Hace dos años y cuatro meses Interpol emitió una alerta roja para detener a un supuesto sicario peruano que en 2015 había sido condenado a 15 años de prisión por extorsión. Era uno de los hombres más buscados de Perú, pero no estaba en su país: se había instalado en la Argentina con una falsa identidad.
Su verdadero nombre es Alan Chunga Paz, un exconvicto de 40 años que había estado vinculado a un gremio de la construcción del departamento peruano de Lambayeque. El 18 de noviembre de 2022 las autoridades ingresaron al sistema el pedido de captura internacional y poco tiempo después ofrecieron una recompensa por su arresto.
Pero pasaron días, semanas, meses, años. En 2024 la causa estaba dormida. Ya nadie lo buscaba. El prófugo había conseguido escapar de su país sin muchos problemas y estaba viviendo en la Villa 1-11-14 del Bajo Flores, un histórico bastión de los narcos peruanos, que llegaron hace más de 25 años de la mano de Marco Antonio Estrada Gonzales (“Marcos”) y Alionzo Rutillo Ramos Mariños (“Ruti”), dos viejos capos que desataron una sangrienta guerra en los años 2000.
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Chunga Paz trabajaba para una organización de narcomenudeo de la zona y comenzó a ser investigado hace tres meses. Para los investigadores, era un transa más de los que caminan los pasillos de la villa. Recién cuando una comitiva de la División de Investigaciones Antidrogas de la Zona III de la Policía de la Ciudad lo arrestó saltaron sus antecedentes.
“Esa división policial inició en enero una pesquisa sobre venta de estupefacientes en ese barrio, tras asumir la jurisdicción en esa zona, en principio con relevamientos en las zonas más calientes de ese entramado habitacional”, explicó un vocero vinculado a la investigación.
Chunga Paz vivía en una casa tipo chalet de dos pisos. En el operativo que derivó en su detención secuestraron gran cantidad y variedad de droga en bolsas, ladrillos y envoltorios, sumando 1,542 kilos de marihuana, 154,2 gramos de cocaína, equivalentes a 447 dosis, y 110,5 gramos de pasta base. También incautaron 157 mil pesos y una balanza de precisión para el fraccionamiento de las drogas.
El detenido no era un simple transa. Según fuentes del caso, se trataba de una de las personas más buscadas del departamento de Lambayeque. La acusación que pesaba en su contra era por el delito de extorsión agravada. Había amenazado a un hombre, a quien lo habría abordado diciéndole que lo habían contratado para matarlo. Le dijo que estaba siguiendo a su hija con datos muy precisos: sabía a qué colegio iba y dónde vivía y como se llamaba su madre.
“Al no ser hallado en su país, en el que habría cometido otros delitos por los cuales tendría condenas en su haber, Interpol publicó en noviembre de 2022 una alerta roja”, amplió la misma fuente.
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La condena a 15 años de prisión que tenía era por la amenaza a Juan Carlos Bruno de la Cruz, ocurrida el 21 de mayo de 2011 a la mañana. La fiscal Nelly Chambergo Burgos, de la Primera Fiscalía Provincial Penal Corporativa de Chiclayo, dio por acreditado que Chungo Paz junto a otros dos hombres más (Eusebio Alcalde Lozano, Alex David Tarrillo Zúñiga) lo siguieron y amenazaron de muerte.
Alcalde Lozano y Tarrillo Zúñiga le dijeron que habían contratado a un sicario para matarlo y que le habían ofrecido seis mil nuevos soles a cambio de su muerte. Ese sicario era Chunga Paz, el supuesto transa que ahora vivía en la villa 1-11-14.
Alan Chunga Paz: cómo sigue la causa
La captura de Alan Chunga Paz (40) abrió dos expedientes paralelos: uno que investiga la venta de droga en la villa 1-11-14 y otro que deberá expedirse para que el narco peruano responda por sus crímenes en su país de origen.
Según fuentes judiciales, el detenido será indagado por el juez Rodolfo Adán Ariza Clérici, a cargo del Juzgado Penal, Contravencional y de Faltas N° 1, y luego deberá resolverse la extradición, que se tramita en el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N° 9 de María Eugenia Capuchetti.
Se descuenta que Chunga Paz seguirá los pasos de otros narcos peruanos que fueron extraditados o expulsados del país en los últimos años.
El caso más recordado es el Marco Estrada Gonzales, el histórico jefe narco del Bajo Flores que dejó el país en junio de 2022 después de haber cumplido la mitad de su condena a 27 años de prisión.
En mayo del año pasado Henry Hans Zambrano, otro narco peruano pesado, fue extraditado a Perú, pero tres meses después volvió al país y terminó preso por balear a un vecino en Retiro.
LT
