechazo, en base a las fuentes que pude consultar, todas esas versiones alocadas, que surgieron, al menos en parte, de la grieta que la ahora candidata a vicepresidente tanto ayudó a construir. Y que sigue impulsando; por ejemplo, cuando afirma en Sinceramente, muy suelta, que la base electoral del presidente Mauricio Macri es “racista” porque “tiene tirria de los ´negros´”.
Creo que Cristina se enojó porque sus trucos se volvieron visibles en el capítulo 13 de mi libro.
Creo que Cristina se enojó porque sus trucos se volvieron visibles en el capítulo 13 de mi libro. Allí detallo cómo transformó el dolor por la pérdida de su esposo y compañero político durante más de treinta y cinco años en una puesta en escena que conmovió a los argentinos y alfombró el camino a su reelección el año siguiente con una votación record. Fue una representación exitosa, que cambió el clima de la opinión pública: la mayoría de la gente se solidarizó con la presidente en su rol de viuda triste y sufriente, pero serena, estoica, que mostraba la templanza necesaria para seguir gobernando el país a pesar de su tragedia personal y familiar.
Una cosa es apreciar la función del mago y otra, muy distinta, es creer que esa magia es de verdad.
*Periodista, editor ejecutivo de la revista Fortuna.