Los pedidos de justicia por Pablo Grillo y la preocupación por el accionar de las fuerzas de seguridad marcaron las primeras horas de la marcha en apoyo a los jubilados. Desde primera hora, las inmediaciones del Congreso fueron valladas y se cortó el tránsito. Alrededor de las 15, mientras en el recinto se debatía el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, la plaza comenzó a llenarse de manifestantes.
Si bien hubo una gran presencia de organizaciones sociales, políticas y sindicales, las columnas pequeñas y los autoconvocadas se destacaron durante toda la tarde. Con carteles improvisados, a los reclamos por la situación de los jubilados se sumó el cuestionamiento al acuerdo con el FMI. Sin embargo, por lejos, lo que más se registró la consternación por el estado del fotógrafo grillo, quien fue herido de gravedad en la manifestación del miércoles 12.
Hubo banderas, carteles y globos con su imagen. Además de los típicos cantos contra el presidente, Javier Milei, en esta ocasión hubo una gran cantidad de arengas contra la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich.
En otra caliente sesión, Diputados aprobó el DNU del acuerdo con el FMI
La preocupación también se notaba en las conversaciones. En Alsina y Pichincha, a las 15, cuando todavía había pocos manifestantes en la calle, se escuchó decir a una joven: "Yo fumo, pero si esto terminal mal no puedo correr mucho".
Esa era una broma, pero la idea se repitió con diferentes tonos. "La organización te protege", le dijo un adulto mayor a otro mientras avanzaban por Plaza de Mayo. "Yo esta vez vine con un poco de temor", aseguró una veinteañera.
Entre los autoconvocados se repetía la idea de “no ir solos” y los sonidos de las bombas de estruendo que lanzaban las organizaciones a más de uno les generó preocupación. En la Plaza de los dos Congresos parecía que todos permanecían en un estado de alerta que se matizaba con el sonido de las batucadas o de los cánticos contra el gobierno.
Cuando alrededor de las 16 un helicóptero se posó sobre la plaza, los manifestantes sacaron sus celulares y empezaron a grabar. Registrar todo. Esa consigna, que fue introducida por distintas organizaciones en los días previos a la convocatoria para poder reconstruir eventuales situaciones conflictivas o de represión, caló.
Una de las notas distintivas de la jornada, además, fue la decisión de buena cantidad de periodistas y fotógrafos que fueron a trabajar con chalecos o credenciales visibles para ser reconocidos como trabajadores de prensa. A contramano del temor y la paranoia, al menos en las primeras horas de la
manifestación, las fuerzas de seguridad se mantuvieron al margen. Las columnas pudieron llegar al Congreso caminando por distintas avenidas y arterias y no hubo mayores provocaciones, aunque la tensión era inevitable.
