POLICIA
Horror en San Luis

La escalofriante reconstrucción del doble filicidio: una garrafa, un tiro de prueba y varios mensajes

La subinspectora de la Policía puntana Marina Abigail Silva mató a balazos a sus hijos Sofía, de 7 años, y Bautista, de 2. Los ejecutó con su pistola reglamentaria el martes pasado, mientras dormían en una cama matrimonial. Para que no sufrieran los adormeció abriendo una garrafa de gas que colocó en el pasillo de su casa de la localidad de Juana Koslay. Dejó una carta contando su decisión y dos carteles en la puerta. Luego, intentó quitarse la vida. Pero no tuvo coraje. Se negó a declarar y lloró durante toda la audiencia imputativa. Hoy cumple 31 años.

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Locura. Sofía nació el 3 de julio de 2017 y estaba en primer grado. Bautista llegó el 3 de enero de 2022 y tenía 2 años. Su mamá los mató en su casa del barrio Los Fresnos. | cedoc

“Llamá a la Policía, no entres”, advertía el cartel escrito de puño y letra que estaba pegado en la puerta de ingreso a la casa de la subinspectora Marina Abigail Silva (31), que vivía junto a sus hijos Bautista Silva Funes (2) y Sofía Ojeda Silva (7). En el fondo del jardín había otro similar que decía simplemente: “No entres”.

El martes 1° de octubre pasado, entre las 5.30 y las 6.30 de la mañana, la mujer policía llevó a cabo un plan demencial: mató a balazos a sus hijos que dormían en la misma habitación, escribió una carta de despedida, pero no tuvo el valor para quitarse la vida, como lo había imaginado.

Silva, que prestaba servicio en la comisaría 34 de San Luis, atravesaba una dura crisis económica. Le habían embargado el sueldo de la Policía puntana y su deuda superaba los siete millones de pesos. Su papá le pagaba el alquiler porque ella no podía pagarlo. Había sacado varios préstamos (incluso a nombre de sus hermanos) y pedido plata prestada a varios de sus familiares. Pensaba mudarse en enero para achicar gastos.

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Según la reconstrucción realizada por las fiscales María del Valle Durán y Antonella Romagnoli, la acusada durmió a sus hijos la noche anterior en una cama matrimonial y más tarde colocó una garrafa en el pasillo. La abrió para que los chiquitos no sufrieran ni la vieran gatillar.

Mientras el gas inundaba la pieza y el resto de la casa ella comenzó a mandarles mensajes a varias personas, entre ellos al papá de Bautista. Más tarde realizó un disparo de prueba. Lo hizo contra el colchón para escuchar la estampida en un lugar cerrado. No quería hacer mucho ruido.

Luego tomó una almohada y disparó contra los chicos. Sofía, la más grande, recibió dos tiros. Bautista, el más chiquito, también. “Las heridas dieron muerte inmediata”, precisó la fiscal Romagnoli en la audiencia de formulación de cargos.

Sofía nació el 3 de julio de 2017. “Pesó 3 kilos”, la presentó su abuela Coca en su cuenta de Facebook. Estaba en primer grado. Su papá era Carlos de la Rocha, quien hace poco sufrió un accidente de trabajo y todavía se encuentra internado.

Bautista llegó el 3 de enero de 2022. “Era hiperactivo”, lo recordó su abuelo Diego. La mujer policía se había separado en 2019 y poco después inició su relación con un exmiembro del Ejército Argentino, Jonathan Funes, a quien el mismo año que nació su hijo ella lo denunció por maltrato y violencia de género. Cuando se divorció por segunda vez se fue a vivir un tiempo a la casa de su abuela. 

No está claro si fue antes o después de cometer los crímenes que la subinspectora escribió la carta de despedida contando las razones de una decisión que no tiene explicación. “Ni Jonathan (por el padre de Bautista), ni mamá me hicieron embargar el sueldo. Yo sola me llené de deudas y no supe manejarlo. Quise (que) no les falte nada a los niños. Perdón, perdón, ya no pudo más. No es culpa de nadie. Pero necesito paz. Pa y ma los amo, hermanos, gracias por todo y Jonathan perdón también, te amo. Perdón por no poder seguir más”, dejó escrito en el diario íntimo de su hija Sofía y que fue hallada sobre la mesa del comedor. 

La mujer policía vivía en la vivienda 36, en la manzana 7 del barrio Los Fresnos, en la ciudad puntana de Juana Koslay. Su hermana fue la que halló los cuerpos de sus sobrinos. 

La filicida se fue de la casa a las 6.40. No se animó a pegarse un disparo. Puso la llave en el piso, dejó la reja abierta y salió en dirección del dique Cruz de Piedra. Estaba toda vestida de negro. 

En el camino decidió dar aviso a sus compañeros policías. Les pidió que enviaran un móvil a su domicilio. Lo mismo hizo en un grupo de WhatsApp donde están varios de sus familiares. 

Los primeros policías que llegaron a la casa de Juan Koslay se toparon con la hermana de la mujer policía. Ya había visto los carteles que había dejado la subinspectora en la puerta y no se animó a entrar. Los chicos ya estaban muertos. 

La operación de autopsia reveló que la nena murió producto de una lesión cerebro cardiopulmonar por pasaje de proyectil de arma de fuego, mientras que el deceso del nene fue a raíz de una lesión cerebropulmonar por el mismo motivo.

Frente a semejante escena los policías comenzaron a monitorear en vivo las cámaras de seguridad y pudieron determinar la ubicación de la asesina. Silva estaba en el Dique. Sentada en el piso y llorando. Ya había arrojado su teléfono al agua para que nadie la ubique. A su lado estaba la misma pistola con la que había ejecutado a sus hijos y una sábana que seguramente llevó para colgarse. 

Aby no hacía terapia ni había pedido licencia en la Policía. Una compañera de la comisaría logró acercarse y calmarla para que no se quitara la vida. “Me quiero ir con mis hijos y mi abuela”, le dijo, según publicó el medio El Chorrillero de San Luis. 

La filicida fue llevada a la Comisaría de Atención a la Niñez, Adolescencia y Familia (Canaf), acusada por el delito de doble homicidio agravado por el vínculo. El jueves fue llevada a tribunales. Lloró durante toda la audiencia. Y casi no levantó la vista. Cuando la jueza le preguntó si iba a declarar, dijo que no moviendo su cabeza. Hoy es su cumpleaños. Será el primero de muchos más en prisión.

 

“Estoy muerto en vida”

Jonathan Funes es el papá de Bautista, el más chico de los dos hijos que tenía la filicida. Vivía a 100 kilómetros a la ciudad de Juana Koslay, pero lo veía habitualmente.

“Estoy muerto en vida. Me enteré por mi mamá porque estaba yendo a trabajar. Nos enteramos por las redes sociales”, contó el joven en una entrevista con Crónica TV.

Sobre su vínculo con Marina Silva reconoció que nunca advirtió nada extraño. “Conmigo fue la mejor. Era muy buena madre. Nunca les levantó la mano a los chicos”, señaló.

Acerca de las deudas económicas que tenía la mujer, Funes contó que ella nunca le confesó que estaba mal económicamente. “A mí me pedía plata todas las semanas y yo le pasaba. Para los pañales o para la merienda. La última vez que la vi le di 150 mil pesos que era para pagar algo que debía”, indicó.

Hace dos años Marina denunció a Jonathan por violencia de género, pero él aseguró que nunca le levantó la mano y que manipuló todo.