POLITICA
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Cristina, el intento de magnicidio y el viejo truco de usar a ‘Noticias’

La expresidenta volvió contra la revista de Editorial Perfil días atrás, durante la audiencia por el juicio por el intento de magnicidio de septiembre de 2022. Aunque Noticias se caracteriza por su mirada crítica de todos los gobiernos, con portadas que incomodan, la expresidenta no pudo mostrar ninguna en la que hubieran vinculado denuncias en su contra ante la Justicia por su condición de mujer. La falacia de la vulnerabilidad simbólica.

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Tapas. Alberto Fernández, Carlos Menem y Mauricio Macri, en la portada de Noticias. Cristina Kirchner vinculó el intento de asesinato que sufrió con el arte de tapa de la revista. | cedoc

Cristina Fernández dice siempre que no es feminista. Tal vez porque no suscribe a la totalidad de ideas que sostiene la corriente más visible del colectivo. Pero sí adhiere al rasgo más controversial de ese feminismo que rechaza: la policía del pensamiento. Que aplicada a los medios induce a la autocensura o el riesgo de la cancelación.

Al declarar en el juicio por el intento de asesinato que sufrió en el 2022, la expresidenta volvió a cargar contra el periodismo, el trabajo de los ilustradores, y especialmente contra la revista Noticias. Una vez más –como cuando disponía de los recursos de comunicación– nos acusa de haber ejercido violencia simbólica por “su condición de mujer.”

Si bien Noticias se caracteriza por su mirada crítica de los gobiernos con tapas que los incomodan e interpelan, Cristina no mostró ninguna en la que por su condición de mujer se le hayan endilgado denuncias de corrupción, escándalos patrimoniales o uso político de los derechos humanos. Las tapas de nuestra revista que exhibió frente al tribunal paradójicamente le eran favorables; exponían el fuego amigo en su contra. “El negocio de pegarle a Cristina”, como se tituló aquélla en la que aparece con una curita y un moretón, narraba el oportunismo de políticos, medios y hasta funcionarios transformados en opositores a la entonces presidenta. ¿Es necesario aclarar el sentido de la ilustración? Que Cristina compare ahora esa tapa con la foto real de una exprimera dama golpeada es apenas otro episodio de su habitual autorreferencialidad (pareció decir: a mí me golpearon primero) pero, sobre todo, banaliza la violencia real. La Cristina de aquellos años no era una mujer vulnerable (menos a los simbolismos), ni estaba a la sombra de nadie.

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Cuando salió aquella tapa, dos medios ideológicamente antagónicos coincidieron en criticarla: Página/12 por violencia de género y Clarín porque interpretó que narrar las operaciones en contra de Cristina, entre ellas las mediáticas, era victimizarla.

No fue la primera vez que se apelaba al recurso de una cara golpeada para representar el mal momento político de diversos personajes, como Carlos Menem (ojo y labio morado, curita en la mejilla) para ilustrar el desgaste tras cinco años de gobierno. El dilema que abre Cristina es si una mujer en la cima del poder debe recibir un tratamiento diferencial debido a su género. También en la equidad, vayamos por todo.

Esta revista hizo tapas con Macri embarazado, en calzoncillos y también con la cabeza de Alberto Fernández servida en bandeja sin que la metáfora de su despoder se interpretara como una arenga a la pena capital.

En su afán por responsabilizar a los medios por el intento de magnicidio, Cristina también llevó a Comodoro Py la tapa “Via Crisis”, en cuyo copete se leía: “El peronismo la deja cada día más sola y le promete un calvario hasta el 2015”. Aquel paralelismo con Jesucristo crucificado pudo herir sensibilidades religiosas, pero es insólitamente deshonrosa para un político.

Y como no podía faltar en su diatriba anti-Noticias, mostró sin temor a la revictimización, “El goce de Cristina”, aquella tapa con un dibujo de su rostro en éxtasis que reflejaba el momento de mayor plenitud de su gestión. Una tapa que, digámoslo, enfureció a casi todos, y por diversas razones, bajo el paraguas de una moralidad a la que el orgasmo femenino avergüenza.

En todo caso: ¿ya no hay derecho a la incorrección política? ¿y a la sátira, si la aludida es una mujer?

Caroline Fourest, una ensayista del feminismo francés que denunció la dictadura de lo políticamente correcto en el manifiesto “Generación ofendida”, alerta sobre la transmutación de aquel grito setentista “Prohibido prohibir”, en la pretensión de censurar todo lo que se considere agravio u ofensa. Una cultura de la cancelación que pasó de la derecha conservadora a lo que Fourest define como una izquierda identitaria.

La estrategia de Cristina se entronca con ese progresismo al que se le empezaron a ver los agujeros. Es grotesco su intento de vincular el atentado que sufrió con el arte de tapa de esta revista o las ilustraciones del desaparecido Hermenegildo Sábat, por haberla caricaturizado en Clarín con un ojo morado o una cruz en la boca. Pero se entiende por la necesidad de retomar el hilo de un relato que por algunos años le resultó eficaz.

*Directora de Noticias.