OPINIóN
Otra de terror

Una argentina viscosa

Las encuestas dicen que Milei gobierna para los multimillonarios, defiende los intereses del sistema financiero y no garantiza más mayores igualdades. “El brutal ajusticiamiento a sus propios soldados, muestra una debilidad y miente cuando atribuye que la baja inflacionaria la paga la casta”, dice el autor. En este año electoral, seguirá usando el miedo como gran disciplinador social.

Javier Milei | Día 431: La paranoia avanza
Javier Milei | Día 431: La paranoia avanza | NA

Milei se autopercibe transitando una “marcha triunfal” de estilo napoleónica sobre el resto del espacio político local. Seguramente lo querrá festejar con la ópera Aida de Verdi, cuando dice “Ritorna vincitori” (regresa vencedor), aun al precio de “Fu la sorte dell' armi a' tuoi funesta” (el resultado de la batalla fue cruel para tu pueblo). Las actuales encuestas avalan su gestión, mostrando una visión optimista del presente; sin embargo, otras encuestas comienzan a no serle tan favorables.

Con pocas herramientas disponibles el gobierno supo quedarse con la iniciativa estratégica, mostrándose dogmático en lo económico, pero flexible en su estrategia política, consistente en dividir y conquistar paulatinamente cada espacio, lo cual es el eje central de todo su accionar. El fraccionamiento político y social es claramente visible, e impide acciones coordinadas favorables a posibilitar consensos tácticos; ni hablar de los estratégicos.

Sin embargo, luego de los rápidos cambios realizados por el gobierno nacional durante el año pasado, el comienzo del 2025 nos muestra una Argentina crecientemente viscosa, que va oponiendo más resistencia al libre fluir del camino libertario.

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El gobierno se mantendrá disparando cañonazos de su batalla cultural para tener bajo control la opinión pública, ya que lo electoral será lo prioritario en 2025"

El gobierno presenta dos frentes de su guerra cognitiva: el económico y el cultural. En el económico, que por ahora es su punto fuerte, por la baja pronunciada de la inflación, no admite las más mínimas disidencias, y se enfrenta a todas las críticas, que van desde el FMI y Cavallo hasta los economistas liberales ortodoxos (Cachanosky, Rodríguez, Maslaton).

El liderazgo de Milei se consolida porque actúa con gran audacia y sin ningún complejo ni temor alguno, pero el brutal ajusticiamiento a sus propios soldados (funcionarios), muestra una enmascarada debilidad. Ha tomado en forma personal la defensa de sus ideas económicas, volcadas en una columna periodística de retórica combativa, pero de trasfondo técnico. En resumen, explica que los fracasos anteriores (dictadura (MdH), cavallismo (CSM), kirchnerismo, macrismo) fueron modelos diferentes al suyo actual. En cierto modo su observación es correcta, pero en lo estratégico, la defensa de su modelo está sólo basado en suposiciones y futuras situaciones que no se han verificado; muchas de ellas de carácter político.Que sea una novedad no implica que sea exitosa.

Además, miente cuando atribuye que la baja inflacionaria la paga la “casta” y no como es obvio, los jubilados, la clase media y las pymes, con una fuerte recesión y el recorte de más de 200.000 empleos en blanco. Como ocurre en todo el mundo, las visiones y estados de ánimo populares son muy cambiantes; por eso nada está demostrado y la viscosidad ambiental, por ahora, aumenta.

La no admisión de mínimas disidencias se ejecuta por dos motivos: las debilidades intrínsecas del modelo para mantener la inflación baja, frente a la necesidad de abrir el cepo para que realmente esa baja sea creíblemente sustentable frente a los inversores no financieros. El segundo es político, para que los encuestadores puedan seguir pronosticando y comentando lo “perfecto” que marcha el plan gubernamental y no se abran mínimas fisuras o dudas en la opinión pública, hasta las elecciones de octubre.

Durante todo el año 2025, el gobierno se mantendrá disparando cañonazos de su batalla cultural para mantener la iniciativa y tener bajo control la opinión pública, ya que lo electoral será lo prioritario. El terremoto que desató la provocación iniciada en Davos, tendrá sus variadas réplicas, siempre siguiendo el objetivo de fraccionar y polarizar para impedir que se consolide algún consenso electoral opositor.

En estos tiempos, en que las élites multimillonarias tecnofeudales (Gates, Zuckerberg, Trump) quieren conducir abiertamente la política para su propio beneficio, despiertan nuevas resistencias"

Aunque las negras también juegan, sigue en duda que logren inventar algún gambito nuevo. Un gran disciplinador social, el miedo, será activado en todos los frentes, particularmente insistiendo que cualquier turbulencia aumentaría el riesgo a perder el empleo, ese “oscuro objeto del deseo” popular.

Hacer un pronóstico sobre el futuro nacional se hace harto difícil, porque lo que está en disputa es cómo reconstruir un sentido de comunidad, donde intervienen, objetivamente, los actuales factores portadores de futuro: la memoria popular, el Estado y los algoritmos.

A todo este embrollo, podemos sumar los factores subjetivos: los débiles liderazgos, las flojas capacidades dirigenciales, los fuertes intereses sectoriales, y el accionar de los intereses externos. El combo no es muy alentador, pero cada pueblo nunca ha dejado de enfrentar la realidad y de defender sus intereses.

El Estado democrático está casi obligado por el 'todos son iguales ante la ley' "

Buscar el sentido de comunidad nacional es contrario a las polarizaciones, pero éstas no son ajenas al criterio gramsciano de “batalla cultural”, particularmente en sociedades, como la argentina, donde convergen diversidades geográficas (aun dentro del mismo país o ciudad), de sexo, de poder adquisitivo, de sector social, de tipo de empleo, de nivel de estudios, de niveles culturales o sociales.

¿Qué puede hacer el Estado frente a tanta disparidad, cuanto influyen las tradiciones o memorias políticas históricas, y el modo en como procesan los algoritmos la disparidad? La memoria actúa reteniendo virtudes y defectos, como continuador del pasado; si era polarizado lo conservará.

El Estado democrático está casi obligado por el “todos son iguales ante la ley”, lo cual no resuelve ningún problema preexistente; lo conserva por más esfuerzos que se hagan para modificarlo. Y los algoritmos, tan hábiles para mostrar a cada grupo su propia realidad, mantiene a la sociedad bien fraccionada, ya que las redes sociales no nos muestran lo mismo a todos, produciendo los conocidos múltiples “sesgos de confirmación” grupales.


Pese a todo ello, las opiniones que reflejan los sondeos de la opinión pública muestran volatilidad, no son estáticas, van cambiando de una demanda a otra, según vayan surgiendo mejoras o complicaciones. Algunos clásicos temas políticos y sociales han comenzado a aflorar nuevamente.

En EEUU, el asesinato del CEO de una Aseguradora de Salud (Prepaga) no fue tan mal visto, dado el creciente abuso e impunidad de los muy ricos sobre los de abajo. En estos tiempos, en que las élites multimillonarias tecnofeudales (Gates, Zuckerberg, Trump) quieren conducir abiertamente la política para su propio beneficio, se han comenzado a despertar nuevas resistencias.

Su correlato nacional viene dado por la abierta exposición favorable a todos ellos por parte de Milei. Las encuestas ya reflejan cambios: Milei gobierna para los multimillonarios (53%); defiende los intereses del sistema financiero (72%); el Estado debería garantizar mayores igualdades de oportunidades (68%); los millonarios deberían pagar más impuestos (67%). No es una contradicción con otras encuestas más favorables al gobierno; los argentinos quieren realmente cambiar el pasado, pero tal vez comiencen a pensar que éste no sea el único ni el mejor camino. Ningún pueblo se suicida.

Para construir el sentido de comunidad hace falta poner en debate público todas estas contradicciones; o más precisamente es necesario hacerlo por la existencia de las mismas, lo cual no gusta a los autoritarios o a los que se creen ser los dueños de toda la verdad. Tampoco ayudan los que, disfrazados de periodistas o de encuestadores, sólo se dedican a la bien pagada, propaganda partidaria.

Repetir los errores del pasado o incrementar el sesgo de confirmación que impulsan las redes sociales solo produce más polarizaciones y ese camino conduce a la disgregación o a la guerra.

La búsqueda del sentido de comunidad sólo puede alcanzarse mediante un proyecto político volcado a representar demandas variadas, divergentes, bajo símbolos y premisas que refuerzan la unión de los diversos, aunque eso signifique la coexistencia armónica de varios sentidos comunes, ninguno de ellos hegemónico, donde el único hilo conductor sean los intereses nacionales y el bien común. La realidad es que no somos un “pueblo”económico, social o culturalmente homogéneo. Pero hay fuertes tradiciones de integración social, con variados vasos comunicantes, que son los que hay que reforzar y no dinamitar, comose ha hecho reiteradamente en el pasado y se hace en el presente, incentivando las diferencias en lugar de encontrar los criterios que nos acercan. Este es el camino.

*Consultor de riesgo geopolítico, Lic. Cs. Químicas FCEN UBA, Consultor Análisis Geopolítico, ex profesor de Escuela Superior de Guerra (ESG), ex miembro de Centro de Estudios Estratégicos de Ejército FFAA, ex socio Empresas de Comercio Internacional, ex consultor internacional en Transferencia Tecnológica.