Durante el 5 de marzo se suele conmemorar el Día de la abstinencia digital, también conocido como el Día de la desconexión digital, durante el cual se promueve regular el uso de los dispositivos móviles, para que pueda disfrutar de otras actividades al aire libre como trotar o leer un libro.
El objetivo principal es que las personas encuentren un equilibrio saludable entre su vida personal y el uso de la tecnología, buscando así desacelerar el impacto de las conexiones digitales en la vida cotidiana
Sabemos, que, como humanidad, estamos ante un cambio histórico, estamos cambiando de Era, estamos ante nuevos paradigmas y estamos habitando una era, a mi entender digitozoica, o sea estamos en una era digital.
Somos conscientes de los grandes beneficios que esta nueva era trae, disminuir la cantidad de papeles, disminuir la cantidad de trabajo, la efectividad de comunicarnos en el ahora, el poder trasladarnos en cualquier lugar y llevar con nosotros nuestro trabajo, nuestra oficina, consultorio.
Supimos de lo que nos salvó y nos conectó, el estar en esta era, durante la pandemia, fuimos conscientes que la sincronización remota, fue y es presencialidad remota, fuimos conscientes de modificar nuestros lugares de residencia en función de los trabajos on line, lo bueno del home office.
Pero también, hoy en día estamos expuestos a las pantallas, casi el 100% de nuestra etapa de vigilia, estamos habitando una vida paralela en las redes, que muchas veces nos confunde cuál es nuestra vida real, de la prestada en las aplicaciones.
También sabemos que nos encuentran sin reparo, en forma inmediata y que, si no contestamos o no vemos nuestro WhatsApp, podemos ser culpables, de que el otro interprete que le clavé el visto y no le quiero contestar, también estamos sometidos a una exposición constante, donde pareciera que, si no estoy viendo mi celular, dejo de vivir o quedo afuera, para muchos su celular es una prótesis, le hemos dado, de nuestro ser padre, el carácter de que, nuestros hijos, lleven el celular, para que los cuide.
Desconocer el valor de la digitalización, de las mensajerías instantáneas, del valor de las redes, sería casi ser del medioevo o tener pensamientos dinosaurios, pero el tema es que, de ser un aliado, un recurso, una herramienta, un poder estar conectados, paso a ser casi nuestra vida, paso a ser nuestra existencia, la permanente conectividad, sin darnos cuenta, que la foto estimulación genera ansiedad y que esa ansiedad no se sabe descargar, que el lenguaje se vio empujado a nuevo formato y hoy es el lenguaje de la inmediatez el que nos involucra.
Los teléfonos celulares, son hoy desde hace unos años, nuestra mejor conexión, pero también afectan negativamente, el uso excesivo a la cognición, lo que podría tener un impacto negativo y duradero en cuanto a su capacidad de análisis, la memoria, prestar atención y regular las emociones, según National Geographic.
También desde las neurociencias, se descubre que el cerebro entre en pereza a la hora de pensar, puesto que ya no es necesario memorizar ninguna información importante como el número de celular de algún familiar, ya que la aplicación de contactos retiene toda esta información, ni necesita utilizar mapas físicos para su orientación y esto podría crear una dependencia a los dispositivos.
La gestión del tiempo, se vio en un proceso de aceleración y hoy es un hecho que muchas veces no manejamos el tiempo, que la conectividad nos absorbe de tal manera, que es imposible estar desconectados, que las redes nos consumen, gran parte de nuestras vidas, que muchas veces vivimos más la vida, hasta de un desconocido, que la propia nuestra.
Saberse desconectar, respetar el espacio y tiempo de otro, saber usar otros espacios que no sea el limbo digital, es poder retornar a una vida saludable, con menos estrés y con menos ansiedad.
Por ello, debemos ser conscientes que habitar en la red, que estar expuesto a pantallas todo el tiempo, que exigir que nos contesten en forma rápida y no tolerar la espera, es parte de lo que nos enfermará o alterará nuestra salud mental.
Es sabido, que ya en muchos países es ley la desconexión laboral como en Argentina la ley 2191/22, en Francia desde 2017, está la ley de desconexión digital, en los países nórdicos europeos, en educación, está el proyecto de desdigitalización es decir volver a la cultura del papel y del lápiz, en nuestro país el uso de teléfonos en las escuelas se está regulando, como ya lo tienen en otros continentes.
Todo esto es para que lo humano tenga un valor especial, para que tengamos momentos, de salud no expuestos a pantallas, para que nuestro cerebro y nosotros podamos descansar y bajar un cambio nuestras emociones.
Podemos entonces hablar de los beneficios de hacer una desconexión digital.
El regular su tiempo de uso con los dispositivos puede ayudar a mejorar la calidad de las relaciones interpersonales, profundizando en las conexiones y construyendo relaciones más fuertes y sanas, según el Centro de tratamiento de adicciones y desintoxicación Orbium de España.
La desconexión digital permite mejorar la calidad y cantidad de sueño, dado que las personas con dependencia a las redes sociales suelen utilizarla antes de irse a dormir, lo que puede afectar en su ritmo circadiano y al cambiar esta actividad por leer un libro antes de dormir puede beneficiar su salud mental y física.
El uso regulado de los dispositivos, puede ayudar a evitar desarrollar trastornos de conducta alimenticia, pues en internet se encuentra mucha información relacionada con la dieta y la delgadez extrema, promoviendo ciertos estilos de vida que pueden no ser muy saludables.
Manejar el tiempo en pantalla, nos permite obtener más tiempo libre para dedicarnos a hobbies, amistades, familia e incluso puede aumentar el rendimiento académico y profesional.
No se trata de abandonar el mundo de la tecnología, sino de hacer un sano equilibrio mediante un cambio de hábitos.
De esta manera gestionaremos nuestro tiempo, conectándonos con nuestras emociones, sueños, proyectos y estableciendo una conexión real con las personas que son importantes en nuestras vidas.