“Si no lo hago, ella me va a matar”. Eso le decía el ex periodista del diario La Nación a su cuñada mientras acuchillaba con un Tramontina a su pareja y ella le rogaba que parara. La mujer no pudo defenderse, a pesar de que su agresor tenía parte de su cuerpo con poca movilidad como consecuencia de un ACV que había sufrido hacía dos meses. Recibió más de sesenta puntazos. Y terminó muerta.
Antonio de Turris (67) le clavó tres puntadas en el pecho a la asesora de imagen y ex empleada de la Editorial Perfil Claudia Servino (62), mientras forcejeaban cara a cara tirados en el suelo. En un momento, la mujer logró zafarse, intentó correr, pero se resbaló y cayó. El hombre se le abalanzó y la asesinó de unas sesenta puñaladas por la espalda. Servino murió en el acto. De Turris se levantó, tiró el cuchillo y subió una escalera para encerrarse en su cuarto de la planta alta de la casa ubicada en la calle Manuel Baliña al 1100, en la localidad de Banfield, e intentó quitarse la vida, según la reconstrucción del crimen.
La cuñada del periodista fue la única testigo del hecho porque llegó al lugar alertada por su sobrina, una joven de 30 años pero con un retraso madurativo, que la llamó llorando y le dijo: “Papá quiere pegarle a Claudia”. Como la notó muy nerviosa se cruzó de vereda (vive enfrente) y vio a Claudia intentando correr por el poco espacio que había alrededor de un auto blanco que estaba estacionado en el garaje. Detrás estaba De Turris con una escoba en la mano izquierda y un cuchillo en la derecha. M.S. se interpuso entre la pareja e intentó detener a su cuñado pero no pudo: éste se abalanzó sobre la víctima y no paró hasta que la asesinó.
De Turris estaba “irreconocible, como una persona que no está en sus cabales”, según declaró la testigo ante la fiscal Fabiola Juanatey sobre lo sucedido el pasado jueves 24 de diciembre alrededor de las 6.30 de la mañana. La cuñada destacó que el periodista repetía “si no lo hago, ella me va a matar a mí”, mientras que Servino le gritaba: “¿Qué estás haciendo Antonio?”.
Perfil. “No hay antecedentes de violencia física contra la víctima de parte de De Turris, pero el entorno de Claudia habla del sojuzgamiento que padecía. Según los testimonios, él la fue alejando de su entorno e impidiéndole que ejerciera su profesión con normalidad”, explica a PERFIL el abogado de la familia de Servino, Pedro Cruz Henestrosa.
Una amiga íntima de Claudia declaró que él “era un seductor” y que ella, antes de conocerlo, era “muy independiente” y “se autoabastecía” con su trabajo como asesora de imagen pero que luego “dejó de salir” y que cada vez “tenía menos clientes”. Esta situación también se reflejó en el vínculo con sus amistades, ya que la mujer narró que Claudia “dejó de manejar” y que “no podía usar el auto de Antonio”. El debía llevarla y traerla a todos los lugares a donde ella tenía que ir y “si él no podía llevarla, ella no salía”. El hermano de Servino contó que vio una sola vez a De Turris y le pareció un hombre “muy culto” pero que una semana antes notó “rara” a su hermana. Ella le pidió que no la llame más porque “no quería tener problemas con Antonio” por si la descubría hablando por teléfono.
Por su parte, la cuñada de De Turris relató (en su segunda declaración) que el periodista le “tenía miedo” a Servino y que ella “quería obligarlo a casarse”. Además destacó que el hombre estaba depresivo y con tratamiento psiquiátrico desde que sufrió el ACV. Ahora, está detenido acusado de “homicidio agravado”.