OPINIóN
Elecciones y democracia directa

¿Uruguay cambia?

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Voz del pueblo. El país vecino votó pero, ningún candidato logró convertirse en presidente. | AFP

El domingo 27 de octubre la ciudadanía uruguaya asistió casi en un 90% a las urnas. Ningún candidato logró la mayoría para convertirse en presidente en esta vuelta, por ello, el 24 de noviembre, la ciudadanía deberá decidir entre dos fórmulas: la del Frente Amplio y la del Partido Nacional.

El partido más votado fue el Frente Amplio con un 43,9% y obtuvo casi un 5% más que en 2019. El Partido Nacional -al cual pertenece el actual Presidente de la República, Luis Lacalle Pou- retuvo el 26,8%, el Partido Colorado logró un 16%, Cabildo Abierto bajó a un 2,5% -en 2019 había logrado el 11% - y el Partido Independiente alcanzó 1,7%. Es decir, la Coalición Republicana, que llevó al gobierno al actual presidente, sumó en total el 47% de los votos, según el escrutinio primario.

En estas elecciones se definió la integración del Parlamento. El FA tendría la mayoría en el Senado con dieciséis bancas, el PN nueve, y el PC, cinco. En cuanto a la Cámara de Representantes, nadie tendría la mayoría, algo inusual en la historia reciente. Un dato interesante es que Cabildo Abierto -la ultraderecha uruguaya- perdió su representación en el Senado y, en concreto, el ex senador Manini Ríos se quedó sin fueros y deberá eventualmente enfrentar la justicia.

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La iniciativa ciudadana y la consulta popular tienen un largo historial en Uruguay. Los plebiscitos propuestos junto a las elecciones del 27 de octubre de 2024 no alcanzaron el apoyo necesario para aprobarse.

La propuesta que proponía reformar la constitución para habilitar el allanamiento nocturno alcanzó el 39,4%. La iniciativa fue promovida y apoyada de todos los partidos de la coalición oficialista. Es decir, la ciudadanía no se sumó al populismo punitivista promovido por la derecha uruguaya.

Es muy relevante la decisión a la que se enfrenta la ciudadanía el próximo 24 de noviembre

El otro plebiscito fue el que llevó adelante la central sindical -PIT CNT- y proponía reformar los aspectos de la seguridad social que modificó el gobierno actual, entre otros, volver a 60 años la edad jubilatoria y terminar con los fondos privados de pensión. Todos los candidatos a presidente de los partidos políticos con peso político, e incluso Pepe Mujica y el presidente del Frente Amplio, se manifestaron en contra del plebiscito. A pesar de ello, obtuvo la adhesión del 38.8%. La mayoría de la ciudadanía frenteamplista incluyó la papeleta, lo cual constituye un llamado de atención para el partido que quedó enfrentado al sindicalismo.

La campaña electoral careció de profundidad y de innovación. Las encuestas de opinión pública marcaron los temas de campaña: inseguridad, desempleo y bajos salarios. No hubo deliberación y muchos temas ni siquiera se trataron. Las agendas que plantean los movimientos sociales no se insertaron en la agenda electoral.

Es muy relevante la decisión a la que se enfrenta la ciudadanía el próximo 24 de noviembre, ¿continuidad o cambio? Pero, además, esta instancia electoral mostró un país que viene alejándose de la excepcionalidad democrática que se declama: crecen las candidaturas outsiders dentro y fuera de los partidos políticos; aumenta el desinterés por la política (especialmente entre la juventud), los partidos pierden legitimidad en la ciudadanía; sube la polarización y la presencia de noticias falsas y por primera vez aparecen los trolls en las redes sociales y la política. Los partidos políticos, y en especial la izquierda, tienen una oportunidad. El Frente Amplio debe presentar propuestas diferentes y superadoras del gobierno actual, pero también reconquistar a la gente y a las organizaciones sociales desilusionadas y abandonadas por el Estado y por la política.

*Profesora Titular en la Escuela de Política y Gobierno, Universidad Nacional de San Martín Miembro de la Red de Politólogas - #NoSinMujeres