OPINIóN
Educación

Ya nadie quiere ser docente

En Argentina sobran los motivos para abandonar la carrera docente: bajos salarios, complejidad social, desmotivación, programas cuestionados, etc. Sin embargo los hay y se necesitarán muchos más según UNESCO. “Es una elección a conciencia para mantener las esperanzas de que lo que hacemos sigue valiendo la pena.”

Estudiantes y docentes convocan a una marcha contra el ajuste del presupuesto universitario 20240417
En defensa de la educación pública : estudiantes y docentes convocan a una marcha contra el ajuste del presupuesto universitario. | NA

UNESCO alertó sobre la falta de docentes. El organismo explicó que esta carencia no permitirá cumplir con el ODS 4 (Objetivo de Desarrollo Sostenible 4). El informe publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura da cuenta de la necesidad de 44 millones de docentes nuevos de cara a 2030 para que la brecha educativa existente en la actualidad tienda y comience a cerrarse. Sin embargo, estamos lejos de alcanzar ese número.

Desconozco si existe en otras partes del mundo, pero en Argentina tenemos instalado el concepto de "profesor-golondrina": somos aquellos que vamos, todos los días, de una escuela a otra, para cubrir dos o tres horas en cada una, muchas veces almorzando o merendando en un transporte público.

Según UNESCO se necesitan 44 millones de docentes nuevos de cara a 2030 para que la brecha educativa existente en la actualidad comience a cerrarse"

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Frente a los avances tecnológicos que se precipitan estrepitosamente, los contenidos de muchas de las asignaturas empiezan a quedar obsoletos. Y los docentes están desmotivados por el contexto personal que suele acompañar su estancia en una escuela. 

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Por supuesto que se busca (que buscamos, bah, no me voy a hacer la desentendida: yo también estoy en el sistema, tratando de hacer lo mejor desde el lugar pequeño que ocupo) innovar y construir propuestas pedagógicas que se amolden al siglo XXI. Que convoquen y, sobre todo, que tengan sentido y posibilidad de aplicación para lo que se viene después.

Hay que lidiar con situaciones que van desde desigualdades sociales extremas (cuyos márgenes son cada vez más alarmantes y menos periféricos) hasta el calentamiento global (ya rompimos el planeta, veamos si nos queremos hacer cargo). Un mundo en el que se pronostica falta de alimentos de aquí a 50 años (nada, a la vuelta de la esquina del calendario). 

Y la escuela sigue siendo el pilar que sostiene a las niñeces y a las adolescencias, que están desesperanzadas, es una realidad.

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Tengo cada vez más (ex) colegas que eligen salirse del sistema educativo y cambiar escuela por empresa o emprendimiento. Hacer otra cosa, priorizar otro rubro. En muchos casos (posiblemente la mayoría), es una cuestión monetaria. Pero también hay una porción grande que aduce estrés y falta de reconocimiento (o nulas chances de crecimiento). 

También estamos los que complementamos la docencia con otras actividades laborales que se corren de las instituciones educativas. Es verdad que el ojo de la tormenta tiene en su centro a la educación, un hito tan abrazado en cualquier campaña política, a la que luego nunca se prioriza. No es la caja que nadie se disputa realmente.
 
En una sociedad global (pasa acá y en todo el mundo) en la que el conocimiento y los aprendizajes no son considerados valores de importancia por el sector que mueve los hilos del dinero y de la productividad, ser docente es más que un desafío. Es una elección a conciencia y con criterio para mantener las esperanzas de que lo que hacemos sigue valiendo la pena.