Tras las últimas medidas anunciadas por Economía y al acuerdo con el FMI, el dólar blue cerró a $ 551. PERFIL consultó a economistas sobre el techo de la moneda extranjera y las consecuencias, tanto para la actividad como para los consumidores, de tener varios dólares oficiales, además del blue.
“El mercado cambiario es un mercado como cualquier otro, que no puede escaparse de las leyes de la oferta y la demanda”, aseguró a PERFIL Luis Secco.
“Cuando la escasez es extrema, no hay anclas y se dispara la nominalidad, es posible que aparezca esa sensación de que no hay techo”, declaró el economista.
Para Orlando Ferreres, el dólar sí tiene un techo, y al menos por ahora “estamos muy lejos de ese techo y falta muy poco para las elecciones”. Sin embargo, agregó, “es difícil decir cuál sería el precio techo, pues depende de variables económicas como la inflación”.
Aldo Abram, director ejecutivo de la Fundación Libertad y Progreso, cree que “podemos esperar que en esta incertidumbre que genera el Gobierno con sus desmanejos económicos y con un cepo que no para de perder reservas, tengamos un dólar por arriba de los 600 pesos”.
Pero, aclaró, “cuando uno habla de qué techo tiene el dólar paralelo, el techo está dado por el piso de lo que puede llegar a valer el peso. Si el peso se derrumba, el techo del dólar va a tender en términos de pesos a infinito, que es lo que pasa cuando hay una hiperinflación”.
Para Camilo Tiscornia, director de C&T Asesores Económicos, “ningún precio puede tener un techo. Los precios pueden tomar el nivel que quieran en función de las circunstancias”. “En cuanto a qué valor debería tener, la respuesta no es fácil. Pero uno pude tener ideas: si tenés un dólar oficial en 270 pesos y el libre a 540, 550, los 270 que rigen son artificiales”. Sin embargo, el valor de mercado es excesivo. “Debería estar en un lugar en el medio del oficial y el blue, pero eso dependerá de las políticas que implemente el Gobierno”.
Como mínimo, según el economista Salvador Vitelli, el precio de referencia podría ser cercano a los $ 420. Eso, aclaró, “siempre pensando en valores de hoy, porque, en definitiva, a medida que van avanzando la inflación y el crawling peg, estos valores cambian. Pero a valores actuales $ 420 es un valor competitivo bastante estable”, concluyó.
Frente a la gran cantidad de tipos de cambio oficiales que existen en el país, los especialistas coinciden en que debería ser uno solo.
Para Secco, “los esquemas de tipos de cambio múltiples (que por lo general se limitan a dos o tres tipos de cambio, pero nunca la cantidad que hay hoy en Argentina) pueden ser una respuesta a situaciones críticas. Pero nunca pueden ser la norma”.
“Dólar oficial debería haber uno solo”, opinó Abram. El economista agregó que el país debería “ir en forma inmediata a una unificación cambiaria”. En cambio, “el desarmado del cepo, restricciones e imposiciones van a llevar algún tiempo más”.
El problema, según Tiscornia, es que para aplicar estas medidas se necesita “un gobierno con mucha credibilidad y políticas orientadas a contener el impacto inflacionario que habría en un cambio de ese estilo”.
El valor de un tipo de cambio semejante, según Santiago Manoukian, de la consultora Ecolatina, dependerá “del resto de las reformas que acompañen a una posible unificación cambiaria”, pero, agregó, “la realidad está en un nivel intermedio entre el tipo de cambio paralelo y el tipo de cambio oficial”. Este último “está a un nivel muy barato e inconsistente con un superávit de cuenta corriente sostenido en el tiempo”.
La existencia de varios tipos de cambio genera, además, “una fuerte distorsión en precios relativos”, algo “extremadamente dañino para la economía, porque asigna recursos de manera muy ineficiente a productos y actividades que no necesariamente son eficientes”, explicó Vitelli.
“El cepo cambiario es un gran mecanismo de transmisión de recursos del eficiente al ineficiente, perjudicando en última instancia siempre al consumidor final”.
El mayor impacto de los tipos de cambio, explicó Abram, es “desincentivar a los que producen, en especial a los exportadores”. Y eso “hace que la economía funcione peor”, y una economía que funciona peor “le brinda menos bienestar económico y empleo a su población”.