POLICIA
La causa fue archivada

No pudieron esclarecer un crimen en un pueblo de 45 habitantes

En 2015 hallaron maniatado y asesinado a un hombre en El Mirasol, Chubut. La víctima se encargaba de encender el generador eléctrico de la aldea.

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Desolación. El paraje El Mirasol, en Chubut, cuenta con veinte casas, una escuela y una iglesia. | Télam

Pasaron casi siete años del crimen de Bernardino Tolosa (48), en una aldea con solo 45 habitantes y aún no se sabe quién lo mató. Y tal vez, no se sepa nunca. La causa fue archivada en 2018, aunque se le solicitó a la División Policial de Investigaciones de Trelew que continúe recolectando datos para “esclarecer el caso”. A los múltiples perfiles genéticos encontrados en la escena del crimen no se les pudo aún encontrar un dueño. Quienes vivieron ahí aseguran que los lugareños “no quieren hablar de lo que pasó con Tuti”, como le decían a la víctima. Todos tienen sus conjeturas y sospechas, pero los investigadores no encontraron pruebas concretas contra nadie.

Lo certero es que “Tuti” Tolosa fue asesinado en su casa de adobe de la aldea El Mirasol, un paraje chubutense aislado y en medio de la aridez y la desolación. Fue el 10 de diciembre de 2015 por la noche y el feroz crimen fue descubierto a la mañana siguiente cuando la directora de la única escuela del lugar no pudo encender la luz del establecimiento. 

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Es que Tuti era el “motorista” de El Mirasol. Se encargaba de encender los motores del generador eléctrico para darle luz a toda la aldea

Fue así como ante la advertencia de la directora, un sobrino de Tuti fue hasta la casa de su tío, una de las veinte que hay en la aldea, y se encontró con una escena espantosa. El cuerpo del motorista estaba apoyado contra la cama y en medio de un charco de sangre. Lo habían amordazado y atado de pies y manos con cintos, sogas, alambres y precintos, según informó la policía que llegó al lugar. Lo habían asesinado a golpes. 

El o los autores intentaron demorar el aviso a la Policía por parte de los pobladores del lugar, ya que cortaron el cable del único teléfono que hay en la aldea y dejaron la camioneta de la víctima obstruyendo la entrada al pueblo. Los pobladores tuvieron que recurrir a una radio del puesto sanitario de la zona para alertar sobre lo sucedido.

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Investigación

Las pesquisas recolectaron de la escena del crimen para peritar e intentar dar con el o los homicidas: un bidón de plástico, una caja de cigarrillos, dos trozos de alambre, un cinturón, precintos, dos cordones, pelo y cinta adhesiva que usaron los homicidas para inmovilizar a la víctima, entre otros elementos

Por entonces, en El Mirasol solo se hablaba de Tuti. Los lugareños, en ese momento, mencionaron que “dos hombres en un vehículo rojo con capot negro” circularon por la aldea el 10 y el 11 de diciembre de ese año. Que estaban con un bidón blanco y pedían agua. Pero ninguno de ellos pudo aportar mayores datos. Más tarde, la policía localizó al supuesto auto, pero no encontró indicios para vincularlo con el crimen. 

Luego, una vecina de la aldea le contó a los investigadores que días antes del homicidio habían escuchado en la radio un mensaje para Tuti que supuestamente le enviaron desde la Cooperativa de Electricidad para la que trabajaba. Le decían que “permanezca en la aldea, que va a ir en camino en horas de la noche personal de servicios públicos…”. Más tarde, esto fue desmentido por la tesorera de la cooperativa y descartó que “se comunicaran de esa manera”. En la radio tampoco quedó registro del mensaje. 

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A principios de febrero de 2016, se le tomó testimonio a una docena de lugareños y, según la causa, lo que aportaron “se basaba en rumores” y “no eran respaldadas por pruebas concretas”. Tuti tenía 12 hermanos que vivían en distintas localidades y con los que no tenía un vínculo fluido, por lo que tampoco aportaron mucha información relevante a la investigación, según la fiscalía.

De las cintas adhesivas recolectadas del cuerpo de Tolosa no se pudo extraer muestras de ADN suficientes para ser analizadas. Pero sí se logró del resto de los elementos secuestrados en su casa. Allí el perito pudo obtener el perfil genético de unas ocho personas, entre ellas la de la propia víctima. Al resto no se lo pudo identificar, es decir, no se sabe a quién pertenecen

Por ejemplo, en el bidón blanco se encontraron dos perfiles genéticos distintos, pero no identificados. En un precinto se obtuvo un perfil genético mixto correspondiente a la víctima y a otra persona no identificada distinta a la encontrada en el bidón. En otro precinto se halló ADN de la víctima mezclada con otros dos perfiles, diferentes a los anteriores. 

 

"Al morir la mamá nadie pide que se esclarezca el caso", dice una persona que vivió allí.

 

La fiscalía decidió “a raíz del análisis de todos los elementos probatorios  colectados” archivar la causa en 2018 de “manera provisoria” porque “no se ha logrado la individualización de el o los partícipes del hecho”. Ni siquiera el móvil del crimen.

 

El Mirasol hoy

La monotonía de la aldea se alteró tras el crimen y se produjeron algunos cambios. La tarea fundamental que realizaba Tuti para proveer de luz al lugar, ahora la realiza otro habitante. Además, después del crimen, un agente policial se instaló en la aldea para estar allí de forma permanente. La directora de la escuela 118 que dio el primer aviso de que algo había pasado con Tuti se fue de El Mirasol al poco tiempo. 

Los pobladores no quieren hablar de lo que pasó aquel día, según contó a PERFIL una persona que vivió allí. Para ellos, un familiar de Tuti estaría detrás del crimen, pero para la Justicia no se pudo recolectar pruebas concretas contra nadie. Ni familiar ni ajeno a su entorno. “Lamentablemente, al morir la mamá de Tuti, en 2017, ya nadie pide que se esclarezca el caso”, sostuvo esta persona que prefirió no ser identificada. 

El misterio con respecto a quién mató a Tuti se mantiene hasta el día de hoy. Y, tal vez, para siempre.

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Cada vez son menos

Vivir en El Mirasol no es fácil. La comunicación es limitada, la señal de celular no existe y solo cuentan con un teléfono semipúblico en la única escuela de la aldea. La mayoría de sus pobladores son adultos mayores. Mientras que los niños se cuentan con los dedos de una mano. 

El Mirasol se encuentra en la meseta central de la provincia de Chubut, en el departamento de Mártires. A 72 kilómetros de Las Plumas y 240 de Trelew. Hay unas veinte casas, una iglesia y un colegio. 

Esta aldea tiende a tener cada vez, menos habitantes. En general, los adolescentes migran en busca de oportunidades laborales y solo quedan allí, como población permanente, los adultos mayores y los niños. 

En el 2000 había unos cien habitantes según reportes periodísticos. El censo de 2001, reportó 85. Una década después ese número se había reducido a 57. En 2015, cuando se produjo el crimen de Bernardino Tolosa eran 45 los habitantes de El Mirador. Hoy, se cree, que ese número no se modificó demasiado, pero será el censo del próximo miércoles el que determinará cuántos quedan allí.