POLICIA
“Sentimos que nos vuelven a robar”

Las víctimas del Robo del Siglo reviven el dolor con la película

Una pareja que perdió sus ahorros dice que “la pasó mal” con la escena del saqueo. “Salen como héroes y son delincuentes”, critica otro damnificado.

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Saqueo. Diego Peretti interpreta a Fernando Araujo, el cerebro del plan, en el film que se estrenó el jueves pasado. La banda utilizó una herramienta hidráulica para violentar 145 cajas. | cedoc

Hay dos historias sobre el Robo del Siglo. La que cuentan los autores. La del cartel “en barrio de ricachones, sin armas ni rencores, es solo plata y no amores”. Y la que cuentan las víctimas. Una es archiconocida, pero la otra casi nadie la sabe. Son casos anónimos de sufrimiento, angustia, dolor y muerte. ¿Es solo plata y no amores?

El 13 de enero de 2006 siete delincuentes cometieron un golpe que esta semana llegó a la pantalla grande: tomaron rehenes con pistolas de juguete, vaciaron 145 cajas de seguridad y escaparon en dos gomones por el desagüe subterráneo.

El film de Ariel Winograd –que se estrenó con gran éxito el jueves pasado– muestra una sola cara del relato. Para algunos es la más romántica. La que revela cómo un artista que cultiva cannabis se convierte en ladrón con un plan magistral. En esta semblanza no hay espacio para el sufrimiento. Como si los propietarios de esas cajas de seguridad que violentaron no hubiesen existido.

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Por ejemplo, la película nada dice de lo que sucedió al día siguiente en la puerta del Banco Río de Acassuso, cuando cientos de ahorristas se presentaron para saber si su cofre había sido violentado.

Hay gente que perdió todo. Y no eran precisamente “ricachones”. Por ejemplo, un matrimonio abrió una caja de seguridad porque había vendido la casa y planeaba mudarse. La mujer estaba embarazada y el robo les generó una enorme crisis que derivó en la separación.

O el caso del médico que también había decidido guardar el dinero por la venta de su clínica con el proyecto de instalarse en un mejor lugar. El atraco lo sumió en una profunda depresión y estuvo casi dos años sin trabajar.  

Otra familia, que estaba de vacaciones en el momento del robo, suspendió el descanso para interiorizarse de la situación en la sucursal y se accidentó en la ruta. No se mataron de milagro.

También hubo un caso de un hombre que estaba enfermo y que guardaba el dinero para someterse a un tratamiento en el exterior, que obviamente tuvo que suspender. Probablemente sea el caso más triste, porque esta víctima murió poco tiempo después sin saber que un fallo de la Justicia le permitió a su familia recuperar casi todo el capital.

“Se robaron proyectos, historias de vida, alegría, esperanza; no solo dinero”, dice a PERFIL Nydia Zingman de Domínguez, abogada y profesora en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA).  

Las víctimas están furiosas con todo lo que está generando la película. La letrada, que tiene más de cuarenta años de experiencia en casos de robos a bancos, asegura que habló con muchas de ellas y que le transmitieron su indignación: “Me dijeron ‘nosotros no existimos, solo ellos son los protagonistas’. Aparecen como héroes pero en realidad son delincuentes”, reproduce a este diario.      

En el golpe, la banda robó también varios kilos kilos de joyas finas. Algunas tenían un valor más sentimental que económico, pero los ahorristas no pudieron recuperarlas. Había recuerdos de antepasados, metales preciosos de la guerra. De todo.

La batalla judicial duró cerca de dos años y casi todos los clientes cobraron una indemnización equivalente al 90% del patrimonio que atesoraban. Fue un trabajo arduo porque para probar el capital hay que presentar papeles, escrituras, comprobantes de ventas, testigos, fotos de joyas.

Una de las víctimas se animó a ver la película y compartió sus sensaciones con PERFIL: “Nos sentimos muy mal. Fue como si nos hubieran vuelto a robar, sobre todo al ver la escena donde violan las cajas y se ven el dinero y las joyas. En ese momento tuve taquicardia”, cuenta la mujer, que fue al cine acompañada por su marido, y prefiere no revelar su identidad.  

Fantasía y realidad. Zingman defendió a muchas de las víctimas y también cuenta lo que sintió al ver el film. “Se ve que una mujer despechada hace la denuncia del robo y sus autores y la sociedad los redime y los revaloriza con final feliz y una mirada de simpatía. Esa distorsión de valores de nuestra sociedad actual es lo que creo muestra la película. Ese es su valor sociológico”, afirma a PERFIL.

La abogada especialista en seguridad bancaria también plantea las inexactitudes del relato: “Dicen que el banco tenía un seguro para las víctimas y eso no es así. El seguro era del banco para su propio beneficio. Además, plantea que ‘compensaron a todos los damnificados’, pero la verdad es que hubo que iniciar mediaciones y juicios para ello y jamás, aun habiendo obtenido las indemnizaciones, se pudo compensar el sufrimiento y el daño psíquico y moral que padecieron. El coguionista de la película fue el ladrón Araujo  (por Fernando, el cabecilla) y tenía que quedar bien su imagen y la de su equipo, obviamente”, afirma.

La otra grieta. La película también generó críticas entre algunos miembros de la banda. Luis Mario Vitette Sellanes –que es interpretado por Guillermo Francella– dice que el inicio del robo es diferente: “El primero que entró es Beto de la Torre pero en la película es Araujo. Como interviene en el guion, todos los hechos trascendentales se los adjudicó él para posicionarse mejor frente a la opinión pública”, comenta sobre el ideólogo del plan.

“El hombre del traje gris”, que financió el golpe y negoció con el Grupo Halcón, también apunta que el final es diferente y que su hija no tendría que haber sido incluida.

Vitette Sellanes fue sentenciado a 21 años de prisión, pero en agosto de 2013 fue expulsado del país con la mitad de la pena cumplida. Hoy vive en Uruguay, donde tiene un taller de joyería y relojería.

En 2010, Alberto de la Torre recibió una condena a 12 años de prisión; Fernando Araujo, 9; José Julián Zalloecheverría, el Paisa, 8; y Sebastián García Bolster, El Ingeniero o El Marciano, 7. Las penas fueron reducidas por la Cámara de Casación bonaerense. En 2014 ya todos habían recuperado la libertad. Solo dos de los autores nunca fueron identificados y hoy viven en el anonimato al igual que las víctimas, aunque ellas cada 13 de enero no brindan, sino que reviven la peor de sus pesadillas.

 

De las cajas a las bolsas de residuos

La versión más instalada indica que los autores del Robo del Siglo escaparon con un botín de 19 millones de dólares, más joyas, lingotes de oro y costosos relojes, entre otras cosas.

Lo dividieron en bolsas de residuos que cargaron en dos gomones. Según el relato de los autores, cada uno se llevó dos, pero ninguno se atrevió –al menos hasta ahora– a revelar con cuánto dinero se quedó ni qué hizo con lo robado.

Al banco ingresaron siete delincuentes. Cada uno cumplió una función distinta.  No todos estuvieron en el sector de cajas de seguridad. Solo Fernando Araujo –el ideólogo del plan– y Sebastián García Bolster saben qué cosas guardaban los ahorristas, además de lo que todos imaginan.

Alberto de la Torre, sin embargo, cuenta que había juguetes sexuales y hasta cocaína.  

El fiscal Ariel Apolo –encargado de la instrucción– recuerda que el botín que estimaron al final de la investigación no superaba los 8 millones de dólares en efectivo. A eso hay sumarle los distintos objetos de valor que los delincuentes sumaron a sus bolsas.    

Al día de hoy solo recuperaron 1.080.000 dólares y algunas joyas que encontraron en la casa del hijo de De la Torre. Casi nada.