La muerte de Alberto Nisman profundizó la grieta que divide a la Justicia pero logró cohesionar al sector que se enfrenta al Gobierno.
Durante los últimos meses de 2014, los fiscales federales comenzaron a organizar almuerzos para mostrarse unidos ante el Gobierno y ante su jefa, la Procuradora General de la Nación, Alejandra Gils Carbó.
En el restaurante Plaza Mayor, de Congreso, se congregaron por primera vez y lograron la foto que desde hacía años parecía imposible. Más de la mitad de los fiscales que pueden poner en vilo al Gobierno, juntos. Uno de los ideólogos del encuentro fue Guillermo Marijuán, que ya envío a varios funcionarios K a juicio oral y es amigo de Sergio Massa.
La marcha del silencio se gestó en parte gracias a esa reunión, que ya había preparado el terreno para que los fiscales se acercaran más entre sí. La marcha modificó la rutina en los tribunales federales y puso a los fiscales en el centro de la escena, desplazando a los jueces, mucho más temidos por el Gobierno.
Desde hace una semana, el sindicalista Julio Piumato (judiciales) y Guillermo Montenegro, ministro de Seguridad y Justicia de Mauricio Macri se convirtieron en asiduos del edificio. En Comodoro Py se gestó y organizó la marcha que el miércoles pone en vilo al Gobierno, y que profundiza el enfrentamiento entre los fiscales. Algunos ya no se saludan y otros hacen lista de enemigos que recibirán factura muy pronto.