“El Presidente es un gran arquero, que me ha sacado unas cuantas pelotas de gol. Es el líder del equipo”. La frase no es una metáfora, sino que pertenece a Martín Guzmán y se refiere a los partidos de fútbol que compartieron antes de la pandemia. Ahora Alberto Fernández se calza los guantes pero será para defender su gestión, recobrar la autoridad presidencial y lograr este domingo un resultado lo más abierto posible que le permita llegar con aire a las elecciones de noviembre.
El jefe de Estado necesita demostrar que aún tiene el acompañamiento de la sociedad y avanzar hacia un clima de triunfo. Esto solo se lo puede dar una victoria superior a cinco puntos. Sobre todo, en el territorio bonaerense. Un resultado más cerrado le dará espacio a Juntos por el Cambio para salir a la caza de votos y demostrar que puede dar vuelta la general. En las elecciones de 2017 y de 2019, la oposición demostró que entre una elección y otra puede descontar.
Kicillof, uno de los dirigentes que pone mucho en juego
“En la Provincia necesitamos sacar entre siete y ocho puntos de ventaja para quedarnos tranquilos”, evalúan en la intimidad presidencial. Solo unos pocos dentro del Frente de Todos se animan a decir que esos números se pueden dar. Sin embargo, hay quienes no toman los antecedentes electorales como una profecía. “Esta vez, nosotros tenemos todo para sumar. La economía va a mostrar mejores signos de recuperación, el plan de vacunación estará aún más avanzado y los escándalos quedarán cada vez más lejos”, dicen en la Casa Rosada.
Después de distintos errores en la campaña y el escándalo de la celebración del cumpleaños de su pareja, Fabiola Yañez, Fernández busca recuperar el partido y atajar las pelotas que vienen de la oposición. Pero también tendrá el desafío de no meter en su propio arco las que van afuera.
Si lo logra, podrá retomar el relato del triunfo y la épica de un gobierno que necesita una victoria en las PASO no solo para afrontar las elecciones generales, sino también para dirigir los próximos dos años de gobierno.
¿Qué significa ganar para el oficialismo en una elección legislativa? Sin dudas, deberá demostrar una victoria en la provincia de Buenos Aires. Aunque en los últimos tres comicios intermedios (2009, 2013 y 2017) el peronismo fue derrotado, un resultado negativo en el territorio bonaerense hará replantear toda la gestión nacional. Los apuntados volverán a ser apuntados y el Presidente será el único responsable.
El otro desafío está en el Senado, en donde Cristina Kirchner cuenta con una amplia mayoría. En la quinta de Olivos miran con preocupación la elección en Córdoba, en donde se perdería la banca de Carlos Caserio, Santa Fe y Chubut, en donde puede perder uno de los tres senadores. En Diputados, el objetivo es mantener el número. Algo a favor: a pesar de las bajas cifras y de que el oficialismo perderá votos con respecto a la elección presidencial, las bancas que se renuevan son las de 2017, elección en donde Juntos por el Cambio cosechó los mejores números.
“Hubo que salir a atajar penales en la pandemia. Nada más, con el IFE, el ATP, con que no despidan gente, con que no desalojen, con los servicios públicos”, había dicho Cristina Kirchner. Pero ahora el partido se pone aún más duro. Y todos miran al arquero.