“Hasta septiembre no salgo”. La frase sonó en el teléfono de por lo menos dos de los dirigentes con los que Elisa Carrió estuvo hablando en los últimos días. Es que siendo hipertensa, diabética y con problemas cardíacos, sabe que tiene que extremar los recaudos para hacerle frente al coronavirus. Por eso, transcurre su cuarentena entre películas de amor, series de Netflix, audiolibros y un seguimiento puntilloso de la actualidad política, con una advertencia a cuatro vientos: “Que nadie haga negocios durante la pandemia”.
“Estoy retirada y corrida de la coyuntura”, suele repetir. No obstante, los temas de conversación de Lilita con sus interlocutores fueron de lo más variados. El debate entre salud o economía, el escándalo de los barbijos, la polémica por las domiciliarias masivas a presos, la exoneración a policías de la Bonaerense o la actividad (o falta de) en el Congreso. “Bueno, basta, voy a seguir viendo lo que estaba mirando”, remata la conversación cuando va llegando a su fin. Las seis fuentes consultadas coinciden en sus gustos. “Me dijo que estuvo mirando muchas películas de amor”, cuenta uno. “Sí, le gustan novelas muy rosas y Hola TV, pero después te salta a los policiales, como CSI, o biografías”, confirma una segunda fuente. “Pasa de CSI a los audiolibros, a programas de decoración y a películas de amor”, reafirma una tercera. También le gustan los documentales. Durante la cuarentena aprovechó para ver uno sobre Winston Churchill. Los audiolibros son lo nuevo en lo que está incursionando. Producto de la diabetes está teniendo cada vez más dificultades para leer, por eso entra a YouTube y pone poesía o biografías.
Desde un principio, la ahora ex diputada apoyó la medida de aislamiento que decretó Alberto Fernández y el eje que se impuso priorizando la cuestión sanitaria. Ella se recluyó en su casa de Exaltación de la Cruz con dos de sus hijos (Nacho y Victoria), y solo tienen la compañía de un custodio (van rotando). El único que ya la visitó dos veces es el legislador Facundo Del Gaiso, para llevarle medicamentos y otros víveres. Pasados casi cincuenta días de cuarentena, ya empezó a poner la mira en la cuestión económica. “Hace un análisis de cómo va a aumentar la pobreza y ya habla de pensar políticas públicas, desde algunas que ayuden a las familias, como darle una vuelta de tuerca al programa Pro Huerta, pero también muy preocupada por las pymes”, explican en su entorno. “Los monotributistas y los cuentapropistas le preocupan también”, agrega otro lilito. El último fin de semana, Maximiliano Ferraro, titular de la Coalición Cívica, salió a plantear esa preocupación. “Hay que salir de a poco de la cuarentena”, transmite Carrió, en línea con lo que vienen planteando tanto Alberto como Horacio Rodríguez Larreta.
Con su socio porteño, precisamente, vivió un capítulo especial. El escándalo por la compra de barbijos con presuntos sobreprecios puso en vilo la relación. Sin embargo, más allá del enojo, la sangre no llegó al río. En ese tema estuvieron trabajando, sobre todo, Del Gaiso y Juan Calandri (auditor porteño). Su tropa le contó las presentaciones que estaban haciendo (pedidos de informe y de auditoría, proyectos para transparentar el mecanismo de compras, etcétera), ella avaló y luego llamó a Rodríguez Larreta. Le hizo “recomendaciones”. Interpretan que eso significa que le pidió que rueden algunas cabezas. “Sin sobreactuaciones, sin escándalos”, afirman. “Nos pidió cuidar la institucionalidad, y cuidarlo a Horacio”, agregan. Cuando Carrió está en sintonía con un aliado lo defiende y empieza a buscar responsables de las irregularidades más abajo.
“Ella justo nos había pedido que estuviéramos atentos. Nos decía: ‘Que nadie haga negocios durante la pandemia porque lo parto al medio’”, describen, al tiempo que ella les recuerda de funcionarios que aprovecharon para enriquecerse en plena crisis de 2001. “Encima que la gente está sufriendo, eso no puede pasar”, repiten. Los casos de Desarrollo Social y PAMI a nivel nacional despertaron las primeras alarmas. El de los barbijos, por tratarse de un aliado, ya los interpelaba mucho más.
Mientras ella cuida a Horacio, sus hijos se están encargando de cuidarla a ella. “Están concientizados en cuidar a su madre”, cuenta un diputado. Vicky, según dicen, es la que más cocina. En los últimos días incluso compartió en Twitter un link para que la gente vote a su hija en un concurso de microcine, con una producción sobre adultos mayores. “Las personas de nuestra edad, medio depre”, bromea.
Para Carrió no hay Zoom ni videoconferencia. “Gracias que aprendió a usar el WhatsApp. Por ahí se copa y empieza a mandar audios a medio mundo, si no te llama”, dicen. En los últimos días, esas comunicaciones se intensificaron por la polémica por los presos. “Plantea respetar cuestiones de derechos humanos, sobre todo en casos de riesgo por la salud, pero estaba preocupada”, explican. “Preguntó mucho por los policías exonerados en Provincia, por la posibilidad de que eso implique territorio liberado para el narcotráfico”, añaden. Allí habló mucho con Juan López, Paula Oliveto y Maricel Etchecoin.
En la intimidad, Lilita confiesa que renunció “justo a tiempo”. El 1º de marzo se retiró del Congreso y empezó con su jubilación. Veinte días después arrancó la cuarentena. Dispuesta a quedarse encerrada hasta la primavera (con los cigarrillos sigue pecando), se mantiene conectada. Y pide que la mantengan al tanto. Lo dejó en claro en Twitter, donde pidió: “Llámenme”.